Todos se giraron para ver quien había pronunciado esas palabras, pero los ojos de los hombres no alcanzaron a ver más allá de las sombras donde se ocultaba el desconocido.
El hombre dio un paso al frente hasta entrar en el círculo iluminado por la hoguera, tenía los ojos azules, y en su rostro curtido por el viento resaltaban las líneas blanquecinas de antiguas cicatrices. Por debajo de la capucha le asomaban unos mechones de rojizo pelo.
Vestía las ropas típicas de viaje de los Témpler, una camisa azul marina ceñida a la cintura por un ancho cinturón de cuero con hebillas y unos pantalones raídos por los días de viaje a la intemperie en los que se podía adivinar un gastado color negro. Asomando tras la capa una empuñadura floreada de una pequeña espada pendía del cinturón.
Tenia una voz ronca y áspera pero que denotaba firmeza y seguridad y que daba la impresión de que podía sonar suave y melódica si el caso así lo requería. A su espalda asomaba lo que podía ser la funda de algún tipo de extraño instrumento musical.
El desconocido alzó los brazos para apartarse la capa y todos se fijaron en sus manos. Eran unas manos curtidas por horas de trabajo, pero sin embargo un anillo de rubí brillaba en su índice izquierdo.
-¿Pero como podemos fiarnos de ti?- dijo el hombre mas cercano- Ni siquiera sabemos como te llamas.
Por un momento los ojos del desconocido destellaron como témpanos de hielo, entonces susurró:
-Podéis llamarme Denver.
Todos le miraron asombrados. ¿Sería realmente él? ¿El misterioso Denver del que se oían numerosos relatos? Inmediatamente se empezaron a oír murmullos entre los que se escuchaban comentarios.
-¡Dicen que engañó al mismísimo diablo en una partida de cartas!- se oyó decir a una señora.
-¡Dicen que el filo de su espada es tan rápido como el viento!- decía un hombre.
Denver suspiró mientras cerraba los ojos, dio media vuelta y volvió a su oscuro rincón sin decir una palabra más, donde se sentó y solo se veía asomar la esquina de su vieja capa.
**************
Desde el momento que pronuncié mi nombre supe que me traería problemas. Sí, efectivamente, yo soy el famoso Denver, pero no todas esas historias son ciertas. No negaré que me gustan ya que yo inicie muchos de esos rumores, pues siempre es útil tener buena fama. O por lo menos te aporta credibilidad.
Cerré los ojos y suspiré, no debería haberme dado a conocer, me traería problemas, pero era necesario. No quería que se perdieran más vidas inútilmente. Esta noche solo se perderá una vida, o la suya, o la mía.
Puede que os estéis preguntando de qué va todo esto. Sé que probablemente estas sean mis últimas horas de vida. Por eso he decidido escribir todo desde el principio. Para que la gente sepa como comenzó todo.
Y a ti Sophie, seguramente cuando leas esto ya no esté aquí, solo quiero que me perdones y entiendas por qué hice lo que hice.