Prólogo

1.1K 13 1
                                    

Me desperté en medio del caos, sonaban las alarmas en todo el distrito, se escuchaban los rayos producidos por las varitas y las personas gritando aterrorizadas. Me levante de la cama y me vestí lo más rápido que pude, cuando salí al exterior me quede pasmado. Las calles estaban abarrotadas de figuras encapuchadas de negro y con máscaras terroríficas, personas gritando de temor y otros cayendo bajo el efecto de la maldición cruciatus, no podía distinguir entre cadáveres, si es que los había, y personas inconscientes, cuando me volví para confirmar que no había nadie en mi casa fue que el pavor me inundo, mi madre y hermano no estaban, solo podía significar una cosa…

-       Hola querido – dijo una voz fría y tenebrosa detrás de mí, cabe destacar que el vello de mi nuca se erizo.

-       Bella, ¿qué demonios haces aquí?- pregunte tratando de demostrar valentía pero en el fondo mi prima Bellatrix siempre me causo miedo.

-       No creo que ese sea el tono adecuado Sirius- dijo mostrando su varita, que se parecía a ella un marrón muy oscuro, de forma curva y toda llena de nudos de la madera.

-       No le debo respeto a alguien como tú- Las palabras salen de mi boca con tanto odio que apenas me reconozco- tan devota que eras de mi padre con todas sus creencias en contra de la magia negra, y mírate ahora una lame botas de un tal Señor Tenebroso, que vergüenza- Pensé que me arrepentiría de este comentario pero no lo hago aunque una furia inminente se refleja en los ojos de Bellatrix cuando esboza una sonrisa maléfica.

-       Te vas a arrepentir de todo lo que has dicho primito, a mi señor no le gustara nada tu comportamiento, pues él esperaba lo mejor de ti- luego las sombras la envolvieron y desapareció

“El esperaba lo mejor de ti”, ahora mi cabeza empieza a dar vueltas mientras trato de saber porque el Señor de las tinieblas esperaba lo mejor de mí. Estoy tan perplejo que no me doy cuenta de que mi hermano y mi madre han entrado.

-       ¡Sirius creímos que te habían llevado antes de la cosecha!- Grita mi madre con los ojos desorbitados.

-       Afuera la cosa no está nada bien, los mortifagos de más alto rango han llegado al distrito para presenciar la cosecha, al parecer este año hay algo que hace diferente el evento- Comenta mi hermano, a veces lo admiro por cómo diablos puede saber tantas cosas durante momentos tan tensos.

La noticia no me da más esperanzas ni responde las preguntas que siguen surgiendo en mi cabeza, sin embargo con respuestas o no, igual debo vestirme con mi túnica negra y asistir con la cabeza en alto a la cosecha de hoy. Espero poder salir vivo de esta o incluso que mi nombre no aparezca dentro de las cuatro tarjetas que aquella mujer, a quien odio por disfrutar a costa de la muerte de personas inocentes.

-       Regulus por favor date prisa, prefiero ir por mi cuenta a la cosecha sin la compañía de los… Mortifagos- le dice mi madre, a mi hermano, deprimida y a la vez asustada.

Yo estoy frente al espejo detestando mi apariencia, me siento asqueroso, terrorífico y horrible. Llevo una túnica larga hasta el suelo, tiene capucha y un porta varita, soy la viva imagen de uno de esos despiadados seguidores del señor tenebroso, soy una copia de mi prima a la que tanto temo y odio, estoy vestido siguiendo cada patrón de lo que nunca querré para mi vida, en el espejo veo a un Mortifago. Justo cuando llaman a la puerta Regulus sale de su habitación vistiendo de la misma forma que yo, este es su segundo año en participar en la cosecha para poder formar parte de los seguidores del Señor de las tinieblas.

-       ¡Dense prisa! No querrán hacer esperar al Señor tenebroso- Dice una voz áspera que arrastra las palabras, con un dejo de tristeza y una pizca de odio.

    Creo reconocer esa voz, claro que la reconozco, él fue mi mejor amigo hasta que lo cosecharon hace 2 años exactamente, cada vez que veo en lo que se ha convertido un odio más profundo crece dentro de mí. Cuando abro la puerta todas mis sospechas son ciertas, de pie enfrente de mi aunque sin dirigirme una mirada esta un chico de 19 años, a quien conozco muy bien o creí conocer muy bien después de crecer prácticamente juntos en el distrito 4 .Aún tiene las marcas en la piel de todas las batallas que vivió y gano para llegar a ser vencedor como lo es hoy, su cara es muy diferente a como solía ser pero sé que allí en algún lado se encuentra mi mejor amigo.

-       ¡James! Es un honor tenerte en nuestra casa- Espeto con petulancia.

-       Cállate y camina ya es tarde para la cosecha- Me ordena, aunque no estoy con ganas de obedecer a estos terroristas tengo que hacerlo, sino seria cosa de la maldición cruciatus el hacerme obedecer.

Voy caminando hacia la plaza con todos los demás detrás, y cuando miro por el rabillo del ojo, la furia me llena, lo siguiente pasa muy rápido, mi hermano golpea a James justo en la nariz, mi madre cae al suelo, luego yo me abalanzo hacia mi antiguo amigo y lo golpeo unas dos veces, hasta que veo una luz roja cegadora y luego un terrible dolor muy profundo me invade el cuerpo, es insoportable, después una risa desquiciada resuena en mis oídos mientras me retuerzo en el suelo hasta quedar inconsciente.

Los Dias OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora