PRÓLOGO

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Sentía el frío recorrer todo mi cuerpo, como cada parte de él se contraía y el bello de mis brazos se erizaba. No sabía qué hacer, cómo huir. Estaba helada, no podía mover ni un músculo. Mi cabeza solo podía pensar en cómo salir de ahí. Notaba a alguien sujetarme por la espalda, era más alto y más fuerte que yo. Podía percibir su respiración en mi oído.

- Martha...

Tenía una voz ronca y hacía que todo mi cuerpo temblase.
Miré a mi alrededor. El callejón estaba vacío. Había varios coches que parecían llevar años ahí, sus techos y puertas estaban oxidadas y ahora las ratas vivían ahí. A la derecha observé unos cubos de basura y alguna bolsa de tiendas cercanas. En el suelo había un charco de agua procedente de una tubería rota. De vez en cuando podía oír a unos gatos maullar. A la izquierda había una puerta de metal. El viento levantaba un poco mi falda.

- Llevo tanto tiempo desando esto. - Eso me hizo volver a la realidad. Su voz me resultaba familiar, sería mi imaginación.

Una mano se posó en mi boca. En un movimiento rápido y brusco me giró sobre mis pies hasta que quedé de cara con el sujeto. Vestía con una sudadera negra con la capucha puesta. Era de noche y solo podía distinguir sus ojos verdes que no me transmitían nada bueno. Tenía mucho miedo.

De repente, bajó su mano de la cintura a la cadera, acercándose poco a poco a mis glúteos. Y quitó la mano de mi boca para agarrarme el brazo.

- ¿Qui... quién eres?- Conseguí articular.

Su risa me hizo estremecer. Con una de las manos se quitó la capucha y pude distinguir todas las facciones de su cara.

- Manuel...- Su sonrisa fue creciendo cada vez más.- ¿Qué quieres?

- Te quiero a ti, preciosa. - Dijo sin alterar su tono de voz y sin quitar su psicópata sonrisa.

No me podía explicar cómo había acabado así, esperaba que esto fuese una pesadilla y pudiese despertar ya.

Manuel empezó a sacar algo del bolsillo de atrás del pantalón mientras hablaba.

-¿ Te acuerdas cuando nos conocimos? - Hizo una pausa.- Desde el primer momento en el que te vi me encantaste y me prometí que serías mía, cueste lo que cueste.

- ¿Q..Qué vas a hacerme? - No podía dejar de observar las esposas que acababa de sacar.

- Estarás bien cariño. Si no quieres tener problemas obedéceme, ¿vale? - Empezó a acariciarme la mejilla y pude sentir el frío del metal. Intentó darme un beso, pero aparté la cara justo a tiempo.

- Me gustan las chicas malas.

Cínico.

Comenzó a ponerme las esposas. Esta era mi oportunidad, tenía que escapar.

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Y empecé a correr, pero no llegué ni a dar dos pasos hasta que el me agarró y me empujó contra la pared.

-¿A dónde ibas? No vuelvas a intentarlo. - Dijo mientras me apretaba mucho del brazo y sentía como se ponía rojo.

- Me estás lastimando.

- Lo siento muñeca. - Sin previo aviso me dio un pequeño beso en la boca y siguió colocándome las esposas.

- ¿Sabes qué? Voy a ser bueno y te dejaré las piernas libres, pero como intentes escapar... - Cada vez tenía más miedo.

Me guió hasta la puerta que había visto antes. Entré poco a poco, no podía ver nada, todo estaba oscuro. De pronto Manuel encendió la luz y observé un colchón con varias sábanas. Hacía el otro lado había una cocina.

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⏰ Última actualización: Feb 11, 2017 ⏰

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