-¡¡¡MARTH!!! ¡¡¡NO!!!-grité en cuanto fui consciente de lo que había ocurrido y corrí hacia él.
La gente miraba la escena con cara de asombro.
-¡MARTH! ¡RESPÓNDEME, POR FAVOR!
-Z-Zea..., ¿estás...? Yo...-titubeó algo más que no conseguí concebir.
-¡No pienses en mí ahora!
-Mi... barriga...-estaba llena de sangre, eso me hizo ponerme muy nerviosa.
-¡Te vas a poner bien!-le cogí de las manos-. ¡Que alguien me ayude, por favor!-decía mientras sacaba el móvil para llamar a una ambulancia y las lágrimas caían como olas.
Muchas personas se ocuparon de impedir el paso de los coches, pues Marth yacía en la carretera.
Un señor que estaba cerca, se quedó conmigo y con Marth hasta que llegaron los servicios hospitalarios, intentando consolarme.
Vi cómo los médicos cogían su cuerpo y lo acomodaban en la camilla.-¡Por favor, tienen que curarle!-rogué.
-Tranquilícese señorita, acompáñenos y guarde silencio. Mis compañeros se encargarán de ayudarle-dijo una de ellas.
-G-gracias...-subí a la ambulancia temblando, no pude parar de gimotear en todo el camino, así que esa misma mujer me hizo unas cuantas preguntas tratando de distraerme.
-¿Tiene a alguien a quien avisar? ¿Padres o familia?
-S-sí, m-mi..., tío Karl-marqué su número y le dije que viniera corriendo al hospital, aunque le costó mucho entenderme y se lo tuve que pasar a la mujer. Pensó que sería mejor primero ir y después preguntar, entendiendo la situación.
Una vez allí...
-Lo siento, señorita Zea, tendrá que esperar aquí.
-P-pero...-la mujer de la ambulancia me agarró suavemente del brazo.
-No se preocupe, ahora está en buenas manos. Acompáñeme, le curaremos esas heridas.
Se encargaron de echarme alcohol en las raspaduras de las piernas y los brazos, que quizá no me habría hecho nada si no fuera verano, llevando mi piel desprotegida por el calor. Aunque me daban igual las heridas, solo quería ver a Marth bien.
Tío Karl llegó enseguida con Linda, me abrazó y me consoló, decía que jamás me había visto tan trastocada.
-T-tío Karl..., él... ¡Él!-traté de explicar.
-Shh..., calma. Toma aire, tranquilízate y ahora explícame qué ha ocurrido.
Por fin había logrado mantener la compostura tras sus caricias fraternales y un vaso de agua. Le conté la situación en la cual sucedió el accidente.
-T-tío Karl, él me salvó. Se hizo daño por protegerme..., es culpa mía.
-No, no, no, Zea, eso no es así, no es culpa de nadie. Bueno de ese CABRÓN que iba conduciendo que ni siquiera se atrevió a parar. ¿Recuerdas si el semáforo estaba en verde?
-¿Eh?
«El semáforo..., fui tan rápido que ni me fijé. ¡Menuda irresponsable estoy hecha! Como encima estuviese en verde me sentiré aún más culpable».
-No lo sé, me...-mi explicación fue interrumpida por una anciana en la sala de espera.
-Yo vi cruzar a la muchacha, estaba en verde.
-¿Está segura señora?-preguntó tío Karl, algo receloso de confiar en ella.
-Sí, yo estaba al otro lado de la acera y me disponía a cruzar, y menos mal que soy lenta, sino me hubiese visto en la misma situación que el joven. O peor...
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Ángel de la oscuridad
Sonstiges•(Editando)• Siempre que nos hablan de la religión, pensamos en Dios, la Biblia o los demonios. Nunca me ha gustado la religión, no creo en Dios ni soy católica. Todo lo contrario, atea hasta la muerte. Si de verdad hubiera un dios todo poderoso qu...