parte única

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Es de noche y ya todos se han ido, sólo algunas luces quedan encendidas y la mayoría de las puertas del edificio ya han sido cerradas, lo único que se escucha es el golpetear de su bolígrafo contra la libreta. Han pasado varios días desde que comenzó a escribir esa canción y no ha sido capaz de pasar del primer verso, ni siquiera está seguro de lo poco que ha escrito hasta ahora. Cada segundo que pasa se siente como semanas, lentas e interminables, y cada vez pierde aun más la cabeza.

Ha tratado de todo, desde baños relajantes o bebidas energéticas hasta esconderse en el rincón más alejado para encontrar algo de paz, pero nada ha funcionado. Una y otra vez vuelve a encontrarse frente al mismo papel semivacío, en esa pequeña habitación que últimamente no hace más que sofocarlo.

Suelta el bolígrafo y este rebota contra la mesa con un ruido sordo, se levanta y toma sus cosas dispuesto a irse a casa dando por finalizado el día, hay un dolor punzante detrás de sus ojos y todo lo que quiere es dormir hasta que desaparezca. Pero a medida que camina por el pasillo una música comienza a escucharse hasta que se vuelve más y más fuerte y puede reconocerla como una de sus canciones. Cuando se encuentra a tan solo unos pasos la melodía se detiene y un ruido se escucha en la habitación.

Indeciso, abre la puerta sólo para encontrarse a Jimin parado en medio del cuarto, su pecho subiendo y bajando rápidamente, como si hubiera estado peleando contra algún sujeto enorme por las últimas dos horas, y el rostro contraído por la furia, como si no hubiera sido capaz de vencerlo.

Es extraño verlo de esa forma, sobre todo cuando lo primero que aparece en su cabeza al pensar en él son sus sonrisas fáciles y sus risas tímidas. Jimin es fácil de complacer cuando se encuentra de buen humor, sólo hay que devolverle las sonrisas, contar chistes que no tengan mucha gracia, regalarle pequeñas caricias en los brazos o en las manos al pasar e incluso abrazos espontáneos, pero cuando se enoja, ninguno de ellos sabe muy bien cómo reaccionar. Lo dulce se vuelve amargo y los colores parecen tomar un tinte negro cuando Jimin no se encuentra de humor e incluso ellos parecen no respirar por miedo a ser la gota que derrame el vaso y haga estallar la bomba de tiempo en que el muchacho se convierte.

–No sabía que aun había gente aquí –le dice, y Yoongi puede notar el esfuerzo que hace para que su voz suene lo más cercana a normal aun cuando sólo es necesario echar una buena mirada.

–Tampoco yo –lo ve morderse la cara interna de su mejilla para no apretar la mandíbula y, a pesar de que no debería, no puede evitar preguntarle– ¿Qué sucede?

–Nada –desvía la mirada y esta vez los músculos que cubren su maxilar se contraen y las manos que caen a su costado se transforman en puños.

–Dime –está presionando mucho, lo sabe, pero no puede evitarlo, quiere que esa expresión en el rostro de Jimin desaparezca tan pronto como sea posible.

Tarda en contestar. Yoongi lo ve mirar a cualquier lado menos en su dirección, lo ve abrir y cerrar sus manos y tomar respiraciones hondas como si estuviera preparándose para dar un largo discurso que nunca llega.

–Sigo equivocándome en la coreografía –eso es todo lo que dice.

Y él lo entiende.

Durante la práctica Jimin se equivocó una y otra vez en la misma secuencia, algo extraño cuando por lo general es el primero en adaptarse, casi como si se moviera de manera involuntaria. La frustración fue creciendo en tal medida que el coach quiso terminar antes pero él no se lo permitió, y una vez que todos se fueron, hace más de tres horas, se quedo a seguir practicando.

Algo parecido a su caso, Yoongi se da cuenta.

–Le sucede a los mejores –lo ve fruncir el ceño, listo para refutar, y añade–. Estuve encerrado en una habitación por más de tres horas intentando componer algo pero el papel termino igual de blanco que al principio. Ha sido así por los últimos días.

Cuando las líneas de su frente no desaparecen Yoongi recuerda que Jimin siempre ha sido algo obstinado.

– ¿Por qué no bailas algo diferente por un rato? Algo en lo que puedas concentrarte, no pierdes nada con intentar.

El silencio se prolonga por otro par de segundos hasta que finalmente asiente, aun algo dudoso. Lo ve buscar una canción en particular, y cuando la encuentra, una suave melodía comienza a sonar.

El sonido de un piano inunda la habitación llenando cada rincón y más allá. Es algo triste pero a la vez hay otra cosa, como una especie de felicidad que no es del todo feliz ni se parece a ella, algo así como deseo mezclado resignación, pero esa es una palabra muy fuerte. Suspiros, decide. La música parece estar hecha de suspiros, uno diferente del otro.

Tan absorto en sus propios pensamientos no se da cuenta que Jimin ha comenzado a bailar a su alrededor, como un borrón en cámara lenta de manos pequeñas y pies ligeros, sólo cuando se encuentra por la mitad de la coreografía se da cuenta que algunos de esos pasos ya los ha visto antes. Como cuando calienta antes de las prácticas, durante los momentos de descanso, o simplemente cuando lo encuentra bailando en diferentes lugares de la casa. Debe haber tenido la coreografía en su cabeza por bastante tiempo ya.

Yoongi nunca ha sido bueno para expresar sus sentimientos pero ver a Jimin bailar hace su cuerpo hormiguear. Es la pasión con la que lo hace lo que lo atrapa, la forma en que sus músculos se relajan hasta convertirse en arcilla o como casi no parece tocar el suelo. Yoongi nunca ha sido bueno para expresar sus sentimientos así sin más, pero ver a Jimin bailar lo hace querer componer todo tipo de canciones para que todos puedan ver lo mismo que él.

Y de repente Jimin se encuentra en frente suyo, con su respiración algo agitada y algunos mechones desordenados. Su pelo se ha desteñido hasta convertirse en el tono de gris más claro y la luz sobre sus cabezas lo hace brillar hasta transformarlo en un ser etéreo, con una camisa blanca que cae suavemente sobre sus hombros y unos labios redondos y llenos que no parecen de este mundo.

Y luego una de sus pequeñas manos se ha alzado hasta tocar su rostro y Yoongi no puede evitar cerrar los ojos al sentir la calidez de sus yemas contra su mandíbula. Dura menos de un segundo, pero es tiempo suficiente para que Jimin se acerque un poco más.

Y ahora las puntas de sus zapatos se rozan al igual que sus narices, un tibio aliento hace cosquillas en su boca, su vista se desvía a la fuente de ese fino suspiro y moja sus labios cuando ve a Jimin tragar.

Dura apenas unos segundos, la espera y la ansiedad del beso, pero se sienten como horas donde todo tiembla amenazando con derrumbarse, donde lo único estático son sus cuerpos y el latir desbocado de su corazón el único sonido. Y cuando finalmente se besan la tierra debajo de sus pies desaparece por completo al igual que las paredes a su alrededor, de repente están volando y Yoongi no puede hacer otra cosa que maravillarse por lo que un beso puede lograr.

(Aunque tal vez tenga que ver a quien está besando).

No está seguro de quien besa a quien, si Jimin a él o él a Jimin, o si se han encontrado a medio camino, pero no es algo que importe de todos modos.

La boca de Jimin es tan suave y mullida como parece y su mano derecha sigue descansando en su mejilla, a veces trazando pequeños círculos con su pulgar. Al principio es sólo una ligera presión, tan leve que no es más que un roce, después la boca de Yoongi toma vida propia y atrapa el labio inferior de Jimin, al igual que su mano derecha, que ahora reposa delicadamente en la cintura del otro muchacho.

Y entonces se besan lento y lánguido, y los segundos que dura vuelven a ser interminables pero a la vez son suficientes para lograr que un tibio cosquilleo se instale en la boca de su estómago, recorra su columna y finalmente suba a su cabeza alborotando todos sus pensamientos hasta que solo queda la necesidad de besarlo aun cuando lo está haciendo. Y ese pensamiento perdura cuando se han separado lo suficiente para que sus frentes choquen, el aliento se mezcle y las manos con que se sostienen el uno al otro cobren más firmeza.

Ahora sus labios han adquirido un color único y Yoongi vuelve a maravillarse por lo que un beso es capaz de lograr. El hilo de sus pensamientos sólo se interrumpe durante un instante, tiempo suficiente para que se dé cuenta que la magia reside en el quién y no en el qué, y que quiere ver ese color en los labios de Jimin para siempre, pero sólo si es él quien se lo arranca. 

i gain passion just looking at you || yoonmin osWhere stories live. Discover now