- Está bien, - dijo el Payaso, mientras Malcom respiraba aliviado - dame el micrófono.
Malcom volvió a impacientarse y se agarró la cabeza al darse cuenta que venía otro discurso.
- ¿Estamos al aire? - preguntó el Payaso.
En la Ciudad, miles de televidentes se habían volcado a las calles. Congregados en plazas y alamedas, observaban las transmisiones de la liberación de Rhor, a través de pantallas gigantes instaladas en edificios que normalmente pasaban propagandas.
- ¿Dónde está mi maldito maquillador? - fue lo primero que escucharon - ¡Amigos de Rhor!¡Hermanos bajo el mismo cielo! No deberán temer más, hemos venido a liberarlos. ¡Hemos venido para acabar con la opresión que los oprime!
Malcom revolvía los ojos y sacudía levemente la cabeza, sin saber que a seiscientos metros su madre hacía lo mismo.
- ¡Hemos venido! - continuó el Payaso - ¡para juzgar a sus jueces!
Los Guardias comenzaron su conversión a estado de unidad de combate. Esto capto la atención de las Bestias, las máquinas adoptaban una configuración que las hacía parecer más grandes, en su mundo era una señal agresiva, se incorporaron estirando sus músculos y articulaciones. Como quien se prepara para lo inesperado.
- ¡Hoy, juntos! - continuó el Payaso - ¡Derrotaremos la tiranía! ¡Entregaremos justicia donde no la hay, y erradicaremos todo signo de maldad y discordancia de la Faz de la Tierra!
Malcom seguía tomándose la cabeza en desespero. En la Ciudad, la muchedumbre vitoreaba el discurso del Payaso, elevando sus voces y sus manos hasta donde más podían.
- ¡Guardia Ciudadana! - gritó el Payaso. La Guardia reaccionó tensándose de inmediato - ¡En el nombre de la libertad! ¡Destruyan nuestro enemigo!
La Guardia Ciudadana cayó como la venganza de los dioses sobre las Bestias, comenzando la ejecución sin esperar un segundo. Una lluvia de fuego y plomo caían desde sus armas sobre las Bestias quienes intentaban contrarrestar el ataque. Saltaban sobre los Guardias para ser despedazados en el aire. Fuego contra aliento, uña contra acero. Las vísceras de las Bestias adornaban ahora las praderas de Rhor. Malcom sintió una alegría culpable al ver a sus captores bajo castigo. Los cañones sonaban como una avalancha de truenos, pero las Bestias también rugían y superaban en número a las máquinas. Pronto descubrieron que al usar su velocidad la puntería de las máquinas empeoraba bastante. También descubrieron que si actuaban en equipo sus atacantes estaban en dificultades.
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ENTRE BESTIAS - Parte I - Hijo del Bermellón [COMPLETA]
AventuraSi te gustaron LOS JUEGOS DEL HAMBRE, has llegado a tu próxima adicción... Rhor está sitiada por la peor amenaza de las Tierras Abiertas: las Bestias, y se ve obligada a enviar a uno de los suyos a buscar ayuda. Pero, cuando gritas en una habitació...