"Pruébame, dijo el veneno, ámame como odian los Amantes"
¡¡¡Al fin!!!
Tengo pareja, estoy caminando por la calle de la mano de alguien. Ya no estoy sola, todos me miran y me gusta sentir esas miradas dirigidas a mí, y a mi pareja. No es lo mismo, las miradas cuando estas sola, son vacías, perdidas entre la multitud de las gentes. Ahora tengo a alguien a mi lado y camino orgullosa de saberme acompañada. Recuerdo cuantas veces iba yo por la calle mirando esas parejas de brazos, y yo sola, insegura, deseando este momento para sentirme así.
Espera, pero aún no me percato quien es la persona que me acompaña, miro entonces mi mano con la suya que es ruda, fuerte, al menos se que es un hombre y que ni siquiera en mis sueños me abandona mi inclinación sexual. Al lado de mi mano blanca y fina, está esa que es más grande, entrelazaban mis dedos con los suyos y me agarraban como si nunca fueran a soltarme. Entonces siento una gran necesidad de ver su rostro, de conocer quien es el, de saber quien es este desconocido que ha entrado en...
¡¡¡No!!! Estoy soñando, y en mi propio sueño no soy capaz de creer estar a su lado, de brazos, caminando aún por la calle. Nunca hubiera imaginado esto, no encontraba la razón por la que me sentía feliz a su lado, pero ahí estaba yo, segura, orgullosa, agarrada de su mano sin soltarme. Lo miro fijo, el está mirando hacia delante, seguimos caminando y de pronto se voltea a mi, me mira a los ojos y me sonríe, una sonrisa tierna y enamorada que no sabía que el pudiera tener. Una sonrisa que me aseguraba que todo estaba bien.
Es mi sueño, o al menos lo que recuerdo de él. Desperté y repase de nuevo en los detalles, no hubo más, ni un beso, ni un abrazo, ni una palabra. Fue un sueño extraño, se realizaba mi deseo, ya no estaba sola, estaba feliz junto a alguien, pero era la persona con la que menos hubiera imaginado en este mundo estar, tampoco en mi total juicio esto pudiera ser posible, y entonces me supe bien despierta, porque ya había despertado en mi el cólera. Había entendido entonces que mi sueño no era más que la demostración de aquel dicho que dice que es mejor andar solo que con mala compañía. Pero ni aún con esa excusa era capaz de perdonar a mi subconsciente. Como podía soñar yo, que el idiota al que no soportaba me estaba haciendo feliz y era mi pareja. Suena la alarma y me indica que es hora de despertarme, bueno, despierta estoy, aunque eso si, algo atolondrada.
Llevaba tres meses de celibato y dos años divorciada. Tengo apenas veintiséis años, pero muy maduros para mi edad. Ya ansiaba conocer a ese hombre que llenara el espacio en mi vida, mi corazón y mi mente. He tenido varios pretendientes, pero todos en vano, reconozco que soy bastante exigente, soy de las mujeres que piensan que debo escoger bien a la persona que comparta mis días y mis noches, y que rompa con el espacio y la intimidad que he creado en estos últimos tiempos. Quizás porque ya me empezaba a desesperar es que he soñado tal estupidez.
- Creo que es hora de despertar Kate. - Sentí la voz de mi madre que daba unos pequeños toques en la puerta de mi cuarto.
- No te preocupes mamá, ya estoy despierta. - Le respondí aún sentada en mi cama, con los pies cruzados. Sabiendo que el día me costaría enderezarlo.
Abrí el armario y tomé una blusa blanca de cuello y mangas largas, una falda negra que me llegaba justo por encima de las rodillas y un par de zapatos secretaria del mismo color de la falda, con apenas un pequeño tacón. Hoy realmente no se me antojaba andar con tanta altura. Acomode el ajuar encima de la cama y saqué un par de panties color carne, un sujetador blanco y una tanga del mismo color y fui hasta el baño a cepillarme los dientes y ducharme.
Esa ducha era necesaria para relajar mi cuerpo y mi mente en las circunstancias en las que se encontraban. No vivo con tantos lujos y la verdad que mi modesta casa no es de esas mansiones donde cada cuarto tiene su propio baño, aún así tenía la comodidad que en mi casa solo vivíamos mi mamá y yo, por lo que siempre tenía como costumbre salir del baño en albornoz y vestirme en mi cuarto, y eso fue exactamente lo que hice. Me puse la ropa interior, me acomode los panties, y comencé a desenredar mi cabello. Ni idea tenía de que peinado hacerme, y no quería gastar energías en ese tema, por lo que me hice una coleta alta.
ESTÁS LEYENDO
Amantes que Odian
RomanceEsta es una historia donde dos personas siendo tan parecidas son totalmente diferentes. Un hombre y una mujer, dos personalidades, dos sentimientos y un desafiante destino. Katherine Wells, centrada en su trabajo, sus proyectos, su futuro, espera e...