Era una tarde como cualquier otra, el sol se ponía y yo solo estaba sentado en el porche leyendo un libro que había recibido hace poco de mi madre, debería saber que a un chico de 16 años no le interesan cosas como esa, pero de igual forma no iba a protestar.
Cerré con pesadez el libro. Estaba cansado. Sin mencionar que los chicos de mi escuela eran unos idiotas, toda una mierda. Rutina y más rutina, así eran mis días. Soportar a mi inaguantable e irritante hermana, eso era otra historia, en general nunca me he interesado en las demás personas, especialmente en las chicas, me pongo excesivamente nervioso, siento que en cualquier momento se romperán en dos. Realmente soy un misógino.
Un día de la nada, el caos inundó al mundo con una terrible plaga que se esparció, como una nube negra sin final que alteró a todos, perdimos las comunicaciones fuera de la ciudad ¿Ha contaminado a todo el mundo? El desconcierto no tardo en atacar hasta a las familias más inocentes. Los supermercados siendo saqueados, sangre por doquier, gritos de desesperación ahogaban la ciudad. Una catástrofe.
Recuerdo perfectamente lo que sucedió, era una tarde tranquila con un cielo pintado de un inusual color anaranjado, de repente una nube negra cubrió el hermoso firmamento, no escuchaba nada, toda esa contaminación auditiva que aturdía la cuidad había desaparecido, sentí una leve preocupación, me levante del asiento en el que me encontraba y me dirigí rápidamente hacia el teléfono que estaba en la sala de mi casa, marque con angustia al colegio de mi hermana, nadie contesto, así que decidí marcar a mi madre, ella con suerte respondió, su voz no era la misma, se escuchaba un poco asustada, pude divisar algunos sollozos de fondos que no eran normales unos se podían diferenciar por ser de auxilio, susto y algún que otro grito desesperado, lo único que recuerdo fue que me advirtió que no saliera de casa, de un momento a otro mi desesperación aumento, pensé en ir a mi cuarto a recoger lo necesario, tenía un mal presentimiento, algo no encajaba es como si el mundo estuviera desconectado de todos y todas.
No es como si realmente tuviese la certeza de que algo malo estuviese pasando, ¿Paranoia? seguramente, pero no había nada que pudiera hacer. "no salgas de casa", fuera una catástrofe o no es obvio que saldría a investigar, soy un chico después de todo, contradecir a mi madre es mi pasatiempo favorito.
Tenía una pequeña y vieja mochila, bastante desgastada la verdad, tanto que tenía algunos agujeros en la parte trasera aunque gracias al cielo nada "medianamente grande" podía caerse por ahí. Guarde un par de manzanas y barras energéticas, es decir, demonios, tenía hambre y lo más probable es que camino a la escuela de Sara solo aumentara más y más. Llevaba una navaja de bolsillo por si algún idiota de mi escuela intentaba pasarse de listo conmigo, aunque nunca llegue a usarla realmente.
Salí de mi casa después de ponerme un par de zapatillas negras, mis favoritas, y descolgar un abrigo del perchero.
La calle estaba extrañamente vacía, ni los molestos niños jugando con su pelota en la acera frente a mi casa, ni la vecina cascarrabias, ni el señor Thomas al cual tanto odiaba... nada, solo silencio.
Al poner un pie fuera, comprendí, el mundo había sido perturbado.
- ¿Hola? –pregunte en un tono ligeramente alto. Nada. Solo el eco de mis palabras rondando vagamente por la calle.
Parecía como si todo el mundo hubiese desaparecido.
Al cerrar la puerta tras de mi algunos gemidos y bufidos incoherentes se escucharon a la lejanía. Era el señor Thomas, genial, la última persona que quería ver. Pude notar algo de sangre entre sus ropas, estaba de espaldas así que realmente no podía ver de qué se trataba. Diseñe una sonrisa incomoda en mi rostro, como esa que le mostraba todas las mañanas y me dispuse a preguntarle qué le había sucedido y si podía brindarle mi ayuda de alguna forma.
Me acerque a él, tocando ligeramente su hombro
– Señor Thomas, ¿se encuentra bien? –
Nuevamente no respondió, simplemente se escucharon unos leves gruñidos provenientes de sus labios, sabía que era un neandertal, pero esto era absurdo.
Antes de que pudiera reaccionar, se abalanzo sobre mí, ¿Qué demonios?, grité intentando hacerlo entrar en razón, pero era inútil, el simplemente avanzaba hacia mi agresivamente con la clara intención de morderme. Recordé la navaja que se encontraba en mi bolsillo e instintivamente la levante, haciendo que esta se clavara en su estómago. Dejándome lleno de sangre.
Justo cuando creí estar fuera de peligro, el desgraciado volvió a levantarse. ¿Cómo era posible si tenía un puto puñal en el estómago?
Estaba asustado, si, así que aun tembloroso decidí clavarlo en su cabeza. Cerré los ojos. Cuando los abrí, mis manos estaban ensangrentadas, pude ver como mi vecino se desplomaba en el suelo con lo navaja clavada entre ceja y ceja, la sangre no tardo en empezar a salir, dejando la calle pintada de rojo, vomitivo, el charco se extendió hasta ensuciar mis zapatos. Verlo allí tirado me producía gran repulsión, que asco.
Simplemente me quede allí, parado a la mitad dela calle observando al hombre que acababa de matar.
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Si muriera antes de despertar (Zombies)
Mystery / ThrillerNuestro protagonista es un chico despreocupado que vive con hermana y su madre, tiene 16 y no tiene preocupaciones en la vida. Hasta que un día explota en su cuidad una extraña epidemia que convierte a todos en seres repulsivos come humanos. ¿Lograr...