Sofía tenía los ojos llenos de lágrimas, estaba a punto de romper a llorar, pero no podía llorar delante de tanta gente, delante de Adam.
Sofía salió corriendo de esa horrible situación. Odiaba que las personas le vieran llorando y más si eran desconocidas para ella totalmente.
Sabía perfectamente que conocía desde hacía poco tiempo a Adam, pero no iba a permitir que personas se riesen de ella de aquella manera. Adam había jugado con ella de una manera horrible, sabía que algo así tan rápido no podía ser real ni bueno. Sofía se había enganchado demasiado y ahora tocaba llorar.
Había echado a correr y no sabía a dónde se dirigía, no había salido de su habitación y no conocía ese lugar, pero notó que alguien salió tras ella, sólo deseaba que no fuese Adam, porque no quería verlo más.
Sofía se giró. Era Marion, gracias Dios.
- Marion, déjame sola ahora, por favor, quiero estar sola.
- Está bien, Sofía, pero, ¿necesita algo?
- No no, estoy perfectamente, gracias - y diciendo esto, Sofía se puso a llorar más fuerte aún.
- No quiero dejarla aquí en este estado, por favor, venga conmigo.
- De verdad que no, por favor Marion, déjame sola.
Tras esto, Marion le dio unos golpecitos en la espalda y se dirigió de vuelta al gran salón donde se encontraba el resto de personas.
Sofía había llegado a una especie de patio romano, con grandes arcos, un sitio idóneo para llorar. Se sentó en el suelo, apoyada a una de las columnas de un arco y apoyó su cabeza en sus rodillas. No se lo podía creer, creía que Adam no era así.
Consiguió dejar de llorar, pensándolo mejor, por un lado, podría decir que a ella tampoco le había importado nunca Adam y que tan sólo quería divertirse un rato, que no sentía nada por él, quizás Adam no se hubiese dado cuenta de que en cuanto esa chica le dijo quién era, sus ojos se inundaron, quizás podría evitarlo todo y hacer como si no hubiese pasado nada...
Levantó la cabeza, la Luna estaba oculta tras unas cuantas nubes y daba al cielo un aspecto un tanto tétrico.
Cuando bajó de nuevo la cabeza, vio una silueta que no había visto antes entre las sombras del patio. Era un hombre, estaba de pie apoyado en uno de los arcos de una esquina. Tenía una copa en su mano derecha y la otra la guardaba en su bolsillo. Sofía no conseguía verle la cara.
Vio cómo ese hombre dejó la copa en el suelo y comenzó a caminar hacia ella lentamente. A Sofía se le encogió el corazón, había visto muchas películas y aquello nunca terminaba bien. Volvió a apoyar su cabeza en las rodillas.
- ¿Qué te pasa, chica? Parecía que estabas llorando. -dijo el hombre.
¿Quería mantener una conversación con su víctima antes de matarla? Esto también lo había visto en muchas películas.
Sofía levantó la cabeza. No había tanta luz en ese patio como para que su cara estuviese tan iluminada. Era joven, con la piel pálida y el pelo más negro que la noche, tenía unos ojos azules tan claros, que aunque fuese de noche, sabía que eran los más claros que había visto jamás.
Otro con los ojos bonitos - pensó Sofía.
- No lloraba - consiguió decir Sofía.
- ¿Por qué mientes? Te he estado observando todo el tiempo que has estado ahí, ¿sabes? - le dijo el chico.
Genial, un acosador en la sombra.
Sofía no sabía qué decirle, no conocía de nada a ese chico y no solía contarle sus intimidades a conocidos ni mucho menos a desconocidos.
- Este Adam es todo un rompecorazones... - dijo el chico sentándose a su lado.
Su piel rozó con la de Sofía, era fría y ella se estremeció.
- ¿Cómo sab...
- No es nada difícil saberlo, Adam no cambiará, está comprometido desde hace años pero siempre picotea de las flores y he de decir, que tú no es que seas una de las flores más bellas en las que haya picado...
- ¿Cómo? ¡Oiga! Un poquito de respeto...
El chico se rió a carcajadas.
- Es totalmente falso, no pienso eso ni en broma, pienso justo lo contrario.
Sofía se puso roja.
- Eres Sofía, ¿verdad?
- ¿Cómo sabes cómo me llamo?
- Todo el mundo que está aquí esta noche sabe cómo te llamas, eres la reina de la fiesta.... pero un tanto demacrada.
Sofía no se atrevería a mirarse en un espejo ahora mismos, había estropeado el gran trabajo de Marion, pero no le quedaba más remedio, seguramente le harían volver al salón tarde y temprano y no podía volver en ese estado.
- ¿Sabes dónde hay un baño? - le preguntó Sofía al chico.
- Claro, justo al fondo - dijo señalando en una dirección - ve, te espero y volvemos juntos a tu fiesta.
Sofía se levantó, se sacudió el vestido y se dirigió al baño.
De repente se paró en seco, se había dado cuenta de que no le había preguntado al chico cómo se llamaba.
- Oye, ¿cómo te llamas? - le preguntó Sofía.
- Ya lo averiguarás.
Sofía se dio media vuelta y siguió hacia el baño, ese chico estaba loco.
Cuando se miró en el espejo, procuró no lamentarse demasiado por su aspecto. Cogió papel y limpió el destrozo que había hecho. Había arruinado una obra de arte. ¿Qué diría Picasso si le echasen un cubo de agua a su mejor obra? Seguro que nada bueno.
Terminó de arreglarse y regresó al patio, pero Mister X no estaba allí ya.
Se dirigió de nuevo al salón e intentó buscarlo, pero no lo encontró. A quien sí encontró fue a Adam con la chica, SU chica. Sofía cambió bruscamente de dirección.
- Sofíaaaa, Sofía, Sofía, espera, quiero hablar contigo un momento, por favor, espera - gritó Adam.
Sofía casi no escuchaba a Adam, sólo oía su nombre, la música estaba demasiado fuerte, pero mejor escuchar música que la voz de Adam en ese momento.
Adam agarró el brazo de Sofía y ésta le dio un guantazo en toda la cara.
Los dos se quedaron paralizados, ella nunca le pegaba a nadie, ella no quería pegarle, pero no sabía por qué lo había hecho, de todas maneras, el daño ya estaba hecho y probablemente no dolía más que el daño que Adam le había hecho a ella.
Sofía se dio media vuelta y salió de allí dejando a Adam con su mano tocando su cara, allí donde Sofía le había pegado.
Adam no se habría esperado jamás aquello, se quedó helado.
Marion fue en busca de Sofía.
- Señorita, señorita Sofía, espere - le dijo a Sofía.
- No me apetece seguir aquí, me quiero ir a mi habitación - le dijo Sofía.
- No puede hacer eso, al menos no tan pronto, tiene que permanecer un poco más, en cuanto el Ministro haga el brindis en su honor, podrá irse, mientras tanto, por favor, aguante, no tardará en llegar - dijo Marion.
Sofía permaneció de pie al lado de las escaleras inmóvil hasta que se hizo el brindis, ella también tuvo que brindar, por ella... qué gracioso fue eso. Allí de pie vio a Mister X en la puerta del gran salón, levantando la copa hacia ella. Aquel chico desprendía demasiada luz, no sabía si era por su piel tan blanca o porque le había robado la brillantina a Edward Cullen.
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Con la salida del Sol - NO CONTINUARÁ
RomanceSofía cree que no encaja en ninguna parte, se siente sola, dicen que es rara y el amor no se le da bien, pero de repente, su vida da un giro inesperado. Sus padres no saben de lo que es capaz su hija, pero tiene algo desconocido para muchos en este...