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Jimin siempre había soñado con encontrar a su alma gemela, su pareja destinada, su verdadero amor. Pero siendo un omega, su familia siempre consideró que lo mejor para él era conseguir un alfa con buen estatus en la manada, y no necesariamente a alguien que ni siquiera sabían si aparecería alguna vez. Los matrimonios por conveniencia no eran muy frecuentes, pero siempre habían excepciones, generalmente en familias prestigiosas, como la suya.

-Deberías hacer el intento.- Le dijo su madre.- Chanyeol es un buen muchacho, conocemos a los Park y son buena gente.

-No, madre, no iré. Me niego a aceptarlo, no voy a casarme con él sólo porque ustedes así lo desean.- Con lo brazos cruzados, Jimin rodó los ojos.

-Podría ser tu pareja.- Eunha bufó molesta por el descaro de su hijo.

-Y podría no serlo, también.- Refutó él.

-¡Bien, has lo que quieras!- Con un portazo, su madre desapareció de su vista.

Jimin se tendió en su cama con la vista fija en el techo, sus ojos ardían por las lágrimas retenidas que se negaba a largar. ¿Tan difícil era entender que él quería a su pareja, a la única que lo complementaría, quien lo comprendería y apoyaría siempre? No, ¿Verdad? ¿Por qué sus padres no lo entendían?.

Su celular sonó y lo tomó con pereza leyendo un mensaje de Taehyung.

"Hey, pasiva, ven a mi casa. Mis padres salieron y haremos una noche de chicos"

Jimin sonrió con las ánimos renovados, estaría con sus amigos y olvidaría el mal trago que le había dado su madre.

Como era una noche de chicos, sólo estarían sus amigos, así que no se arregló casi nada, sólo enfundó sus piernas con un pantalón de cuero negro y se puso una remera sin mangas del mismo color. Tomó su chaqueta, ató sus agujetas y salió a buscar a su madre para avisarle que saldría.

Su madre no estaba muy contenta con la negación de su hijo a acudir a la cita con Chanyeol, y mucho menos lo estuvo cuando Jimin le avisó que saldría. Su ceño se frunció aún más al ver sus pantalones, esos que ella le había prohibido usar porque no dejaban nada a la imaginación. Pero no dijo nada, sólo volteó el rostro y Jimin lo tomó como un "Has lo que se te dé la gana", y eso hizo.

El aire frío lo golpeó de la nada cuando salió, así que se puso la chaqueta y comenzó a caminar por la calle aprovechando que ningún coche pasaba. Caminando en línea recta se topó con Yoongi, el alfa estúpido, saliendo de su casa. Un silbido lo hizo resoplar molesto.

-¿Qué con esos pantalones, mocoso? ¿A caso no entiendes que vuelves locos a todos de esa forma?- Yoongi lo miraba con una sonrisa ladeada.

-Hola, Yoongi-hyung.- Habló con respeto, porque a pesar de que el alfa le cayera mal, debía respetar la jerarquía.

-¿A dónde te dirigías?- Los ojos profundos de Yoongi, lo hipnotizaron momentáneamente.

-Voy a lo de TaeTae.- Respondió con una sonrisa un tanto forzada.

-Oh, bueno, camina.- Con un movimiento de su cabeza, Yoongi le dio a entender que debía seguirlo.- Esos pantalones llaman demasiado la atención, como si tu aroma no fuera lo suficientemente llamativo.- Siseo.

-¿Q-qué?- Un gran sonrojo se apoderó de sus mejillas al escuchar al mayor, si hasta parecía preocupado y todo.

-Sí, tienes este olor a durazno y, déjame decirte que es bastante fuerte. Puedo sentir como apestas a kilómetros.- Yoongi hizo una mueca y una parte de Jimin se sintió decepcionada.

De noches locas y Parejas destinadas •YoonMin•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora