Capítulo 3.

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Diamantes oscuros.

Capítulo 3.

Lunas’s POV:

-¿Tienes tiempo o no?- habló Matt con un su típico insípido tono. Dios, lo mucho que detestaba su forma de ser.

-Lo dudo, Matt. No estoy dispuesta a rollos de fin de semana.

-¿Por qué?- preguntó con tono molesto- si te marqué a casa de Becca, es porque en verdad necesito que me acompañes.

-¿Cuánto tiempo durará eso?- miré mis uñas. Becca me hacía el típico gesto de “cuelga el maldito teléfono, detesto a ese hombre”, y yo intentaba no reírme.

-Dos horas, cuando mucho. Mi hermana es pequeña así que pronto se va a aburrir en el festival.- dio un respingo. 

Agh. El problema no era la pequeña Sally; el problema era su hermano de veinte años, con muchas hormonas y poco cerebro.

-Bien, lo haré.- Becca me miró con la boca abierta y el ceño fruncido. 

-Te veo a las ocho. Necesito reinscribirme temprano, así que arreglaré mis papeles.- dijo y recordé la maldita fecha de inscripción.

-De acuerdo. A las ocho.- dije y colgué.

-¡Estás de broma!- acusó Becca- Matt es un imbécil, Luna. 

-Déjalo ya. No lo estoy haciendo por él.- siseé.

-Te va a utilizar y terminarán teniendo sexo en la parte trasera del auto.- dijo y recordé mis citas con él. 

De acuerdo, Matt era un idiota. Pero Sally siempre había sido buena conmigo, y creo que de esa familia, sólo esa pequeña podía llegar a hacer diferencia.

-Lo evitaré, lo prometo- la miré, estaba esperando a que me diera un poco de confianza-. De todas maneras voy a preguntarle sobre la reinscripción.- me encogí de hombros.

-¡Mierda!- masculló mi guapísima amiga, y se levantó sobre sus graciosos tenis para correr- no recordaba eso. Estas vacaciones son realmente cortas y mis papás han tenido problemas fuertes de dinero.- lamentó mirando hacia su alrededor; habían perdido gran parte de sus propiedades.

-Yo espero que me alcance con mi último pago.- recordé lo pesadito que se ponía mi jefe conmigo, y ya no quería seguir en ese trabajo. 

-Tiene que pagarte, no puede ser que ser quiera pasar de listo, y ni así te pague.- negó con la cabeza.

-Lo estoy deseando, ya no quiero seguir ahí, es, uhm… incómodo.

-Me daría bastante gusto que su mujer lo viera tratándote así. 

-A mí no, la señora es bastante amable con todo el mundo. Nadie que sea así, merece tener un esposo deseoso de mujeres jóvenes.

-Lo sé, pero le pondría un alto, ¿no?

-Tal vez.

Becca estuvo conmigo aproximadamente una hora más, y me despedí para ir a casa.

Encendí las luces y me guie directamente hacia mi habitación.

La verdad es que tenía mucho tiempo que no tenía mantenimiento de nada. Desde que mis padres habían muerto, yo no era más que una joven sola. No tenía familia cercana, o que yo conociera, cuando menos.

Tomé uno de los pocos vestidos que yacían en mi armario y me cambié rápidamente. Coloqué maquillaje y solté mi cabello, dejando que mis ondas naturales se formaran, tras haber estado horas con una coleta alta.

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