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Aquella noche me estaba costando conciliar el sueño. No podía dejar de pensar en Tate y en lo que le había sucedido; su cara de terror, el miedo que sintió en ese momento. Y no tenía ni idea de por qué. ¿Fue por ese abrigo? No tenía mucho sentido, pero cuando volviera a verlo se lo preguntaría.

Me levanté de la cama y me dirigí a la cocina a por un vaso de agua. Cuando pasé por el salón noté que de él provenía una luz anaranjada, como si hubiera llamas. Retrocedí y al entrar me encontré a mi padre de pie frente a la chimenea encendida, completamente desnudo.

—¿Papá? ¿Qué estás haciendo aquí a estas horas?

No me contestó.

—Papá, te estoy hablando. ¿Estás bien?

Se dio la vuelta, quedando frente a mí. Abrí los ojos con horror y aparté enseguida la vista mientras que con las manos tapaba la silueta de mi padre desnudo.

—Joder que asco. Después de esto voy a necesitar que me hagas terapia. ¿Podrías taparte con un cojín, por favor papá? En serio, te lo suplico.

—Estoy soñando —fue lo único que dijo él. Parecía que estaba en una especie de trance. Después volvió a darse la vuelta.

Di un suspiro de resignación y me acerqué a él despacio, hasta quedar a su lado.

—Estoy soñando —repitió mirando embobado el fuego.

—Sí, estás soñando —le di la razón imaginando que estaba sonámbulo o algo así—. Ahora voy a cogerte de la mano ¿vale? Y vamos a ir a tu habitación.

Comencé a caminar y a tirar de mi padre, ya que no quería moverse. Además debía tener cuidado de no mirar sin querer nada que me diera ganas de arrancarme los ojos, al menos no otra vez. Ese recuerdo me atormentaría el resto de mi vida; ningún hijo debería ver a cualquiera de sus padres desnudo bajo ninguna circunstancia. Cuando por fin conseguí llevarlo a su dormitorio, lo senté en la cama. Aún seguía con la mirada perdida.

—Ahora vas a dormirte, ¿vale? Túmbate, muy bien —dije al ver que me obedeció.

Lo tapé con la sábana procurando no despertar a mi madre.

—No vuelvas a levantarte. Quédate aquí durmiendo —él asintió—. Bien, que descanses papá.

Salí de la habitación y cerré la puerta con cuidado de no hacer mucho ruido. Me quedé un momento apoyada en la puerta, pensativa. Mi padre nunca nos había comentado nada de que fuera sonámbulo, es más, yo dudaba que lo fuera. Era otra cosa lo que le había ocurrido, pero no sabía el qué. Dejé de darle vueltas al asunto y fui a por mi vaso de agua, no sin antes apagar el fuego de la chimenea.

Como a la mañana siguiente era sábado, no tuve que madrugar. Me desperté sobre las diez y bajé a la cocina a desayunar. Había tostadas y zumo en la mesa. Moira no estaba, ya que no trabajaba los fines de semana.

—Hola mamá.

—Hola cariño, ¿qué tal has dormido?

—Bien.

Carol bajó minutos después con Kira en brazos y la sacó al patio para que hiciera sus necesidades y estirara un poco las patas.

—¿Cómo están mis chicas favoritas? —nos saludó papá bastante animado dándonos a mi hermana y a mí un beso en la cabeza. A mi madre le dio uno en la boca.

—Buenos días —respondimos las tres a la vez.

Me quedé mirándolo con los ojos entrecerrados, esperando que mencionara lo ocurrido en la madrugada o que al menos me hiciera algún gesto cómplice, pero nada. Se percató de mi mirada inquisitiva y me sonrió.

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⏰ Última actualización: Oct 08, 2022 ⏰

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DESTRUCTION [Tate Langdon] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora