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Entré a la recepción del edificio donde trabajaba desde hace ya tres años con una mochila color negra colgando en mi hombro izquierdo, con un traje azul marino pulcramente limpio y con mi cabello igualmente color negro siendo despeinado con el viento que entraba por la puerta. Después de saludar a TaeYeon como me era acostumbrado a hacer los cinco días de la semana, me di vuelta para dirigirme al ascensor que sólo me quedaba a unos diez pasos de distancia, pero gracias a una bella obra del destino me encontré con la persona que menos quería ver en todo el mundo.

Kim JongIn, ese maldito chico que era unos dos años mayor que yo y que me acosa desde que entró a trabajar... O sea, hace un mes.

–¡KyungSoo! ¿cómo estuvo tu fin de semana? ¿Me extrañaste como yo lo hice? ¿Soñaste conmigo? ¿Te la metía fuerte y rico como te gusta? –Me bombardeo de preguntas luego de alcanzarme en el ascensor.

Yo por obvias razones no le respondí, dejando que siguiera hablando como cacatúa y presione el botón donde tenía escrito el número ocho.

"¿Qué hice para merecer esto, Satán? ¡Dime! ¿Acaso fue porque acepté ser novio de SoHyun aún cuando se nota que me gustan las vergas? ¿Fue por eso, Satán?" Fueron las preguntas que salían de mi cabeza, buscando una explicación de mi tortura.

Al cabo de unos segundos ignorando a Kim cacatúa loca JongIn, sentí mi brazo siendo sostenido con fuerza por él. Me di vuelta muy molesto, listo para gritarle desde la A hasta la Z, cuando me arrinconó hacia una de las cuatros paredes de metal y susurrarme algo que sonó como un «Es malo ignorar a tus mayores, KyungSoo»; para luego depositar un pequeño beso en mi oído y salir con una sonrisa de suficiencia hacia su oficina. Tanto era la sorpresa que tenía que ni me di cuenta cuando el ascensor había abierto sus puertas.

–¡Chúpame las pelotas, JongIn! –Grité furioso, luego de salir del elevador un poco acalorado por su acción, para después ponerme de un rojo vivo por las miradas que mis compañeros le daban a mi persona luego de haber gritado tal cosa.

–¡Toda la noche, KyungSoo!

Me contestó igualmente gritando con una sonrisa ladina tatuada en sus labios, sin olvidar el pequeño guiño que me dedicó antes de cerrar la puerta de cristal de su oficina.

Rápidamente me adentré también a mi oficina que se encontraba al lado suyo. ¿No era genial?; Tenía que soportar verlo todo el día gracias a las paredes que igual era de cristal ya que parece que aquí nadie conocía la palabra Privacidad. Apenas dejé mi mochila en mi silla, escuché unos golpes provenientes del otro lado de la pared. Era JongIn golpeando el cristal con sus nudillos para que viera como se metía un plátano a su boca con su mirada fija en la mía.

"Mejor llévame de una vez". Rogué mentalmente, esperando que el suelo se abriera y me llevara directo a las llamas.

Pero como tal cosa no sucedía ni en mis mejores sueños, sólo suspiré caminando hacia la pared transparente con una sonrisa de cómplice en mis labios y cerré las cortinas corredizas, viendo como su cara se deformaba luego de lo que hice. Causándome un sinfín de risas.

Saqué una pequeña libreta que guardaba en unos de los cajones de mi escritorio junto con un lapicero, abrí la primera página y empecé a escribir una pequeña lista.

Razón número uno: odio su descaro.

Y no era mentira, de verdad odiaba el descaro que tenía JongIn conmigo. Para que sepan de qué hablo les diré lo que ocurrió en la semana que mi jefe me lo encargó para que le hiciera un tour por el edificio y le enseñara lo esencial. JongIn me había tocado, amasado y acariciado el trasero con total confianza cuando me agaché a recoger un papel que se me había caído. ¡Pero eso no es todo!. Hay más, mucho más. Luego de haber hecho eso me dijo que tenía el trasero más firme, voluminoso y apetecible que había visto jamás. Por ende, antes de que dijera algo más le mandé una buena patada en su parte baja, dejándolo totalmente vulnerable en el suelo.

4 Razones por las que odio a Kim JongIn.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora