Capítulo 14

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—¿Irás con él?

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—¿Irás con él?

—¿Te interesa?

—Ángela, no puedes...

—¿Te interesa? —repetí. Aparentaba ser de piedra, mi voz átona, mientras mi corazón latía con frenesí. ¿Por qué deseaba tanto escuchar su respuesta?

Sebastián me miró por varios segundos intensos. Sus pestañas eran tan oscuras que hacían un contraste interesante con su piel canela; siempre me había fascinado aquello, solía pensar en esos simples detalles por horas. Ahora, él me miraba como si no pudiera comprenderme y mis acciones lo sacaran de quicio. Su silencio era un anticipo de la grosería que, muy seguramente, vendría a continuación. Tenía muy claro que yo no le importaba y mi pregunta tenía el único propósito de satisfacer mi lado masoquista. 

Quizá necesitaba escucharlo despreciarme para tomar el impulso que me faltaba y subirme al auto de Traian. El tiempo seguía corriendo y podía escuchar el motor su coche acelerarse. Sabía que lo hacía adrede, recordándome que me estaba esperando. No sabía qué iba a hacer, solo podía concentrarme en mantenerme firme ante los ojos de mi primer amor, el cretino más grande que había conocido en mis diecisiete años de vida.

—Me interesa.

Parpadeé repetidas veces sin poder creer lo que había escuchado. ¿Lo había imaginado? Por poco mi boca cae abierta, mientras la mandíbula de Valerie rozó el suelo ante la sorpresa. La escuché jadear, pero yo no conseguí expulsar ningún sonido. Me llevé una mano al corazón y tuve la tentación de pellizcarme para asegurarme de que no estaba soñando.

Sentía la mirada de Valerie rebotando sobre nuestros perfiles, pero él y yo nos contemplábamos fijamente. Entonces, mi mejor amiga susurró tres palabras que me decían exactamente lo que estaba pensando:

—Un minuto, Ángela.

—Me interesa —insistió Sebastián, y mentiría si dijera que no sonaba como si le costara pronunciar cada palabra. Sentí cada sílaba repercutiendo mi alma. No conseguí hablar, así que dio un paso adelante—: ¿Escuchaste? Me importa. Detén esto, no te vayas con él.

Miré mis zapatos escolares, pensando en cuánto tiempo deseé escuchar esas mismas palabras. Soñaba despierta con ellas, fantaseando en el cariño que implicarían y lo feliz que podría ser. Aún en ese momento, después de todo lo que habíamos pasado, escuchar su voz torturada lograba volver nudos mi estómago y extraviar mi voz.

—Menos de un minuto —volvió a susurrar Valerie, sonaba cada vez más tensa, pero no hacía amago de interrumpirnos. Lo comprendía, ella sabía que había cosas en las que podía entrometerse y otras en las que no debía.  

—¿Ahora te interesa? —mi voz se rompió sin poder evitarlo.

Nos miramos. Él me absorbía, yo intentaba entenderlo. Él manifestaba un acervo de sentimientos, yo solo me preguntaba cuál era la trampa. ¿Cómo era posible que hubiéramos llegado a esto? Permanecimos en silencio.

Latido del corazón © [Completo] EN PAPELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora