Capítulo 12: "Secretos oscuros".

17 9 16
                                    

Los zombies fueron alcanzándolos hasta que cuando se dieron cuenta, ya los tenían pegados a las ventanas, dando golpes descontroladamente. Nacho gritaba del horror.

-¡¿Qué hacemos, qué hacemos?! -Chilló Sara nerviosa.

Carmeta e Inés miraban preocupadas las ventanas, completamente bloqueadas, sin saber que hacer. Los segundos pasaban, y los zombies continuaban dando fuertes puñetazos contra la ventana, los cuales eran acompañados por los alaridos de Nacho al unísono.
Entonces, algo llamó la atención a la inspectora. Había un borrón blanco que parecía tener algo negro escrito, justo a la derecha del camino, o, al menos, eso era lo que veía ella. Pero ¿Qué era aquello realmente? Carmeta forzó la vista intentando enfocar, y entonces pudo ver lo que se hallaba escrito en aquella señal.

-Calle Editor Manuel Aguilar.- Leyó la inspectora en voz alta.-¡Chicas, la calle! ¡La he encontrado!

Al segundo Carmeta arrancó el coche a todo gas y Nacho por fin se calló. Inés se dio la vuelta para ver, satisfactoriamente y sorprendentemente, como los zombies se daban la vuelta y seguían caminando, lo que no tenía mucho sentido. Al menos, para ella era un alivio habérselos quitado de encima después de tenerlos dos minutos molestandoles, los que para ellos fueron como horas.

-¡Ja! Parece que esos zombies se creen muy terroríficos, ¿no?- Dijo Nacho como si no hubiera caído en que todas habían presenciado la escena.

-Para terroríficos tus chillidos, ¡me has dejado sorda!-Exclamó Inés, frotándose la oreja. Seguidamente todos soltaron una pequeña carcajada; pero, claro, tampoco es tan fácil reírse a gusto cuando el planeta depende de ti.-¿Qué número era, Carmeta?

-El 46.

-Mejor no bajamos del coche hasta que lleguemos a ese sitio.

Los números de las casas estaban señalados con las respectivas cifras forjadas en metal, las cuales todos los pasajeros fueron revisando una a una, con la esperanza de encontrar pronto el número que buscaban. La mayoría de las coches tenían la puerta abierta, al igual que las casas, que, según la intuición de Sara, fue como las dejaron los vecinos de allí, ya transformados, al ir en busca de supervivientes para acabar con ellos. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo al pensar que ella había formado parte de aquellos asesinos, y que, por un pequeño despiste de las detectives, podría haberlas incluso matado y haber acabado con la única esperanza de que todo volviera a ser como antes. Aquello le hizo sentirse muy culpable, aunque no sabía exactamente de qué.

-Oid, chicas. Siento mucho haberos atacado en el laboratorio. De solo pensar lo que habría pasado si no me llegáis a detener...

-No tienes por qué disculparte, tonta.-Dijo Carmeta manteniendo la mirada en la carretera.

-Es verdad, no eras tú. Esa especie de virus era lo que elegía por tí. Además, desde que volviste a ser tú misma nos has ayudado mucho.-Dijo Inés dedicándole una sonrisa a través del retrovisor.

- Oye, ¡que yo también he ayudado!-Dijo Nacho hablando como un niño pequeño. Todas rieron al unísono.

-Bueno, vale, un poquito sí. Pero lo que mejor se te ha dado ha sido ser "alarma de zombies".-Respondió Carmeta.

-¡Qué pesaditas! ¡Dejad de meteros conmigo ya!-Protestó Nacho cruzando los brazos en broma.

-Me da que va a ser difícil, pero bueno, vamos a probar si concentrándonos más lo conseguimos.

Así fue como Inés quiso decir que ya era hora de tomárselo en serio, así que todos volvieron a centrar sus ojos en los números de las casas. Llegaron a la 30 y algún minuto después, por fin llegaron a la 46, un edificio totalmente diferente al resto de la calle, un edificio blanco, o más bien amarillento, con algunas manchas negras en forma de chorro que parecían caer de la azotea., donde se podían ver las paredes de una pequeña sala en forma de cubo.

-Creo que será mejor que os quedéis vosotros dos aquí. No sabemos si hay alguien en el edificio. -Dijo Inés.- Podríais buscar por el coche algún cargador, cuando vuelva me gustaría hablar con el comisario, todavía lo deben de tener encerrado; y estoy segura de que su secuestrador está detrás de esto.

-También podrías mirar el portátil a ver si algún país ha salido de esto.- Dijo la inspectora sacando el ordenador de la mochila y dejándolo antes su asiento.

-¡Pero no nos podéis dejar aquí solos!¡¿Y si viene algún zombie y...

-Eso es verdad Inés, ¿y si vuelven?

-No creo que lo hagan. Cuando encontraste la calle, vi que todos de repente se daban la vuelta y caminaban todos hacia la misma dirección, como si alguien les llamara. Y se que es muy raro, pero es lo que he visto, tranquilo Nacho.

-En ese caso, estoy de acuerdo con que os quedéis. Necesitamos el teléfono para encontrar al comisario.

-¡¿CÓMO?!

-Lo siento chicos, pero no hay otra solución, y de verdad que no van a venir a por vosotros esos zombies.- Carmeta se aseguró de que no había ninguno por la zona.-Pues hasta luego, chicos.

Carmeta cogió la nota y la mochila, y ambas salieron del coche. Caminaron con paso firme hasta la entrada del edificio, una no muy alta valla de metal, también de color blanco desgastado; la escalaron y se encontraron con una puerta de cristal abierta. Las detectives se adentraron en una sala de color blanco, sin ventanas. Lo único que había dentro de la habitación era un televisor, el sistema de iluminación y una puerta de metal gris oxidado. Carmeta se acercó hasta la puerta y la intentó abrir.

-Está cerrada. Aquí no hay nada, deberíamos irnos.

-Espera, esta dirección no está en la nota porque sí. Aquí tiene que haber algo...

***

Mientras tanto, en algún lugar de la ciudad...

-Aais, comisario. Que ingenuo has sido...¿acaso no sabías que se trataba de mí? Tus detectives de pacotilla jamás podrán acabar con todo esto, además, son ¡MUJERES! ¡Y LAS ASCENDISTE A ELLAS EN LUGAR DE A MI, TU MEJOR FORENSE! SOLO PORQUE AVERIGUASTE QUE MATÉ A LORENA, ¿Y QUÉ? AL FIN Y AL CABO TÚ LE  HICISTE LO MISMO A TU MUJER.

El comisario, atado a una silla, ensangrentado y con moratones, intentó hablar, pero una tela que le tapaba la boca no se lo permitía. De pronto,  el bolsillo del secuestrador se iluminó, este sacó su teléfono de él y lo miró con rabia. Tocó la pantalla y  emitió un vídeo en directo en el televisor del edificio.

-Vaya, vaya, que sorpresa... La verdad es que no imaginaba que llegaríais hasta aquí, compañeras...- Dió otro toque en la pantalla y la puerta de cristal del edificio se cerró.-Es hirónico que las mejores detectives de la zona hayan caído en una trampa tan básica.
!Ah!, se me olvidaba, vuestro querido e inocente jefe os manda saludos, claro, que nos os mencionó lo que hizo, ¿verdad? MATAR A SU MUJER, SÍ, LA QUE SUPUESTAMENTE MURIÓ EN UN ACCIDENTE, Y YO SOY EL CRIMINAL, ¿VERDAD? ¿QUÉ OTRAS MENTIRAS OS HABRÁ DICHO VUESTRO "QUERIDO JEFE"?...BUENO, ESO AHORA YA DA IGUAL...-El secuestrador hizo una pausa.-¿Comisario, quieres despedirte de ellas?, ¿no?, pues adiós chicas.-Pulsó la pantalla por última vez, lo cual desató una potente explosión de un gas venenoso en el edificio en el que se encontraban las detectives.
---------------------------------------------------
Holaaa, este ha sido el último capítulo, así que he pensado que me podéis hacer las preguntas que queráis, en este apartado y las responderé otro día a forma de despedida. Además, dentro de poco tendréis una sorpresitaaa...
Bueno, me voy a poner en marcha con el siguiente libro y espero que este os haya gustado. Muchos besos.💕👑🦄

El Misterioso Caso de la PokeballDonde viven las historias. Descúbrelo ahora