Parte única.

308 73 16
                                    

  — ¡Pero ustedes dos están destinados! — MinGyu tartamudea, seguido de un fuerte asentimiento de WonWoo — ¡P-pero! ¡JiCheol! —  exclama, sacudiendo sus manos locamente, siendo nuevamente seguido de una mirada firme del mayor, como confirmando que lo que decía un tembloroso MinGyu era cierto, porque lo piensa él y si Jeon WonWoo lo cree, es porque debe ser cierto. 

— ¡No! ¡MinGyu, basta! No existe el JiCheol, no estamos destinados, SeungCheol no me quiere a mí y yo... No hay nada entre nosotros, no hubo, ni habrá— JiHoon dice, procurando que su voz se mantenga adusta como su rostro. 

Los ojos felinos de WonWoo destellan en la semi oscuridad del estudio, cuando los amigos de JiHoon descubrieron que había algo raro en su comportamiento, inmediatamente enviaron al ser más amable sobre la faz de la tierra y a la persona a quién nadie puede mentir. Había descubierto el fallo en el discurso solemne del compositor de Busan. Lee JiHoon sí estaba enamorado de Choi SeungCheol. Ahora, no ayer, no mañana. Y eso era, probablemente, lo que hacía que el chico estuviera perdiendo la cabeza y se desmoronara cada vez que su corazón se sentía tocado por el líder del grupo. 

A pesar de su gesto serio e imperturbable, WonWoo podía ver como estaba aguantando las ganas de llorar y como sus músculos se tensaban cuando pensaba en el muchacho de Daegu que había robado su corazón a la fuerza, empujando, abrazando, sonriendo. MinGyu chilla lleno de frustración, porque él hubiera jurado que en las miradas que se conectaban, había amor. Un amor profundo, que iba más allá del romanticismo simplón o el cariño forzoso luego de seis años de conocerse. Incluso más allá de la pasión que brotaba de sus cuerpos jóvenes. Ese amor que empujaba al líder del grupo a mirar a JiHoon, como si fuera el ser más precioso en el mundo, incluso si no estaban cerca; él podía notar la conexión. 

Pero, ¿por qué estaba siendo tan cruel? SeungCheol parecía desvivirse por él y JiHoon estaba allí, encerrándose en sus propios temores en vez de tomar al mayor y amarlo sin tapujos. WonWoo apoya una mano sobre su hombro y le hace un gesto, para que se tranquilice. MinGyu apura una sonrisa suave y asiente. 

  — ¿Estás así porque dijo que JeongHan sería buen material como esposo? —  preguntó WonWoo, directo y sin rodeos. Aquello había sucedido durante el desayuno, cuando el ángel del grupo se aseguró de embadurnar la jalea como a él le gustaba, aunque no recordaba habérselo dicho. JiHoon hubiera querido ser él quien le preparara las tostadas como le gustaban, hubiera empujado a JeongHan y le hubiera recitado de memoria como le gustaba el jugo de naranja, sin pulpas, porque se atoraban en el sorbete y luego terminaba tosiendo. 

MinGyu recordó el momento en que SeungCheol le dijo a JiHoon que se casarían, cuando lo llamaba "Amor" y gritaba "Querido, querido" buscando con desesperación al pequeño hyung que se escapaba de entre sus brazos y corría a esconderse detrás suyo. Ya no son los niños que jugaban cuando estaban en un sótano verde, sin mucho que hacer y entreteniéndose solo con lo que tenían en sus cabezas. Woozi es más que consciente de eso, sabe que en la actualidad, el líder no puede hacer eso. Pero a veces le gustaría. Que intentara robarle besos como antes lo hacía, que apareciera discretamente y aún con más suavidad deslizara sus manos por su torso para abrazarlo por detrás y le susurra cosas lindas al oído. 

Desde que debutaron, se prometió a sí mismo que su único amor sería la música. Pero en esos momentos se preguntaba qué tan complicado habría sido responder a las insinuaciones, a las caricias y a las risas tontas del muchacho de Daegu. ¿Podrían haberse mantenido así para siempre? ¿Sería justo con SeungCheol esperar que siempre estuviera a su alrededor, aún con rechazos y discusiones profesionales de por medio? JiHoon no podía prometerle nada a SeungCheol, ni una boda en Octubre, ni que lo llamaría amor. 

Así que era comprensible que en esos momentos estuviera abrazando a JeongHan como si se le fuera la vida en ello, que esos ojos que antes lo miraban solo a él, ahora giraran hacia dónde el ángel iba y lo miraba de esa manera. Esa que empleaba sólo con él. Esa mirada en la que le transmitía que era la única persona en el mundo que le importaba. A veces, cuando la maldad le gana, quiere decirle a JeongHan que no crea nada, que no es especial, que nadie es especial. Sólo son un juego impulsado por el consumismo de los fanáticos. 

Pero eso lo convertiría a él en exactamente lo mismo, un juego, entretenimiento pasajero de un aburrimiento que parecía eterno cuando tenían diecisiete años y nada que hacer por al menos cuatro horas de ensayo. ¿No era eso lo mismo? JiHoon hace lo que siempre hizo para sentirse bien, componer, hacer música, convertir sus sentimientos improductivos en algo que valiera la pena. 

  

—  JiHoonnie, ¿qué estás haciendo? Es tarde y debemos descansar para la agenda de mañana —  SeungCheol sabe que JiHoon no está componiendo, porque él no compone de madrugada. Entonces, gira la mirada a su alrededor y lo ve tocando una canción vieja en el teclado. Una que ejecutaba antes de que Pledis le pidiera que se olvidara de sus orígenes académicos y se abrazara al pop. Lo conoció tocando esa canción. Según le había dicho, era clásica. Cuadrada, con un tiempo definido y fácil de recordar. Pero no la estaba ejecutando como la primera vez que lo vio. Ahora, el tiempo variaba, como si fuera un pájaro herido intentando volar. 

— Eh, ¡sí! ¡Estaba intentando escribir algo! — chilla, sorprendido, demasiado fuerte para la silenciosa noche que estaba sobre sus cabezas. 

SeungCheol sonríe, aunque sabe que le está mintiendo. Le ayuda a cerrar todo y guardar las cosas, pero JiHoon no es el niño demasiado serio y perfeccionista que conoció tiempo atrás, cuando creía que el chico de Busan no era humano porque era imposible que no se divirtiera en una fiesta y que no sintiera curiosidad por besar a alguien. No era el chico que creía que no eran necesarios los sentimientos para escribir sobre el amor. 

Alza los ojos y ve la pequeña figura de JiHoon recortada contra el ventanal. SeungCheol abre la boca, pero no dice nada. El compositor lo mira, sin reproche y sin ese molesto gesto de "¿Qué estás haciendo?" que parece ser su única expresión. Entonces, él ríe. Porque se dio cuenta de que Woozi siempre ha estado enamorado. De él. De ellos dos juntos. Que todas esas canciones dónde rogaba que alguien tomara su mano, eran escritas para él. 

— ¿Qué hubiera pasado si tú y yo...? 

JiHoon lo interrumpe. 

— La vida es más simple si no nos hacemos esas preguntas. 

SeungCheol cree que JiHoon es complicado, no como JeongHan. Pero que lucha con todas sus fuerzas para ser más sencillo. Asiente, porque esa distancia entre ellos dos, creciendo como un muro impenetrable de hielo no se desvanece incluso cuando se da cuenta que están a veinte centímetros de distancia. El menor ladea la cabeza, mirándolo como si en serio quisiera descubrir que hubiera pasado si hubieran intentado estar juntos. 

Porque a Choi SeungCheol le había gustado mucho Lee JiHoon. 

Porque a Lee JiHoon le gusta mucho Choi SeungCheol. 

Puede que esas hayan sido las razones por las que JiHoon atrajo a SeungCheol cerca suyo, pero incluso cuando el mayor roza sus labios contra los suyos, sabe que no se pertenecen. Que la oportunidad que tuvieron de estar juntos ya pasó y qué, a contrario de lo que cree MinGyu, ellos dos no están destinados a estar juntos. Pero aún así, por pura frustración ambos se besan. No fue lindo, porque las manos cálidas de SeungCheol lo tomaron con demasiada fuerza, quizá porque había esperado demasiado tiempo para hacer eso; porque JiHoon escondió sus manos en el cabello de SeungCheol al no saber qué hacer. Porque cuando llegaron al departamento, temblorosos, llorosos y distantes; Yoon JeongHan sonrió con calidez. 

if you and me // jicheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora