Capitulo XXXI (Capítulo Doble)

5K 181 162
                                    

La madrugada del veinticuatro de mayo ya había caído y Guillermo simplemente no podía dormir, como ya se le estaba haciendo habitual. La cama no estaba cómoda, él mismo no estaba cómodo y para colmo los leves ronquidos de Samuel le estaban poniendo de los nervios, de los malditos nervios. Gala estaba increíblemente inquieta dentro de él, no paraba de moverse, y eso que hacía ya mucho tiempo de los últimos movimientos así de fuertes que sintió.

Hizo una mueca, Gala había soltado aquella última patada bajó sus costillas, dejándole sin nada aire.

- Tranquila, cariño. - habló en un susurro, una vez recuperó el aire, acariciando aquel vientre que en cuatro días nada más iba a desaparecer. Estaba bastante melancólico, sentía que no iba a poder con el cambio que suponía ser papá. Claro, mientras tienes a tu bebé dentro nada se te hace complicado, es casi como si no lo tuvieras, pero ¿Cuando nace? Poco tiempo es el que hay para adaptarse al cambio que supone una nueva vida más, una vida que solo dependerá de ti. - Faltan cuatro días para conocernos. - mencionó, acariciando con suavidad aquel enorme vientre que parecía explotar en cualquier momento. Quería sonar seguro con aquella frase, sin embargo, no lo había hecho.

Necesitaba dormir, su cuerpo se lo pedía a gritos, pero no sabía si era la ansiedad o el miedo el que no lo dejaba.

Tomó la mano de Samuel, pretendiendo entrelazar sus dedos y el mayor, quien estaba dormido, lo hizo, como un acto reflejo quizás. Se predispuso a dormir lo que quedaba de la noche, por lo que se giró –con mucha dificultad– quedando de frente a Samuel y cerró sus ojos. Eran ya media hora pasada de las tres de la mañana y él aún no conciliaba el sueño, no podía hacerlo. Apoyó su otra mano en su vientre, pretendiendo que con unas caricias Gala se calmase pero no lo hizo, todo lo contrario. Aquel cambio de posición la había hecho poner aún más incomoda.

- Tranquilízate, cariño. Papi tiene que dormir. - susurró con su voz muy bajita, sin querer despertar a su prometido, quien dormía a su lado hace ya más de una hora. - ¿No tienes ganas de dormirte tu también? - preguntó, como si la niña fuera a responderle. Él mismo se auto-respondió aquella pregunta al sentirla aún más inquieta si es que se puede. Ya no sabía que hacer con ella.

Se sentó sobre la cama, refregando sus ojos que no habían logrado cerrarse por mucho tiempo y decidió levantarse a caminar, a tomar un poco de aire. Quizás si él se relajaba, Gala también lo hacía y ambos podían dormir. La idea en su cabeza tenía sentido.

Merodeó por el cuarto, vestido nada más que con una camiseta larga y blanca y con sus bóxers grises debajo, con ambas manos sobre su vientre y acariciándolo, tratando de calmar el exceso de movimiento que sentía dentro. Hablaba con mucha suavidad, tratando de calmar a su hija pero parecía que la pequeña simplemente no quería calmarse, eso o solamente estaba inquieta por algo.

- ¿Chiqui? - la voz de un Samuel adormilado sonó en aquella habitación, haciendo que Guillermo inmediatamente volteara a mirarlo. - ¿No puedes dormir? - Guillermo negó con su cabeza, ambas manos en su vientre y sujetándolo con amor, a pesar de que las ojeras abarcasen gran parte de la piel bajo sus ojos. Ya había empezado a dejar videos preparados para cuando tuviera que estar internado y para los primeros días con Gala en casa, esa era la razón de su cansancio, además de que aquella noche no era la primera vez que pasaba lo mismo.

- Gala se está moviendo mucho, no me deja. - volvió a hacer una mueca cuando sintió la patadita bajo su costilla, esta vez, más suave que la anterior. - Si me acuesto es peor. - explicó, caminando de un lado a otro y esperando que la beba se calmase dentro suyo.

Samuel asintió con su cabeza y se dedicó a mirar a Guillermo caminar, tranquilo. Sabía que no podía hacer mucho por su incomodidad, por lo que prefirió darle un ambiente calmado, cómodo. Sabía que Guillermo ya estaba a término, sabía también que esa última semana estaba siendo quizás la más complicada del embarazo, esperando con ansias y miedo al sábado siguiente.

Historia de Vida - Wigetta MPREGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora