No quiero que mis sentimientos se plaguen en un eclipse, contradictorio, siendo el día en la noche, y la noche en el día. Se plaguen entre las flores de un néctar de abejas; entre la arena cálida que hay de principio a fin donde recae el peso incontable del exterior. Quiero dejar caer el peso de los pétalos al ritmo de la incomparable música que resuena entre serenatas. En el melifluo sonido, tierno y delicado que entra por el oído y se embarca al corazón.