El comienzo de la verdad

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«¿Quieres decirme qué ocurre?»

Echada al lado de mi compañero, permanezco estoica. Una vez más, acabo de rechazarlo. Me da asco la idea de que se eche desnudo sobre mi cuerpo. Esa inmensidad de carne me parece tan ruda y áspera. Una piel como pan duro, sin mantequilla. No tiene ningún sabor, ningún olor que destaque para mí. Desagradable al gusto y al tacto...No lo deseo. Sus formas fofas me repelen. En cada una de mis miradas, busco ese pecho generoso, esas caderas voluptuosas, ese olor en la piel que él no tiene.

«No quiero que me toques, es todo. ¡He tenido un largo día! Puedes comprenderlo, ¿no? No vas a montar un escándalo, ¡son cosas que pasan!»

«¡Emma, hace semanas que no quieres que pongas las manos sobre ti! Somos una pareja. Ya nos no besamos, no nos abrazamos...No es algo normal. Me doy cuenta de que algo no va como debería...»

«Déjame dormir»

«¿He hecho algo mal?»

«No...»

«Eres la mujer de mi vida, Emma. No dejaré que una tontería destroce nuestro amor. Así que dime. ¡Puedes decirme cualquier cosa! Te amo, lo sabes»

«Lo sé, me lo probaste abandonándome...»

«Emma, ángel mío, sé que volver a confiar no es algo sencillo...Pero mira, al final tenemos la vida con la que soñamos...Intento esforzarme, lo sabes...»

«Escucha, estoy cansada, solo quiero descansar...»

Me dispongo a darle la espalda cuando él de repente me agarra el hombro y me hace echarme sobre la cama. Su mirada se ensombrece de cólera. Yo le doy una violenta bofetada.

«¡Suéltame!»

Atontada, separa sus manos de mis hombros y retrocede, casi asustado. Acaricia su mejilla dolorida.

«¿Qué pasa contigo?»

«¡Te hago la misma pregunta! ¡No soy tu objeto! ¿Qué te crees? ¿Que puedes obtener algo de mí forzándome?»

Una profunda cólera hierve en mi vientre.

«No iba a hacerte nada, solo quería que me mirases...Solo quiero comprender...»

Con la respiración entrecortada debido a esa rabia incontrolable que me posee, observo su expresión. No me miente. No me habría agredido. Rápidamente, la culpabilidad me invade. ¿Por qué he reaccionado tan brutalmente?

«Piensas en él, ¿es eso?»

«¿Qué...?»

Yo lo miro, confusa

«Hook...Estoy seguro de que piensas en él...¿Deseas estar con él? ¿Es con él con el que deseas estar ahora?»

Estupefacta por sus alegaciones, me echo a reír. Neal me mira completamente desconcertado.

«Neal, no es nadie. Paso completamente de él. Me reconfortó cuando lo necesité. No está mal, pero...No, no, no tiene nada que ver. Francamente, él es tan soso con respecto a...»

Me callo. Porque me he dado cuenta de que he dicho demasiado. La imagen de una ardiente silueta se forma en mi mente. Regina. Todo, absolutamente todo parece tan insípido a su lado. Cuando ella sonríe, la luz que emana de ella es tan resplandeciente que me siento hipnotizada, como arrollada por una fuerza que me trasciende. Cuando ella está enfadada, sus demonios parecen tan oscuros que nadie sale indemne de ello. Con ella, las montañas rusas son un juego de niños. En su presencia, las sensaciones se vuelven tan extremas que mis sencillas alegrías de antes son tan taciturnas como un domingo de otoño. Nada tiene color sin ella.

«¿Con respecto a...?»

«Nada...»

«Emma, por favor, háblame...»

Observando el rostro del hombre que está a mi lado, comprendo que la verdad debe salir. Ya no puedo continuar viviendo como una reclusa, con el corazón encadenado a mentiras. Mi compañero, mis padres, mi hijo merecen la honestidad. Herirlos será un sufrimiento menor comparado a la manipulación, a la cobardía, al engaño que les hago sufrir. Mi sufrimiento ha llegado a ser tal que acaba por roer mi mirada, por empalidecer mis rasgos, por apagar mi sonrisa, por destrozar mi valor y mi voluntad. Ya no tengo fuerzas para luchar contra la evidencia.

«Neal...»

«¿Sí?»

«Ya no te amo»

Ya está. La revelación resumida en cuatro amargas e hirientes palabras. Mi amor de juventud se ha transformado en un recuerdo arrugado por el paso de la vida. La nostalgia del pasado deja de existir en este instante. Nuestra historia deja su sitio a otra.

Me levanto, dejando a mi amante confuso y triste. No dice nada. Ni siquiera intenta agarrarme. Quizás sea mejor así. No quiero envenenar las cosas porque, en alguna parte de mí, lo sé, él me ha hecho y le debo mucho. Más que a cualquier otra persona. Más que a mis padres que solo he recobrado tardíamente. Más que a un hijo que he aceptado recientemente.

«Te tengo un gran cariño. Siempre formarás parte de mi vida. Pero no de esta forma. Lo siento Neal»

«No tanto como yo»

Lo miro tristemente. Veo sus ojos brillar. Quedarme no solucionaría nada. Así que me voy.

Y sé a dónde ir. 

¿Hasta cuándo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora