† Prólogo †

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Una joven pareja entra a una cafetería, ambos parecen serios y decaídos, piden un café para cada uno y se sientan sin decir más.

La muchacha rubia tiene una expresión en su rostro ilegible, mientras que el albino, sin ninguna expresión comienza a escribir en una servilleta, en silencio.

Nos sentamos, desordenados,
esperando, esperando, esperando,
sin saber qué, ni para qué,
buscamos el rumbo
descaminados,
decir todo está igual, es decir todo ha cambiado.

- ...Sé lo que piensas... - Dijo él al terminar de escribir y tomando un sorbo del café.

- ... - Ella no respondió.

- ...Soy lo suficientemente maduro para aceptar una ruptura... - El muchacho era bastante serio y maduro para tener 17 años.

- ...Lo siento... - Por fin habló la rubia mientras una pequeña lágrima salia de sus verdes y brillantes ojos.

- ...No es necesario... - Él tenia un tono serio en su voz, era el tipo de muchachos que no lo sorprendían fácilmente.

La chica se levantó sin siquiera pagar por su café y salió corriendo para no romper en llanto frente a él.

El albino quedó sólo, se podía notar algo de tristeza en sus bellos y grises ojos, pero no derramó ni una sola lágrima, solo agachó la cabeza al recordar los 'Buenos momentos' Que pasó junto a esa chica.

Luego de unos minutos, levantó su mirada apoyando sus codos en la mesa y mirando a su alrededor, todos sonreían, sintió que era la oveja negra de aquél rebaño. Se levantó dejando su pequeño poema y dinero debajo de la taza de café.

Levantó su mirada de nuevo antes de irse, y pudo observar a una linda castaña de ojos color miel, estaba tomando un sorbo de una malteada de chocolate, se veía realmente tierna.

Sus miradas se cruzaron en un momento, sintieron como el mundo se detuvo a su alrededor.

Obtuvo un pequeño sonrojo de parte de ella al notar que la observaba, entonces decidió retirarse de aquella cafetería con la manos en los bolsillos de su chaqueta azul opaco.

De un momento a otro, el cielo se tornó gris y comenzaron a caer pequeñas y frías gotas del cielo que parecían dagas.

El alto albino se colocó la capucha gris del abrigo que tenia debajo de la chaqueta azul.

Hacia frío, pero era una bella tarde si te agradaba la lluvia, que era el caso del albino.

A pesar de agradarle el ambiente, no sonreía, nunca lo hizo, solo en momentos realmente bellos para él.

- Te enfermarás si no tienes sombrilla - Una femenina y dulce voz a su lado lo sorprendió.

Bajó un poco su mirada para ver a la baja castaña con la que había cruzado miradas en la cafetería.

- ... - No respondió al comentario de la muchacha y siguió su camino.

- ¿Esto es tuyo...? - Preguntó la castaña siguiéndolo y mostrándole la servilleta en la que había escrito el pequeño poema en aquella cafetería.

- ... - De nuevo no respondió, solo la miró de reojo y asintió con la cabeza.

- ...Es... Bastante hermoso... Y al mismo tiempo triste... - Lo seguía ella.

Él se frenó de golpe y la miró, sin ninguna expresión en su rostro, lo que hizo que ella se sorprendiera un poco.

- ¿Te doy lastima? - Fue lo único que salió de los pálidos y serios labios de el albino.

Luego de eso, siguió caminando, dejando a la castaña algo confundida atrás.

"Si, eso creí..." - Pensaba mientras se alejaba.

La castaña veía como se alejaba el muchacho, observó la servilleta de nuevo y se fue en dirección contraria a la de él. No sabia que pensar respecto a lo que sucedió.

HUMANTALE: POETA [FRANS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora