BACK TO BEN (1/?)

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Desmonta una a una cada pieza del arma y la va depositando sobre el paño que ha extendido en la mesa. Después coge un pequeño pincelito y empieza a limpiar con suavidad y mimo. Espera que le sirva para canalizar los nervios.

- ¿Lista, Ziva?- pregunta Malachi.

- Por supuesto- contesta montando el arma de nuevo.

- La ciudad es muy grande. No tienes por qué encontrarlos.

- Lo sé.

Hace muchos años que se marchó de la ciudad, de su propia vida sin decir adiós. Huyó de su propia familia aunque sospecha que nadie lo entendió. Se marchó a Israel y por fortuna Eli le recibió con los brazos abiertos, lo estaba deseando, no podía negarse. En cuanto se recuperó de las heridas físicas empezó de nuevo como oficial del Mossad. Sospecha que las heridas emocionales todavía están cerrando y no quiere abrirlas de nuevo con encuentros indeseados.

- ¿Les echas de menos?- indaga Malachi.

- Eso no es asunto tuyo- responde con dureza.

Pero lo cierto es que ha pensado en ellos cada día de esos tres años. No ha dejado de pensar en ellos, en todo lo que pasó. Pero sabe que tomo la decisión correcta. Y mostrarse fría con la situación es lo único que la mantiene cuerda.

- Pero…

- Fue hace mucho. Es agua pasada.

Su compañero no parece muy convencido pero le insta a ponerse en marcha. Su misión en Washington tiene que ser limpia y concisa. Un asesino en serie se pasó de listo y se cargó a uno de los suyos. Deben encargarse de que no vuelva a las andadas. Pero ha demostrado ser más escurridizo de lo que pensaron.

Solo reza para no encontrarse con ellos en los días que tengan que pasar en la ciudad, no podría con ello.

       *** 

-¡Papi, no encuentro mi ranita!

Ben entra corriendo en el dormitorio, se lanza a bomba sobre su cama y le da manotazos en el brazo por si los gritos no han sido suficientes para despertarle. En cuanto le pilla despistado le agarra por la cintura y se lía a hacerle miles de cosquillas hasta que termina riéndose sin parar.

- ¿Qué pasa, campeón?- le pregunta dándole un beso.

- He perdido a Gus- dice con tristeza.

- ¿Le has preguntado a Rachel?Le acaricia la mejilla con suavidad e instintivamente su mano se dirige como siempre a tocar el lateral de la frente, el recuerdo de una época de dolor que prefiere borrar de su memoria.

- No.

- Pues vamos a preguntarle.

Se pone una camiseta que rescata del suelo y coge al niño en brazos para bajar a la cocina. Rachel ya está vestida y preparando el desayuno para los tres. En cuanto les ve entrar en la cocina le planta un beso y un café en la mano libre.

- Buenos días- saluda ella con una sonrisa.

Su prometida desde hace un año.

A veces siente que sin ella hubiese estado perdido. Cuando la conoció en aquel caso compartido con el FBI pensó que no sabría más de ella. En cambio terminó aceptando un puesto en el NCIS.

Parece que su piedra de tropiezo es enamorarse de sus compañeras. Solo espera que esta vez sea mucho mejor.

- ¿Has dormido bien?- pregunta Rachel al niño.

- Sí. ¿Has visto a Gus?

- Está en una sesión de belleza en la lavadora. En cuanto este seco y limpio le tendrás como nuevo.

Sonríe a Rachel y le da las gracias con un pequeño beso en los labios. El dichoso peluche bien necesitaba una lavada.

Deja al niño y se sienta a su lado en la mesita de la cocina para desayunar. Hoy tiene el día libre y piensa disfrutarlo pasando el día entero con su hijo.

- ¿Hoy me vas a llevar al parque?- pregunta con los ojos bien abiertos de emoción mientras devora su trozo de bizcocho.

El teléfono móvil parece contestar por él. Cuando ve en la pantallita el nombre de McGee supone que su día libre se acaba de ir al garete.

Le informa a Rachel sobre la llamada y se ponen en marcha rumbo al NCIS.

- ¿Qué te parece pasar el día con tía Abby?

       ***

Si todo sale como esperan todo estará resuelto antes de la hora de comer. Está deseando terminar con el problema. El plan está calculado al milímetro, no tiene por qué fallar.

La casa donde le han citado para hacerle un supuesto encargo está prácticamente deshabitada ecepto por un par de vagabundos de lo que se han encargado de mantener ocupados.

Malachi espera arriba; ella se ocupa de la vigilancia.Una mujer de unos treinta años dobla la esquina y pone todas sus instintos en sobre aviso. El brillo de algo metálico le indica que la intrusa va armada.

- Malachi, tenemos compañía- dice por el pinganillo.

- No la pierdas de vista.

A una distancia considerable sigue sus pasos hasta que entra en el portal del edificio.

Aprovechando el poco espacio que hay le da alcance y la arrincona contra la pared, inmovilizándola del brazo para que no pueda escapar.

- ¿Quién eres?

- ¿Y tú?- espeta la chica con ira.

- ¡Suéltela!- gritan detrás suyo.

A pesar del paso de los años no tiene problemas para reconocer la voz de su antiguo compañero. Cuando se gira encuentra a McGee apuntándole con su arma que pronto guarda al reconocerla.

- ¿Qué haces aquí, McGee?

- Eso mismo me pregunto yo contigo.

Lo que más temía de esa misión al final se ha cumplido. Intenta prepararse mentalmente para verle de nuevo después de tantos años pero no parece que esté por allí.

- No está- confirma McGee como si le leyese la mente.

Malachi ha dejado su puesto de vigilancia y se reúne con ellos. Por su aspecto sabe que está bastante cabreado.

- Habéis tirado por tierra una operación del Mossad.

- Y vosotros una nuestra- contraataca la chica.

- ¿Dónde está Gibbs?

- Tomándose un margarita supongo.

Le hubiera gustado mantener el contacto con todos ellos, saber que había sido de sus vidas. Pero también sabe que le habrían intentando hablar de Tony. No quería saber nada, necesitaba alejarse. No hacerles más daño.

- Quiero hablar con quien esté a cargo- dice Malachi.

Mientras Malachi se marcha a hablar por el móvil ella se queda junto a la chica que se toca la mejilla.

Nota que le sangra una pequeña rozadura que ha debido hacerle al golpearla con la pared, saca un pañuelo del bolsillo y se lo da para que se pueda limpiar.

- Gracias- dice ella- Me llamo Rachel Allen.

- Ziva David- se presenta ella.

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