Pov. Sebastian
-Como digas...
Suspiro.
Cuando la habitación quedó totalmente sola me miré frente al espejo. ¿Quién era realmente? He hecho tantas cosas buenas y malas que ya no sé quien soy.
Soy un buen hijo; soy un buen jefe; soy un héroe, quizás. Pero también soy un mentiroso, egocéntrico y mi complejo de superioridad está hasta las nubes.
Bueno, a la mierda todo. Lo importante es que el superior esté feliz con mi trabajo.
Busco mi cazadora azul oscuro en el armario y me la pongo, llevo un jean rotos de color negro junto con unos zapatos cerrados. Me arreglo un poco el cabello y me subo la capucha.
Me miró seductoramente en el espejo y sonrío. Espero que el plan salga bien.
Salí del cuarto y bajé las escaleras pero para mi sorpresa no había nadie. Quizás se fueron a cazar o a hacer otras cosas. No importa en realidad. Iba a salir de la cabaña cuando sentí que alguien me agarraba del brazo deteniéndome en el acto
-Sebastián
Esa voz no era para nada desconocida, ¿cómo podría olvidar al dueño de esa voz? Sí casi siempre me recuerda lo inútil que soy ante sus ojos. Por más que lo intente si le llego a fallar en lo más mínimo todo mi trabajo se nuebla y ya no importa nada.
-¿Qué quieres?- dije con fastidio y soltándome de su agarre. Odiaba que siempre me tratase como un subordinado- si vas comenzar con tus sermones mejor cállate- antes de que pudiera reaccionar mi padre me había volteado la cara dejándome la marca.
-Eres débil, sólo venía a decirte que no olvides tu misión. Esos niños tienen que morir. Y no me falles
En silencio asentí, con su típico paso firme y sonoro se fue, y yo me quedé un rato ahí, de espaldas a la puertas sintiendo un ya conocido ardor en mi mejilla. No me dolía, ya no tanto.
Después de recomponer mi postura, salí de casa y comencé a correr el bosque, ya sabía la ubicación de la casa de la vieja, pero lo más difícil sería acercarme sin que ella se diera cuenta.
Mientras andaba y a la vez pensaba en alguna estrategia para sacar a los hermanos de aquella casa. Percibí a lo lejos un extraño aroma.
Dulce
Me detuve de golpe, algo en ese hedor me atraía con excesivo poder. Nunca había percibido algo igual. Era dulce, pero un dulce que no empalaga más bien que hipnotiza. Me relamí los labios y por unos momentos me olvidé de mi objetivo, sin dar créditos había comenzado a caminar en dirección a ese olor tan embriagante.
-¡Alejo! ¿¡Dónde estás!?
Al escuchar aquella voz todos mis sentidos se activaron. Instintivamente trepé y me escondí en la copa de un árbol. Bajé la mirada y noté que cierta persona deambulaba sin rumbo aparente. Agudice la mirada y me sorprendí al reconocer a la persona.
Maximiliano Blackers era uno de los dos objetivos de nuestro plan. Era un chico relativamente bajo, le ponía unos 1.60, tenía el pelo castaño caramelo y sus ojos eran de color azul, un azul que comparado el mío, era mucho más brillante y lleno de vivacidad.
Le estuve siguiendo un par de minutos, en los cuales no podía evitar pensar en encajarle un colmillo, ya que descubrí que el inigualable olor a dulce provenía de él, hasta que por fin decidí que era momento de hacer presencia.
Bajé de un ágil saltó y caí en puntillas. Me acerqué a él por la espalda. Cuando estuve a una distancia prudente mi consciencia se volvió totalmente opacada por su aroma. Inconscientemente me acerqué a su cuello, inhalo un poco más el hedor dulce, sin ya ser dueño de mi acciones entreabrí mi boca dejando mis colmillos demasiado cerca de esa piel blanca y casi perfecta.
Pero, en el momento preciso todos mis sentidos volvieron a mí y me dió tiempo para alejarme un poco y cubrir mi boca, justo cuando él se volvió en sí mismo.
Al principio se mostró sorprendido y algo desconfiado, lo noté fácilmente porque se había alejado un poco mientras mantenía el entrecejo fruncido.
-Hey tranquilo amigo- sonreí retrayendo mis colmillos- nombre es Sebastián Sheirin pero dime Sebas
Al notar como sus músculos se relajaban, me di la oportunidad de acercarme un poco más pero sin ser demasiado imprudente.
-Max- contestó de manera corta y algo indiferente.
-Y dime, Max ¿Qué haces en el bosque a estas horas?- cuestioné tratando de ser lo más afable posible.
-Busco a mi hermano- contestó con la misma actitud cerrada.
-Mmm, ¿puedo ayudarte?
-No, no es necesario
Se dió vuelta y comenzó a caminar, dando por finalizada nuestra conversación. Me molesté. Esto no iba a terminar así. Llegué a su lado rápidamente y tomándolo por sorpresa le agarré del antebrazo.
-¡O-oye suéltame!- me empujó pero no lo dejé ir tan fácilmente, al contrario, puse más presión al punto que se retorcía de dolor- ¡Me estás lastimando!- chilló.
Con un movimiento de rudeza me obligué a soltarlo logrando que se cayera rodillas mientras se agarraba el antebrazo con fuerza y trataba de retener algunas lágrimas.
Me reproché mentalmente, ahora sí se me hará supremamente complicado establecer una relación con él.
-Amigo, lo siento- me intenté acercar pero él simplemente retrocedió. Su mirada reflejaba horror y algo de ira.
-¡Casi me partes el brazo!
-Lo siento, hombre. A veces, no controlo mi fuerza- me llevé una mano a la nuca mientras desviaba la mirada- Déjame ayudarte a buscar a tu hermano, como compensación por lo que te hice.
-Claro...- dice aún no muy convencido. Le sonreí tratando de calmar el ambiente.
ESTÁS LEYENDO
Un Amor Poco Natural (Gay-Yaoi)
VampirAlejandro y Max Blackers son dos hermanos que próximamente irán de visita a la casa de su abuela Roxana en una pequeña cabaña alejada de un pueblo. Lugar donde experimentarán cosas que cualquiera no estaría preparado.