Refrescos en el cine

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Hice dos portadas, porque tenía mucho tiempo libre, así que aquí les dejo la otra (no me pude decidir entre las dos):

Hice dos portadas, porque tenía mucho tiempo libre, así que aquí les dejo la otra (no me pude decidir entre las dos):

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Minho jamás en su vida se había sentido tan avergonzado. Incluso agradecía el encontrarse en una sala oscura, para que nadie pudiese notar el fuerte sonrojo en su cara. Parecía que su cara se encontraba en llamas. Y es que, cuando se va al cine, uno queda a merced de dónde deja su bebida el vecino de a lado. Minho, sin querer, había estado bebiendo del vaso de quien se había sentado a su lado. Todo se debía a que, alguien en la fila –que obviamente había llegado antes que Minho- colocó su bebida en el lado izquierdo, obligando a que todos en la fila la colocaran en aquel lado. Minho normalmente dejaba su refresco en el portavasos que se encuentra del lado derecho. Y se había fijado que esta vez tenía que ser diferente; tan sólo que la costumbre le había ganado sin darse cuenta. Así había terminado bebiendo de aquel refresco ajeno.

Tras notar su equivocación, se giró ligeramente hacia el lado izquierdo, tratando de terminar de ver la película en la más incómoda situación. Realmente rogaba porque el dueño del refresco no lo hubiese notado. Y así, cuando el filme terminó, se dignó a ser de los primeros en salir, sin quedarse a ver los créditos finales a pesar de ser una película de su saga favorita.

Logró salir de la sala hasta el pasillo con éxito, sintiendo que se había librado de aquel embarazoso incidente. Pero el gusto no le duró por mucho, puesto que a lo lejos escuchó una voz gritarle a alguien con algo de rudeza. Alguien normal hubiese corrido, ignorando ese grito, incluso volteado y fingido cínica inocencia. Sin embargo, Minho no pudo hacer más que congelarse donde se encontraba parado. Se giró lentamente, fingiendo con todas sus fuerzas (y con nada de éxito) que no era a él a quien llamaban.

-¡Hey, tú!- Un chico se acercó, con los labios fruncidos y gesto enfadado. -¡Me debes una soda!

Minho le miró sin saber qué decir. El chico se veía bastante enfadado, pero el cabello revuelto le daba incluso un tono gracioso y tierno. No obstante, no se atrevió a reír. Algo le decía que si lo hacía, perdería la cabeza inmediatamente. Abrió la boca, queriendo decir una disculpa; pero no pudo llegar a pronunciarla. Realmente se sentía muy avergonzado.

-¡Hey!- El chico le picó en el hombro. -¿Estás con la cabeza en la tierra? ¡Di algo!- Demandó. –Me debes una soda, ¡tienes que pagarme una!

-Erm...Yo...- Minho pensó rápido en cómo responder a eso. De hecho, lo que el chico había dicho no era mala idea. Si le compraba un refresco, estaría redimiendo su culpa.

-Agh, ¿acaso eres lento?- Jadeó. Metió su mano dentro del bolsillo frontal que había en la hoodie que llevaba puesta y sacó una pluma. Jaló a Minho por el brazo y no dudó en escribir sobre él. –Cuando termines de entender que me debes una soda, llámame.

¡Taemin ah! Se escuchó del otro lado del pasillo. Minho subió la mirada al ver que el chico se giraba ante aquel llamado. Tres chicos le esperaban junto a la puerta de salida.

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