III

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Al ya no pasar los descansos con el comenzó a pasarlos con nosotros. Ella era bastante alegre, sociable y graciosa, incluso podría decir que era linda. Todo lo contario a mí. Como era de esperarse comenzó a ganarse el cariño de todos en un corto tiempo. Podría decir que era el ¨alma de la fiesta¨.

El año transcurría y cada vez era más apegada con nuestros amigos, y yo...bueno, yo solo estaba presente. Me invitaban a salir con ustedes pero muy pocas veces iba. Mis padres son muy sobreprotectores y por supuesto que su respuesta casi siempre era no. Odiaba el hecho de que no podía pasar tiempo contigo después de la escuela y el poco tiempo que pasaba en la escuela solo te veía en los descansos.

Recuerdo que cerca de donde solías jugar basquetbol había una esquina donde solíamos ir mis amigas, y Sara, en los descansos a verte jugar a ti y a tus amigos.

Un día pude notar que Sara te veía como yo solía hacerlo cuando tú no te dabas cuenta. ¿Acaso le gustabas? Yo esperaba que no.

A dos días de eso la pregunta aun rondaba por mi cabeza ¿le gustabas a Sara? No pude soportarlo más así que en un descanso cuando Sara fue a comprar comida le confesé a Cecilia y a Mariana (debes de saber que se hicieron buenas amigas entre ellas. Gracias a mí, supongo. Ambas eran mis mejores amigas) que me gustabas mucho y que estaba enamorada de ti desde hace bastante tiempo. Ellas solo dijeron que ya lo sabían ¿pero cómo? ¿Acaso era tan obvia al verte? ¿Tú ya lo habías notado? Y si era así ¿Qué pensabas tú al respecto? ¿Me odiabas ahora? ¿Yo también te gustaba? Miles de preguntas comenzaron a rondar por mi cabeza. Y otra vez, ese miedo a que dejáramos de hablar por culpa de mis sentimientos, que tal vez, no eran correspondidos, me atormentaba.

Ahora que mis amigas sabían al respecto trataron de ayudarme varias veces a hablar contigo para que nos conociéramos más. Bueno, eso no funciono del todo. Cada que lo intentaba no salía palabra alguna de mi boca. Seguramente después de tantas veces de mis intentos fallidos de hablarte tú comenzaste a creer que era tonta o tenía algún problema. No era del todo falso, si tenía un problema, y ese era mi timidez extrema. Y eso sumado con mis nervios al estar cerca de ti era igual a desastre.

Desde ese día la mayoría de los descansos los pasaba con mis amigas en aquella esquina. Mirándote siempre de manera disimulada, e incluso casi no mirándote, mientras tu jugabas con tus amigos.

Seguía notando que Sara te miraba igual que yo lo hacía. Comenzaba a odiarla un poco más. Aunque claro, tenía que fingir que me caía súper bien y que éramos buenas amigas. Pues como dije, todos los de nuestro círculo de amigos le hablaban. Y si por alguna razón ella y yo no nos hablábamos o incluso peleábamos claramente entre ella y yo la elegirían a ella para continuar con algún tipo de amistad

Días después note que Sara comenzaba a hacerte plática, parecía que de verdad te agradaba. La odiaba porque ella era capaz de hacer algo que yo no podía...iniciar una conversación contigo y mantenerla sin convulsionar internamente. Como una semana después ustedes se hicieron buenos amigos. Reían, jugaban, la pasaban bien. Y yo...bueno, yo seguía mirándote a ¨escondidas¨ y sin poder decirte algo más que un hola.

Cecilia al conocerte demasiado me dijo que me ayudaría contigo. Que se sentaría a hablar contigo y entre la plática disimuladamente me sacaría al tema y preguntaría que opinabas de mí, o algo así, no recuerdo bien. Estaba tan nerviosa que sentía el corazón atorado en mi garganta y apenas le prestaba atención.

El descanso lo pase solo con mariana. Ella trataba de calmarme un poco. Poco más y explotaba mi corazón. Al entrar a clases lo primero que hice fue preguntarle a Cecilia sobre lo que había hablado contigo. No me esperaba para nada su respuesta. Me dijo que habías dicho que parecía alguien agradable pero que siempre que intentabas iniciar una conversación conmigo yo me ponía nerviosa y salía corriendo. ¿Acaso tú también querías conocerme más? ¿Te agradaba en serio? Si era así trataría de controlar mis nervios cuando te acercaras a mí e intentaría conversar contigo.

Juro que lo intentaba, pero mi instinto era huir de ti. Lo siento.

A días de la plática con Cecilia y tras pensarlo mucho con la almohada decidí dejar mis nervios y mi timidez atrás, o al menos lo suficiente para poder hablarte como una persona normal. Bueno, en parte era por eso, por otro lado debo aceptar que me molestaba el hecho de que Sara con tan poco tiempo de conocerte te tratara como a un amigo que conocía desde hace años. Si, lo admito, estaba celosa.

Para ti, querido crushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora