La vida es muy complicada, no sabemos que nos puede esperar. Pero siempre es peor cuando no queremos hacer nada para mejorarla y cuando aquella persona a la que tenemos tan cerca, es el enemigo que necesitamos esquivar.
Era 1963 , a las 12:30am, en aquella ciudad lluviosa y helada conocida como Marshside en Inglaterra. Trascurría una noche fría y oscura, más de lo normal, los arboles parecían arrodillarse ante el imponente viento que anunciaba destrozos, miedo, angustia. El aire era helado, parecía provenir directamente del polo norte. Y junto a todo aquel ajetreo de viento, frio, oscuridad y penumbra, ocurría el acto, aún peor que la propia naturaleza del clima. Sucumbida por los bajos instintos que golpeaban la razón de aquel injustificado acto, de aquella atrocidad que poco resulta comprensiva, nula, mejor calificada.
Robert y Dilery , eran los nombres de aquellos padres de una hija de apenas 4 semanas de nacida. ¿Odiada? Probablemente. Injustificada, era lo único que pasaba por la mente de aquellos dos seres, que en entre la duda y la desesperación tomaron una decisión, más que apresurada, para solucionar, según ellos, los problemas que rondarían en aquella familia en caso de que ella creciera con ellos.
Estamos tomando la mejor decisión, se decían el uno al otro mientras abandonaban a su hija de apenas un mes en una canasta frente un orfanato, envuelta en sábanas por el frio que hacia (acto de piedad, según ellos). Una canasta en la que su cuerpo apenas reposaba cómodamente, envuelta de todo el cuerpo, pero apenas se asomaban sus ojos por un pequeño orificio que se provocó mediante todo el movimiento que tuvo que hacer su padre para dejar la canasta frente a la puerta de aquel orfanato. Entre las sabanas habían dejado una nota: "lo sentimos, pero sabremos que, vas a estar mejor lejos de nosotros, lo hacemos por tu bien". Nota que habían escrito minutos antes de la salir de casa, decididos a abandonar a su hija. No escribieron sus nombres, por obvias razones, pero dejaron el nombre de la pequeña, aunque considerando el acto, no estaba bien visto que aun así se tomaran "la delicadeza" de ponerle un nombre. Emily, el nombre con que la bautizaron aquella noche de invierno al sur de Reino Unido. Robert tocó la puerta de aquel orfanato después de haber dejado a Emily en aquella canasta, cuando lo hizo corrió hacia el automóvil donde se encontraba Dilery quien se quedó ahí porque no pudo soportar ver lo que estaban haciendo, pero Robert no se fue sino hasta antes dar un beso en la frente a su hija, que ya no lo sería más, que seguramente jamás la volvería a ver. Pensando en eso Robert subió a su automóvil y lo arrancó. Segundos después de esto, una persona salió, sorprendida y confundida a la vez, vio la canasta que estaba en el suelo y al acercarse un poco y notar que había un pequeño ser humano dentro de ésta, tomó la canasta y la metió, la puso en la sala en una mesa que estaba en el centro, notó que había un papel que se confundía entre las sabanas que la cubrían, parecía tener algo escrito. Leyó la carta y pensó: "Pero que te ha pasado mi niña, tranquila yo te voy a cuidar".
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¿Quién quiere a Emily?
Mystery / ThrillerEmily desea las respuestas de su propia vida, que le fue negada desde que se le fue concebida. Atrapada en un mundo que nadie entiende, queriendo encontrar todo lo que ella perdió desde el principio. Angustiada, agobiada, sólo quiere saber un ¿Por q...