Siesta Eterna

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Él se veía feliz, muy feliz y supongo que no fingía, supongo que lo era aun mas estando con ella.

No entiendo como podía sentirme tan enojada, frustrada, sola y torpe tan solo de verlo con ella. Me sentía inútil, desechable, yo quería sonreír y alegrarme al verlo feliz pero en lugar de eso solo se me hacia un nudo inmenso en la garganta y los ojos se llenaban de lágrimas, sentía una presión en el pecho y una soledad agobiante ahora que no estaba conmigo.

Miraba el techo de mi habitación recostada en mi  cama y recordaba su sonrisa como me hacia reír y todas esas llamadas y platicas que no parecían tener fin. Note una sonrisa involuntaria en mi rostro, mire la foto una vez mas y esa sonrisa desapareció al instante. Me preguntaba como había sido tan tonta, tan ciega para no poder ver que no era la única en su vida y que solo era un premio para que él no se sintiera solo.

Él ahora era feliz y ella también lo era, sin saber que muchas de las palabras que le había dicho me las decía a mi también.
— ¡¿Como pude ser tan tonta?! ¡Creer en toda esa basura como una niña soñando despierta en que él tomaba enserio lo que sentía!—
Dije, al tiempo que me levante de mi cama dejando la foto en la cama sobre la almohada, azote la puerta de mi habitación con lágrimas en los ojos, abrí el cajón de mi closet del cual saque la navaja que guardaba ahí y que esperaba fría a que mi sangre y piel le transmitirán calor tras tanto tiempo ahí encerrada, tiempo que ahora creía que había desperdiciado con él tiempo en el que me segaron palabras bonitas, actos dulces y caricias suaves
—¿Como? ¿como? ¡¿como?! ¡¿COMO?!—
me preguntaba entre lágrimas pues no encontraba razón lógica a esta acción él solo decidió usar me para llegar a ella jugo conmigo. Yo quien por él habría dado prácticamente todo.

Tome fuerte la navaja y sin dudar hice un corte desde la muñeca en vertical hacia mi codo, el ardor solo me permitió llegar a la mitad pero al ver como la sangre brotaba supe que era suficiente. Con poca fuerza tome la navaja con la otra mano para repetir el corte en mi otro brazo. Ya no quería saber nada de él, no iba a dejar que me usaran de nuevo ya no quería saber nada de mi y así fue como entre lágrimas y pensamientos de una vida lejos de él, con la cuchilla en una mano y su foto en la otra, por fin pude dormir, dormir por siempre y despedirme de la agonía

mi nota de suicidio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora