XI.

16.6K 1.6K 37
                                    

Capítulo 31

–Ya estamos aquí –Leonardo rompió el tenso silencio entre ellos. Sebastien había ido a cenar con una de sus admiradoras y los había dejado solos–. Danna, yo quiero disculparme por mi actitud aquella noche –cedió, porque cuanto antes acabara todo, mejor.

–No te guardo ningún rencor, Leonardo. Me heriste, sí, pero sé que yo tampoco soy del todo inocente. Debí ser sincera con ese asunto, aunque ya no hay vuelta atrás –concluyó, seriamente–. Yo también te debo una disculpa. Sé que la sorpresa te afectó y...

–No sabes cuánto –Leonardo la interrumpió–. Sabía que tenías una relación pasada, pero... con mi hijo. ¡Dios! Me volví loco solo de imaginar la burla que todo lo que pasamos significó para ti. No me amabas a mí sino a Stefano. Tú también me heriste, Danna. Tú sabías que yo me estaba enamorando de ti, que ya te amaba e inclusive pensaba pedirte... ¡no, no, no! –negaba mientras el dolor se reflejaba en sus ojos grises–. ¿Cómo pudiste hacerme eso, Danna?

–Tú me estás juzgando, una vez más, Leonardo –Danna también sacudió la cabeza, triste–. Yo no te mentí en lo que vivimos. Mentí, sí, al ocultar que Stefano era el hombre en mi pasado pero yo no lo amo, Leonardo. Ya no. Sentía rencor, aunque incluso eso ya no lo siento más. Stefano es parte de mi pasado y eso no lo puedo cambiar. No me arrepiento, sé que no fue de lo mejor, sin embargo ahora ya lo he aceptado–Danna lo miró con sus ojos castaños claros llenos de recuerdos–. Cuando estuve a tu lado, yo ya te amaba Leonardo –él se mostró sorprendido–. Sí, el día que tú me declaraste tu amor yo también ya sentía lo mismo, pero no estaba lista para aceptarlo. Y en todos esos cinco meses a tu lado aún no lo estaba... hasta aquella noche. Sí, esa noche te iba a confesar esto, no obstante el destino no me lo permitió. En fin, todo sucede por una razón –Leonardo la miraba atentamente–. Me di cuenta de que lo nuestro jamás hubiera funcionado por los fantasmas del pasado. Los tuyos y los míos, porque yo aún dudaba de tu amor; y, tú, evidentemente, dudabas de mis sentimientos –se detuvo, quedándose en silencio frente a las memorias evocadas.

–Tienes razón, Danna –ella lo miró, sorprendida–. Sí, aunque te dije mil veces que te amaba, aún tenía la sombra de Elizabeth en mi corazón, lo que no me permitía entregarme completamente. Tú lo mencionaste el día que aceptaste ser mi novia, ¿lo recuerdas? –él sonrió mientras ella afirmaba–. Sin embargo, casi sin sentirlo, tú disipaste la bruma. También aquella noche... había decidido pedirte que fueras mi esposa –Danna no podía creerlo–. Sí, a ti –bromeó–, pero con las revelaciones de aquella noche y además la posibilidad de que...

–¿De qué, Leonardo? –inquirió al ver que él dudaba en continuar.

–De que tú y Stefano tuvieran una relación.

–¿Tú creíste que Stefano y yo manteníamos una relación? –el afirmó ante la sorpresa de ella.

–Sí, yo y todos los que estábamos presentes. Mandy también lo pensó.

–Pero, en ningún momento nosotros hablamos en presente. Todo era parte de un pasado sin resolver y...

–Antonella lo sugirió –Leonardo aclaró y de pronto Danna lo entendió–. Ella fue quien le dijo a Stefano que ustedes tenían un hijo. Se ocupó de que yo presenciara su discusión y también Mandy. En ese instante ella empezó a intrigar: "¿Han notado la tensión entre ellos? ¿Stefano cambió desde que ella llegó no? ¿Danna está extraña luego de hablar con él? Es porque son amantes" dijo y yo ya no podía esperar más. Abrí la puerta, porque estaban tan callados, y los encontramos abrazados. Me quería morir, Danna. Creí que la vida no podía ser peor y Antonella remató diciendo: lo que se hace por dinero, ¿no?

Encuentro con el destino (Italia #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora