Capítulo 7 "La mesa".

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P.O.V Ryan

Me encontraba sentado en una de las mejores mesas del local, parecía ser todo lo contrario ya que era una mesa de tan sólo tres asientos y estaba situada en un pequeño rincón.

Lo que el resto de la gente no sabía, incluidos mis dos complices que me acompañaban esta noche, era que teníamos el lugar perfecto, invisibles para el resto de la gente pero disponiendo de las mejores vistas.

Mi plan era simple, nuestras primeras presas eran Lynn y Lucy, sabía a que hora llegarían e incluso en que bendita mesa se sentarían, siempre era el mismo protocolo.
Luego, mi amigo Justin vendría junto a su prometida Kya, que por cierto, estaba muy buena. 

¿Lo gracioso? Pues que se sentarían a pocos centímetros de mis pequeñas niñas y de antemano sabía que se montaría un pollo.

Dustin y Christian todavía no sabían que Kya vendría con su prometido, ya que aún no lo había mencionado, esta era otra de las razones por las cuales no valía la pena perderse esto.

- ¿Y bien? ¿Cuándo se supone que llegarán? - Escuché preguntar a un ya impaciente Christian.

Llevábamos aquí tan sólo diez minutos, siquiera nos habían tomado la orden y este ya tenía ganas de ir a por todas.

- Lynn llegará en unos cinco minutos. - Avisé para calmar las aguas pero lo único que logré fue tensar a Dustin.

- Y Lucy. - Continué.

Negué con la cabeza para lego dirigir mis manos hacia mis ojos formando con ellas una especie de binoculo.

Sentí un manotazo y luego una suave brisa caliente cera de mi oreja.

- No llames tanto la atención, imbécil.

- Habló el que es experto en misiones secretas.

- No hay que ser experto para saber que haciendo eso llamarás la atención de todo el restaurante.

- Será mejor que te calles y me dejes hace... - Volví a recibir un manotazo.

Esto era la guerra.

Le devolví el golpe y Chris a mi, en menos de diez segundos habíamos empezado una pequeña batalla. Por un segundo se me había pasado por la cabeza coger una cuchara y sacarle los ojos con ella, pero no contra la violencia. Sentía como mis manos ya empezaban a cansarse y fue entonces cuando sentí otro golpe, esta vez una colleja y no por parte de Christian, sino de Dustin.

- Dejen las tonterías para otro momento, las Bambies están dentro.

¿Las qué?

Christian soltó una carcajada y yo me límite a sonreír de lado.

- La clave eran los ciervos, LOS CIERVOS ESTÁN DENTRO. -Expliqué ayudándome con las manos haciendo movimientos rústicos.

Por un segundo sentí que la había cagado y que medio restaurante me escuchó.
Al parecer, ningún señor con esmoquin ni señora con perlas y dentadura postiza le dio importancia a mi pequeño show.

Observamos como Lynn y Lucy tomaban asiento en la mesa número 15, tal y como esperaba. Amabas estaban preciosas, la rubia llevaba su pelo suelto y en pequeñas ondas, sus ojos verdes casi no se notaban a la distancia pero como siempre, sabía que estaban llenos de vida.
Sabía que la chica se ocupada de las bodas, pero no que también tenía buen gusto para la ropa, traía puesto un simple vestido negro con detalles dorados de encaje que le llegaba unos cuantos dedos por sobre la rodilla y ....

-Se te cae la baba. - Susurró alguien.

Toda su espalda estaba al descubierto.

Llevé una de mis manos hacia la boca para comprobar si era o no era cierto lo que había escuchando anteriormente.
Afortunadamente, era una broma estúpida de Christian.

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