Sinceridad

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-Ahora que se ha ido puedo hablarte con sinceridad.

- ¿A qué te refieres?

-A todo.

- ¿Qué tengo que ver yo en ese todo?

-Ya verás. Aunque creo que siempre lo has sabido. Cuando ella se fue me llamó y me dijo que no te dijera nada. Ese mismo día, unas horas después, me llamaste para preguntarme si sabía algo de ella.

-Y me dijiste que no.

-Sí.

- ¿Por qué lo hiciste?

-Por ti.

- ¿Por mí? A mí no me habría importado saber que se iba. Tal vez me hubiera dolido, pero nada más.

-Nosotros no pensábamos lo mismo. ¿Recuerdas aquella vez que nos quedamos bebiendo en el parque cerca a mi casa?

-No...

-Intenta. Era octubre. Ese día me habían despedido del trabajo y tu habías peleado con Marta.

-Ya... Sí. ¿Qué pasó ese día?

-Ese día estábamos hablando de la infidelidad. Fue ella la que comenzó a hablarnos de que ser infiel era normal, una ocupación del ser humano, casi que una obligación con la pareja. Yo le decía que no, que ser infiel iba contra toda naturaleza de los vínculos, que la traición...

-Era un pecado.

-Sí. ¿Lo recordaste?

-No, es que te la pasas todo el tiempo diciéndolo. La traición es pecado.

-Hubo un momento en el que tu hablaste. Dijiste que habías traicionado a Marta, pero no nos dijiste con quién. Simplemente dijiste: <<yo me acosté con otra, y engañé a Marta>>. ¿Quieres otra cerveza?... ¿Disculpa? ¿Nos traes dos cervezas?...

-...

- ¿No lo recuerdas?

-No, sí recuerdo haberlo dicho, pero no recuerdo haber traicionado a Marta.

- No me engañes.

-No lo hago.

-Háblame con sinceridad.

-Bueno... La verdad es que... Sí estuve con una mujer. Antes de lo que pasó en el parque Marta y yo estábamos llevando una muy mala relación. El niño apenas podía moverse, me tocaba hacer todo por él y Marta no hacía nada. Yo llegaba y lo veía llorar, le sentía la fiebre, altísima, y me iba al baño a llorar. Luego salía a fumar y después me entraba a gritarle a Marta. Ella apenas me miraba, luego desviaba su atención hacía cualquier otro lado hasta que yo terminaba.

- ¿Y el niño?

- A eso voy...Me quitaba y me iba a ayudarlo. Le ponía paños de agua fría, le hablaba, le contaba cosas que nunca escribí. Y él sonreía, me decía que me amaba, que no me fuera nunca. ¿Sabes qué es eso? Yo creo que no. Cuando se dormía yo me iba al bar y me emborrachaba hasta que me daba sueño. A veces me traía la botella a la casa, sólo para que Marta me viera bebiendo, matándome, envenenándome. Pero a ella no le importaba, ¿sabes? Ella ya estaba envenenada...

-Nunca me contaste esto.

-Poco tiempo después me separé de Marta. Y el niño se fue a vivir a otra ciudad, con unos tíos o algo así. Marta me llamó a casa de mi madre para contármelo, para decirme que su hijo se había ido creyendo que su papá no lo despidió y que me había dejado una carta. Yo no sabía que era más deprimente: que el mocoso creyera que yo era su padre o que me hubiera escrito algo... Todavía lo sigo pensando.

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⏰ Última actualización: Jan 10, 2017 ⏰

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