II.

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Como cualquier novia en su gran día, Camille se sentía asustada, no por el hecho de casarse, pero sí por miedo a que algo saliera mal. Ella solía ser muy perfeccionista en cuanto a todo. Sin embargo, Braxton no estaba asustado. Después de todo se iba a casar con el amor de su vida. Lo único que sentía en ese momento era calma. Él muy bien sabía que había elegido la mejor persona para pasar el resto de sus días.

La boda había sido decidida para ser llevada a cabo en horas de la mañana, en un hermoso jardín de la residencia campestre de los padres de Camille. Todo había sido organizado justamente para ambos, una locación perfecta y una decoración igual. Si bien era cierto que esta era para los enamorados la unión más importante de su vida, algo que sus padres aprobaban, también significaba la unión y estabilidad de dos familias con altos ingresos en aquel país. A ciencia cierta la frase era muy verdadera: "cuando te casas con alguien, te estás casando con su familia también".

No cabía duda de que Camille era hermosa. Ella no necesitaba de mucho más que sonreír para eclipsar cualquier lugar con su presencia, y su gran día no era la excepción. Su vestido era precioso igual que ella. Mientras Braxton la esperaba en el altar, no pudo quitar su sonrisa ni un momento, aún se preguntaba cómo alguien tan perfecto podía haberle dicho un sí sin titubeos hacía unos meses. Su vida estaba a punto de cambiar, pero eso no significaba que tuviera miedo, lo único que pasaba por su cabeza era que todo iba a valer la pena porque era con ella. El chico había entendido, gracias a ella, que no había una edad exacta para el amor, que la magia estaba donde ambos corazones estuvieran dispuestos el uno al otro.

La llegada de Camille al altar produjo suspiros. Los hermanos menores de Braxton eran los padrinos de la boda, simbólicamente, ya que en sí eran menores de edad, por eso estaban las primas de Camille como madrinas y sus esposos. No era como si eso les importara a ellos, tenían todo lo necesario allí.

La ceremonia iba rápido, habían decidido algo ligero y unos votos especiales. Cuando el padre les pidió que los dijeran, fue Braxton quien tomo la vocería:

—Camille, este es el segundo de mis días favoritos, porque el primero fue el día que te conocí. Aunque cause polémica y desencanto, ese día no quería ver a nadie, pero cuando bajé las escaleras, te vi moviendo tu melena rubia mientras sonreías en el salón junto con las hijas de los demás presentes o mujeres de gran edad. Me di cuenta de que mi vida cambiaría, no por el hecho de que iba a recibir la compañía, sino porque había encontrado al amor de mi vida. Las personas nunca se preguntan por el amor de su vida, yo tampoco lo hacía, pero entonces te conocí. Quizás hoy para muchos sea una boda más. Para la familia podrá ser un gozo o una unión más, pero para mí significa mucho más que eso. Significa mi felicidad, algo que encuentro a tu lado y me es difícil poder encontrar eso en alguien más, me es imposible siquiera pensarlo. —El suspiro que dio el público presente fue acallado después de las siguientes palabras del chico. —Si pudiera darte el mundo a ojos cerrados, te lo daría, solo tendrías que pedirlo y ya está. Sin embargo, no quiero dártelo, quiero que lo conquistemos juntos. Tu corazón y el mío, hasta el final de nuestros días. Mi fidelidad a ti es infinita. Yo estoy tan hecho para ti como tú lo estas para mí, en todo momento, a todo lugar y hora, si me lo permites, voy a ser el mejor amigo, el mejor esposo, el mejor padre para nuestros hijos. No para demostrar algo al mundo, sino para hacerte sentir que vale la pena amar. Tú vales todas mis noches, todos mis desvelos y mi futuro, lo vales todo para mí. —Le colocó el anillo en su mano izquierda, luego le dio un beso en este, haciéndola sonreír y sonrojarse como siempre. Ahora era su momento.

—Para mí es un honor y un privilegio que el destino me ha otorgado el poder pasar mi vida entera contigo. Sé que para muchos el casarse jóvenes podría ser dañar la vida o no disfrutarla, pero creo que la mejor manera de disfrutar nuestra vida es amando, y estoy completamente segura de que eso haré contigo. Somos fuertes y lo hemos demostrado, somos capaces de llevarnos al mundo por delante. Además de que eres justo el hombre que le pedí a la vida. No puedo decir que me quité mucho tiempo de mi juventud amándote, al contrario, amándote fue que encontré el verdadero sentido de todo. Quiero pasar una vida contigo a mi lado, quiero que mis hijos, nuestros hijos, sean criados con el mismo amor que me regalas día tras día, un amor que no se desgasta, que es paciente, que es bondadoso y que cree en lo imposible. —Tomó el anillo y se lo puso en el dedo. —Es un placer para mí ser tu maravillosa esposa, también es un placer saber que seré yo quien estará todos los días en tus malos momentos, porque definitivamente en esos quiero estar para que sepas que aun en ellos te amo igual.

El padre dio las últimas palabras, unas que sellaron con un maravilloso beso su pacto infinito de amor. Ambos estaban dichosos de haber encontrado el amor de sus vidas. Solo esperaban que, al igual que ellos, cada persona que amaran, o no, lo encontrara también.

La vida les había dado esa oportunidad de amar sin medida.

La fiesta había sido tan ostentosa como podía. Sus padres se habían encargado bastante bien de hacerlo. Aunque Braxton y Camille no disfrutaron mucho de la celebración, porque justo después de las fotos, se fueron en un vuelo privado a una isla donde nadie más podía molestarlos, a consumar su tan bonito, esperado y esperanzador amor, dando por comenzada su vida de esposos.

UNA NIÑERA PARA MIS HIJOS |LIBRO #1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora