Prólogo

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Son las 6 am y mi alarma no deja de sonar, me gustaría quedarme en mi cama durmiendo plácidamente, pero tengo mi razón de ser en esa guardería en la cual trabajo. Mis ángelitos son mi razón de vivir desde que mi Teddy se fue, estos niños son mi motivo para estar en pie. Salgo de mi cama en dirección al baño. Cuando estoy en el me pongo frente al espejo y veo a una chica pálida, cansada, con brillantes ojos azules y una maraña de pelo alborotado. Sí, esa soy yo Anastasia Steele.

Tengo 21 años, trabajo en la K&KGW o el Kindergarten & Kinder garden George Washington. Estudiaba literatura inglesa en la WSU, pero cuando le diagnosticaron cáncer a mi padre, Ray, me salí, conseguí un trabajo y por suerte logré comenzar a trabajar en la guardería. Tiempo después de estar haciendo varios exámenes y claro mudarnos a Seattle nos informaron que lamentablemente era muy tarde que él tenía muy poco de vida. Así que como deseo y última voluntad el me pidió que le diera un nieto y como quería a mi padre feliz me puse manos a la obra y con esto me refiero a que trabajé mucho para juntar dinero para un tratamiento in vitro.

Cuando lo conseguí literalmente corrí hasta el hospital en el cual ya había visto el tratamiento. Me acerque al banco de esperma y ni siquiera vi un catálogo o lo que sea que contiene información del padre, sólo aposté porque el que fuese más certero lo tomé y fui a hablarlo con el doctor que me haría el procedimiento. Obviamente él se río en mi cara por querer hacerme el in vitro siendo virgen, yo le dije la situación y lo entendió pero le preocupaba lo del parto, yo le dije que a mí no ya que medicamente ya no soy virgen por un accidente en un pasamanos que cuando era pequeña. Una vez dejándolo tranquilo con respecto a eso me práctico en procedimiento.

Dos semanas después ya había una semillita en mi vientre el cual comenzaría a crecer con mi ayuda. Recuerdo que papá lloró cuando se enteró y me dio mil gracias por hacer esto ya que él sabía que deseaba graduarme y trabajar antes de casarme y tener hijos pero por él alteraría mi plan, además cuando él se marchase yo no estaría sola. Mi embarazo fue bastante tranquilo, la verdad, lo disfruté bastante y papá también lo hizo. Me alegraba saber que a pesar de que él estaba más y más enfermo podía sacarle una sonrisa cuando mi bebé se movía para él. Mis angelitos también lo hicieron ya que a todos les llamaba la atención ver mi pancita mientras iba creciendo, ellos la tocaban y la besaban; también le hablaban y Teddy se movía, ellos solamente reían.

Recuerdo también cuando preguntaron como se hacían los bebés, tuve que darme a la ardua tarea de buscar un libro que lo explicase pero sin causarles más curiosidad y sin traumatizarlos. El día, o más bien, la madrugada que Ted nació fue el día más feliz de mi vida. Mi padre me acompañó en el parto, él fue el primero que lo sostuvo, y cuando por fin lo tuve en mis brazos fue la mejor que sentí en toda la vida. Papá tomó una foto de mí y Teddy. Él abre sus ojitos y logro apreciar esos preciosos ojos azules como los míos pero con un aro gris alrededor, herencia de su padre supongo. Pude abrazarlo y amamantarlo antes de que se lo llevaran a descansar, esa fue la última vez que lo vi, lo sostuve y lo besé porque lamentablemente tuvo una complicación que se lo llevo de mi lado. Fue muy difícil para mí y papá poder asimilarlo pero de igual forma él me dijo que gracias por la bendición de haberle dado a su nieto. Me alegro que lo estuviera porque dos meses después de que mi bebé se fuera mi padre lo acompañó. Y ahora estoy aquí, a casi de un año de la partida de los dos seres que más amé y amo en todo el mundo. Una madre que perdió a su hijo tal vez estaría totalmente deprimida por la magnitud de esa pérdida, pero no puedo darme el lujo de hacerlo. Primero porque sé que ni a mi padre, ni a mi bebé les gustaría verme derrotada y sumida en mi autocompasión. Segundo porque hay un grupo de diez niños pequeños que me necesitan y sé perfectamente que Stacy, mi compañera, no lo hará, no los soporta, ni siquiera sé qué hace trabajando en una guardería si los niños no le gustan, bueno la paga es mejor que en cualquier otro lado pero puede trabajar de otra cosa. Gracias a Dios hay más chicas que son las que cuidan a los niños del kínder garden y luego vienen a ayudarme cuando es un día caótico. Ya que mi compañera desde que llega se queda sentada en un rincón con su teléfono, yo tengo que cuidar de diez niños de entre uno y dos años, pero no me molesta en absoluto. Esta es mi vida y aunque ahora estoy sola no puedo quejarme porque es una buena vida a pesar de los altibajos. Tuve dos padres que me amaron y por desgracia ya no están conmigo. Mi madre murió en el parto y mi padre murió hace diez meses a manos del cáncer. Mi bebé por una complicación respiratoria se reunió con sus abuelos pero debo seguir adelante por mis padres y mi bebé.

Amor de verano #PremiosObsesiónGrey2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora