Capítulo XV

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Creo que dormir en el sofá no fue la mejor idea que tuve. Es realmente incómodo y no puedo dormir, Carolina tenía razón. Debí haberle hecho caso e ir a dormir con ella. Aunque eso me hace tener muchos pensamientos. Sigo pensando en que no es buena idea.

Lo pienso una y otra vez. Son ya casi las once de la noche. Mañana tenemos clase y debo levantarme temprano. Puesto que no la pienso más y me dirijo a su habitación.

El miedo nuevamente invade mi cuerpo al ver la perilla de la puerta. Aunque el sueño no tarda en demostrarse y bostezo, puesto que abro la puerta accidentalmente y por ello cierro los ojos con fuerza. Casi me caigo.

–Disculpa Carolina. Tenías razón al decir que ese sofá es muy incómodo para dormir y... –digo entrando a su habitación con mi mano derecha en la parte baja de mi cuello. Iba a terminar mi frase cuando abro los ojos y me llevo la sorpresa de ver una cama grande, donde Carolina está leyendo un libro cerca de su mesita de noche. No mentía al decirme que su cama era grande–. Sorprendente ahora veo que no exagerabas con el tamaño de tu cama.

–Yo te lo dije y no me hiciste caso –dice y cierra su libro colocándolo en su mesita de noche. Voltea a verme seria–. Ahora no te dejare dormir ¡fuera! –grita. Me arroja una almohada dándome en el rostro.

–Está bien. Entiendo, pero tampoco te enojes –le miro triste. Sabía que era mala idea venir.

Estaba a punto de terminar de cruzar la puerta, pero sentí otro golpe ligero, una almohada. Volteo a verla con confusión y ella solo está riendo.

–¿Por qué ha sido eso? –pregunto viéndola con confusión enarcando una ceja.

–¿Realmente piensas que te dejaré dormir en ese sofá? –ríe con más fuerza–. Si que eres un tontito.

–¿Fue solo una broma? –le pregunto y ella sigue riendo.

–Si. Debiste ver tu cara. Pensé que lo ibas a reconocer –musita. Limpia unas lágrimas producto de tanto reír.

–No le veo la gracia –achico mis ojos hacia ella. Me vengaré y levanto una de las almohadas que me arrojó– ¡Me la vas a pagar! –le digo lanzándole la almohada dándole en el rostro. Deja de reír.

–¿Quieres la guerra, Elías? Bien. Entonces ¡ven aquí y demuéstrame de lo que estás hecho! –grita y me arroja nuevamente la almohada.

Se supone que venía a dormir, puesto que ya son las once con diez minutos de la noche, y no a jugar una guerra de almohada con Carolina. Pero no podía evitarlo, me ha retado y eso me quito el sueño.

Se que dirán que esto de la guerra de almohadas es solo para las chicas cuando hacen sus pijamadas. Debo verme ridículo, lo sé, pero es tan divertido. ¡Me importa un carajo que digan que solo es para chicas!

Uno de mis objetivos es vengarme por lo que me jugo una broma, pero también acorralarla para así robarle un beso.

Tras veinte minutos de estarnos golpeando constantemente con las almohadas, por fin llega el momento en donde Carolina está indefensa, lo que aprovecho ese momento para tomarla de las muñecas y pegarla a la pared.

–¡¿Qué haces?! ¡Suéltame! Eso me duele –dice tratando de liberarse de mi agarre.

–¿En serio creíste que bese a Kira y te dejaría a ti, para irme con ella? –le pregunto susurrándole al oído– Soy tuyo, Carol. Te amo mi feíta. Jamás me alejaré de ti –le digo viéndola a los ojos. Me le acerco para darle un beso mientras que ella se sonrojaba por lo que le he dicho.

–Y-Yo también te amo Elías. Lamento haber desconfiado de ti –dice y ambos nos besamos nuevamente y la suelto.

Ambos caemos en su cama, rendidos. Me llevo unos segundos poder recuperar la respiración, al igual que Carolina.

Desaparecidos (Libro #1 de la saga "Misterio Familiar") © TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora