Ella, que sentada encontrase en un extremo de su cuarto, agitando rápidamente las piernas al ritmo de las palpitaciones de su corazón, palideciendo al unísono de la impaciencia, observaba a todos los rincones con ojos de halcón, su cuerpo ahora inmóvil radiaba destellos de vida en sus ojos cafés que rebuscaban en la habitación la mínima señal de peligroso movimiento, su oscuro y andrajoso entorno se volvía un campo de asecho, indicándole dirigir su filosa mirada para analizar la situación en un estado de ansiedad cada segundo, en cada palpitación. Bajo su mirada un nuevo aunque descolorido cuaderno mostraban vagos dibujos que asomaban un hilo de talento innato desperdiciado, "marchito" repetía sin parar, un toque de aprecio seria una diferencia en su vida sin embargo era un lujo que no podía alcanzar. Un poco más allá, la madera de la mesa con bordes podridos y diversas astillas sobresalían en lugares al azar, sus manos la surcaron ejerciendo gran presión sintiendo poco a poco las astillas enterrarse en las palmas de sus huesudas manos, lastimando su piel en un ardor punzante, agarrando con una fuerza que no le pertenecía las esquinas de la mesa humedeciendo las heridas pasadas de una visita consigo misma en el cuarto de su frustración. Con más fuerza aunque sin señal de dolor aparente.
Una tempestad se desata en las memorias de Ella, vuelan papeles inservibles de las pequeñas salas que transcurren sus recuerdos, las construcciones, voces y pensamientos lentamente sueltan la lodosa tierra estirándose paciente hasta rozar el hostil cielo, tan oscuro y peligroso como las ondulaciones de su cabello. Ojo de huracán domina sus memorias, en ese "más allá" de su subconsciente la pieza clave, la llave quizás, para detener la tempestad aguardaba en las letras que formaban el humo de su conciencia, letras blancas y mayúsculas, "AMOR". Eso era lo que no tenia, y si lo tenia no sabía cómo usarlo, ¿cómo es?, ¿cuál es su color?, ¿es liviano o pesado? .Apretando iracunda los bordes de la mesa buscaba una solución al fin, su gran salida triunfal, aquello que los demás logran cada día, afrontando, superando y haciendo todo lo que Ella no puede. Una licuadora de emociones en blanco se junta con un corazón marchito que se arrastra a la deriva de un túnel que pareciera nunca acabar, preguntándose ¿cuánto le falta para desaparecer como dientes de león al viento? .No encuentra el origen de estos pensamientos auto-destructivos, esos recuerdos están nublados por una espesa y blanquecina neblina, hace un largo tiempo no siente nada interesante a su alrededor para poder asechar y así como cada momento de su monótona vida desperdiciar observando a través de la ventana a terceros encontrando esa tan amada "felicidad". Ella subió un poco la mirada, provocando que los mares de su mente se vaciaran por las cicatrices abiertas de su cuerpo. Caían sobre el papel sin un final aparente, borrando rastro alguno de su talento, borrando su trabajo, borrando por si misma lo mejor de sí. Levantó su debilucho y pequeño saco de huesos consigo haciendo temblar cada pequeña extremidad, sacudiendo un poco de tierra acumulada en las tempranas arrugas de su frente.
Sus pulmones trabajan conscientemente, inhala un extraño olor que le lleva a un lugar tranquilo en su mente, dulce néctar que llena de suavidad su respirar, rápidamente, exhala intentando con sus torpes manos atrapar aquella sensación. Repite el proceso varias veces, hasta que busca el origen de aquel conocido olor. Se abre paso entre las ramas que cuelgan del techo cayendo cual cascada hasta enredarse en sus tobillos, arrugó la nariz aguantando la respiración, el suelo se encontraba inundado de agua putrefacta que mojaba sus arrugados pies, formando pequeños círculos al tocarla. Surgió en sus mejillas un fino trazo carmesí al observar la flor por décima vez en el mismo lugar que antes, intacta, perfecta, hermosa e intolerable para Ella desde siempre. Arrasó llena de cólera todo a su paso, las heridas se abrían más con cada movimiento, el sudor brotaba de su frente en pequeñas gotas etéreas mostrando brillo en su sucia piel surcando trazos a lo largo de su frente hasta sus cristalinos ojos que no lograban acostumbrarse a esa presencia. A escasos centímetros de la flor un repentino mareo le abofeteó dejándola en cuclillas intentando normalizar su respiración, un punzante dolor en su cabeza le llevó a otra habitación en sus memorias.
Abrió los ojos y una luz enceguecedora le dejó apreciar tal horror, abrió su boca intentando digerir lo que observaba, tragó saliva hasta quedar totalmente seca. Espejos, miles y miles reflejando su desastroso ser. Fijó su mirada en uno de ellos, paso a paso se iba acercando sin dejar de analizar a esa persona tan desconocida y distante para Ella. Sus manos se posaron en aquel reflejo sin poder entender lo que sus ojos veían, lágrimas cayeron por su barbilla, sintiendo la libertad al tocar el suelo. Cada reflejo le miraba frunciendo el ceño, brazos cruzados, mirada asesina queriendo eliminar el error, cambiando en pequeños instantes a risas burlescas abastecidas de su odio, emociones ocultas distorsionadas en las expresiones nuevas con gusto a conocido. "No es verdad, no es verdad" incesante chillido, "tú no eres así, esa no eres tú" doloroso a forma de cristales rotos por un viaje hasta su estómago. Más y más lágrimas cayeron provocando una inundación en aquella habitación, ver su demacrado cuerpo y el extremo al cual había llegado era tan desagradable que no podía pensar en otra cosa. El aire empezó a escasear y sus pulmones se llenaron hasta el tope de sus saladas lágrimas, descendió de pronto como un ancla hasta lo hondo y pesado de su subconsciente. Enterró las largas uñas en su cuello sintiendo una gran presión en su pecho, se agitaba desesperadamente por acabar con la agonía, gritos ahogados pidiendo auxilio se esparcían en el agua rebotando en sus oídos. Conectó su mirada con su propio reflejo y en milésimas de segundo el suelo de la habitación se quebró siendo absorbido por la oscuridad vaciando el agua, empezaron a caer en el pozo, Ella se aferró a uno de los espejos pero fue en vano, a penas pudo escupir el agua que yacía en su interior cayó a la oscuridad. Frio mortal raspaba su piel al caer al vacío, seca y dolorosa. Agitaba los brazos para poder equilibrarse en el aire, en un intento de aferrarse a la nada logró enredarse y así con todo su cuerpo que al acercarse a la luz quedó totalmente atascada. El golpe de la caída le dejó inconsciente por unos minutos, cuando por fin despertó colgaba de unas extrañas enredaderas que se habían apoderado de aquel lúgubre y húmedo lugar. Una tenue luz parpadeaba justo debajo de Ella, sus ojos se acostumbraron a aquella iluminación, vagando la mirada su pulso aumentó rápidamente, protuberancias yacían colgadas al igual que Ella por todo el lugar, parpadeó varias veces hasta descubrir con gran sorpresa que estas eran rostros hechos de algún material. Todos a primera vista lucían iguales, inexpresivas y carentes de carácter, boca semi-abierta y ojos entre cerrados. Las miradas clavadas en Ella parecieran esperar a que cometiese algún error, como si leyesen su mente o pudiesen adivinar su futuro u observar su pasado. No podía recordar nada de lo que le llevó a tal miseria, lo único que podía sentir en su interior, esa especie de emoción era un gran vacío, ¿le dejaron allí u optó por estarlo? ¿fue en busca de la felicidad ¿fracasó?... juntó fuerzas, primero una, luego otra, se deshacía de las plantas amarradas a su cuerpo. Tocó el suelo embarrándose los pies de lodo, dio unos pasos atrás contemplando aquella exposición de nauseas. Mientras más los miraba, rasgos familiares surgían a manera agujas incrustadas, la piel sentía cada mirada vacía pero a la vez llena de todo lo imaginable que le atormentaban en forma de estruendos en su cristal personal. En medio, justo frente a sus ojos una máscara le llamó la atención, aceleró su corazón pudiendo sentir las palpitaciones en toda la habitación que agitan con cada zumbido las ramas a su alrededor. Sujetó el rostro con sus agrietadas manos, un calor le llenó por completo, la imagen se volvía más clara, rasgos finos y delicados, mejillas rosadas y ojos grandes como los de Ella, pestañas que hipnotizan y una corta cabellera le esclareció la mente.
- ¿Mamá?...
La cabeza le dio un vuelco, siendo arrastrada kilómetros atrás por ramas, cayó de golpe en el fango mientras el rostro se esfumaba en el viento. Al volver en si misma estaba nuevamente frente a la bella flor. Se puso de pie bruscamente incrustando sus uñas en las palmas de sus manos, sintiendo un ardor que se expandía desde la sien hasta la parte baja de la espalda, chirriando los dientes golpeó la flor, todo se tornó blanco y los latidos de su corazón le ahogaron el pecho.Blanco... muy blanco es la habitación, grande y fría como un congelador, justo frente a Ella una mesa blanca y encima la flor en su máximo esplendor. A la izquierda una cama sencilla, sabanas finas como vidrio reposan sobre un cuerpo de porcelana, rayos azules surcando la piel de hielo bombeando lentamente la sangre finita que llorando gritaba vivir. Dependiendo de maquinas para aferrarse a lo poco de sí que le quedaba y no ser arrebatada por la hermosa sonrisa de la muerte. Esa pequeña y frágil persona... soy yo.
Mi imagen reflejada en la pulcra pared, soy yo quien intenta vivir y quien intenta morir detrás del gatillo que sostengo. Rota, ¿me he olvidado? Zambullida en el filoso mar de cristales rotos, olvidado por mí, pero no por la flor que me da paz y me hace sentir la cálida luz que antes radiaba a través de esa fina porcelana que luchaba por no olvidarse. Recordé poco a poco esas sensaciones de mi niñez, y por alguien tan bella como la flor. Dos personas tan iguales pero distintas a la vez en un solo cuerpo, en una sola mente intentando vivir sin fuego en el inmenso frio de las memorias marchitas de esta guerra ya acabada. Me vi cambiar con mis propios ojos, en miles de espejos, en miles de días, en mi propia carne sintiendo el alma diciendo "basta". Mi mal y mi bien. No lo endulces, cariño. No lo retrases más y dispara. Me olvidaré de ti y morirás.Renacida, volví a respirar, a ver, a sentir, a recordarme mejor. Te vi a mi regazo rezando al techo, el rostro de antes es el tuyo que ahora se encuentra lleno de arrugas y cansancio escrito en cada una de ellas. Sonreí y tú lloraste al verme, sosteniendo mi cuerpo como si me fuera a convertir en polvo. Me exigías entre sollozos que no lo volviese a hacer, estrechando tu cuerpo contra el mío, ese amor en tus brazos, esa rosa en tus manos, hacia latir de nuevo mi corazón, sintiéndome viva después de la muerte. Sentí tu suave cabello en la yema de mis dedos, el vacio de mi corazón se llenó de tu amor, reemplazando aquella medicina que había tomado para cesar mi dolor. Tus calientes manos sostienen las mías, tus ojos le dan gracias a los míos por no olvidarme del amor que me habías enseñado y de la felicidad de esa calidez que ahora adornaba la habitación y nuestras almas inmarcesibles.
- Esa "yo" se fue y no volverá.
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Detrás del olvido (COMPLETA)
Short StorySoy yo, quien intenta vivir y quien intenta morir detrás del gatillo. No lo endulces, cariño. No lo retraces más... Me olvidaré de ti y morirás. Una pequeña historia, finita y delicada como la porcelana que contiene emociones de una depresión y an...