Único

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Sólo faltaban unas cuadras para llegar a su casa, comería algo, dormiría y tal vez volvería a salir. De todos formas, nunca había nadie en casa que le dijera algo.

Los sonidos de los coches desgastando el asfalto y los gatos maullando lo irritaban de sobre manera, quería llegar lo antes posible, y al mismo tiempo no. ¿Para qué estar ahí? ¿Para qué hundirse en su miseria?.

Cuando un coche pasó veloz, pensó en lanzarse. Al final desistió. Siempre sería una molestia, una carga en la vida de otras personas, alguien indeseable, fruto de una amante, un bastardo, la mancha en el expediente de su intachable familia. Nadie nunca estaba en casa porque no querían verle la cara, porque no soportaban las nauseas que él causaba.

—¿Quieres comprar algo, Yoongi?— Aminoró el paso hasta quedar frente al vendedor.

—¿Qué tienes para mí?

—Hoy te ves estresado. ¿Quieres unos armados?— Asintió con desinterés cuando el otro le extendió la bolsa pequeña con algunos porros.— Mejorate, viejo.

—Muerete, NamJoon.— Le tendió el dinero y siguió caminando.

Ahí estaba, ya podía ver la casa de puertas blancas y paredes azules, y las ganas de darse la vuelta y salir corriendo lo invadieron, pero no lo hizo.

A penas entró, corrió a su habitación como si su vida dependiera de ello, subió las escaleras de dos en dos escalones y se tropezó, cayó, pero volvió a correr.

Su cama lo recibió con los brazos abiertos y él se dejó arrullar por la suave melodía que se reproducía en su cabeza.

—Hola Yoongi-hyung.— Volteó la cabeza a un costado, viendo la silueta de Jimin apoyada en el marco de la puerta.

—Minnie...— Con paso seguro, Jimin se adentró hasta terminar frente a él.

—¿Cómo ha estado?— Sintió los dedos fríos de Jimin acariciando su frente, apartando sus cabellos con calma.

—Y-yo te e-extraño.— Balbuceó cerrando sus ojos para disfrutar del tacto del otro.

—Lo sé, Yoongi-hyung, yo también lo extraño.

Las lágrimas empañaron su vista cuando extendió su mano para acariciarlo y el otro retrocedió.

—Te necesito, más que a nada, vuelve, por favor, regresa, has que mi casa ya no esté vacía, llenala con tu alegría, llename con tu amor.

—Eso ya es imposible y lo sabemos.

—Sí, lo sé.— Yoongi se incorporó en la cama, enfrentando a Jimin con el ceño fruncido.— Vete. Si no vas a estar siempre a mi lado, ¡Entonces vete! ¡No te necesito para vivir!— Apoyó los pies en el suelo y se impulsó para levantarse y poder tocar a Jimin, quien con una sonrisa se desvaneció.

Jimin no estaba ahí, nunca más lo estaría, Jimin no estaría en ningún lado, él se encargó de extinguir su luz, de hacerlo miserable hasta que ya no lo soportó y se quitó la vida. Su culpa, suya y sólo suya.

Tomó la bolsa que le compró a NamJoon y prendió uno, para así olvidarse de Jimin y de su dolor momentáneamente.

Porque Jimin estaba en su cabeza.

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500 palabras exactas.

Este drabble está inspirado en la canción de Avril Lavigne "Nobody's home"

Bye~

Belén

Nobody's home ||YoonMin||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora