Capitulo 16

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Martina llegó colérica y cansada a la mansión Stoessel. Inhaló profundamente y se resignó a entrar, tarde que temprano tendría que enfrentar nuevamente a su madre y esa sería la ocasión, sonrió irónicamente al adivinarla sentada en la sala de invitados esperándola preparada con una eterna reprensión que a fin de cuentas quedaría en el olvido como todas las demás. Arrastró su maleta hasta el interior mientras observaba distraídamente los cuidados casi extravagantes que tenían con los jardines. Negó en silencio y entró. Soltó el aire hasta ahora contenido en un silencioso soplo y dirigió sus mudos pasos rumbo a las escaleras cruzando sus dedos para no toparse con su madre.


-Martina - cerró los ojos apretujándolos, maldijo para sus adentros y finalmente se resignó. Dejo a un lado su maleta y se giró intentando esbozar una falsa sonrisa inocente.

-Mami.

-¿En dónde demonios te metiste? – irónicamente divisó por un momento en su mente la imagen de una madre ejemplar y amorosa.

-Paris, madre – hizo una pequeña pausa disfrutando del creciente enojo de su madre – De compras

-No veo una sola bolsa nueva contigo - ¡demonios! Había olvidado comprar algo para excusarse.

-Las prendas están dentro de mis maletas, quería evitar todos los papeleos de aduana, simplemente le quité las etiquetas y lo guardé.

-Sabías que esa noche sería una cena especial - ¿acaso lo era? No lograba vislumbrar lo especial en cenar con su prometido.

-¿Especial? – no pudo evitarlo, motivos era lo que buscaba para irritar a su madre.

-Esa noche sería por completo oficial tu compromiso con él, te iba a dar un anillo – notó como la piel de su madre se tornó roja, ¡joder! Ella era hermosa, sin embargo ahora lograba vislumbrar el motivo por la que su padre la había dejado.

-Peter no necesita hacer todo eso para...

-¿Sabes lo furioso que está? ¿Y toda su familia? – finalmente logro hacerla estallar en gritos, contuvo sus carcajadas.

-¿Su familia? – Rió – Debe ser una broma, ¿planeas que me humille pidiendo disculpas ante toda esa bola de incompetentes? – tomó su maleta dispuesta a marcharse.


-¿Por qué demonios te ves tan exhausta? – sabiendo que no podría controlar más aquella discusión, su madre decidió reprenderla por otra razón. Tini blasfemó al saber a qué se refería su madre, claro que no había tomado siquiera una ducha después de aquella velada con Jorge Blanco .

-Un viaje por tren es en absoluto grato. Claro que eso no ocurriría si me entregaran tan solo un BMW – le lanzó una mirada reprochadora.

-Te he dicho ya que eso jamás ocurrirá – ahora su madre sonrió al ver la ira de Martina.

-Si habla Peter, no estoy. Ni para ti, ni para él – se marchó hecha una furia dejando con un sermón incompleto a su madre.

Subió las escaleras lo más rápido posible. Apenas entró a su habitación, y en lugar de sentir aquella sensación placentera que toda persona normal experimenta al saberse a salvo en su hogar, ella se sintió recluida, como una vil prisionera. Botó su maleta y su bolsa en una silla que encontró y se arrojó a su cama, se abrazó de una almohada y en ella ahogó sus gritos contenidos. Aseguraba que solo faltaba un enfrentamiento más con su madre para por fin perder la cabeza. Ciertamente esa era la razón por la que no guardaba mucho resentimiento con su padre aún cuando la había dejado cuando más lo necesitaba y que además se desapareciera para siempre de su vida. Se preguntó en ese preciso momento el cómo sería su vida si un juez sensato la hubiese asignado a vivir con su padre y no con aquella arpía que se hacía llamar mamá. Sonrió de tan solo imaginarse cuan maravilloso hubiese sido, quizá y hasta podría ser Martina la grandiosa corredora y no tener que ocultarse tras un personaje inexistente.
Exhaló y se levantó de su cama, tomó una ducha, sabía que si permanecía con el olor de Jorge impregnado en su piel correría el riesgo de ser enviada a un convento por el resto de su vida o peor aún ser casada ese mismo día y vivir hasta la muerte con su irritante prometido.
Cuando sintió que todo lo que le recordaba a él en su cuerpo fue borrado, a excepción de esos jodidos chupetes que le había hecho, salió de su ducha asegurándose que esa aventurilla se había ido por las tuberías del drenaje junto con al agua que había bañado su cuerpo. Secó su cabello probablemente frustrada, las imágenes que su memoria le reproducía no le ayudaba en lo más mínimo a dejar todo aquello en el olvido. Se asustó de la precisión con la que recordaba cada palabra dicha por él, cada caricia y cada beso. Hundida en su desconcierto continuó arreglándose. A pesar de que su cuerpo imploraba descansar en una siesta ella estaba empeñada en que salir sería lo mejor para ella y sus desordenados y desobedientes recuerdos.
Apenas terminó, tomó su bolso, extrajo de él el libro que había prometido eliminar de su vida, lo botó en la basura y salió. Agradeció a todos los dioses no encontrar a su madre durante su transcurso a la cochera. Desobedeciendo además tomó el Audi R8 que aún no había corrido y salió directo a la zona comercial más prestigiosa de la zona para lograr desviar su atención de los cada vez más acerbos recuerdos de Jorge .

Señorita Malcriada |Jortini *TERMINADA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora