Capítulo 4.

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Él.

Puedo ver como Meredith se acerca a mí y no puedo evitar cerrar los ojos para que nadie vea mi actitud desganada cada que la veo.

Una semana de esto y ya quiero una pistola aunque no sé si es para dispararme a mí o a ella.

—¡Cariño! —me rodea el cuello con los brazos y yo me alejo.

—No. Alguien podría vernos.

—¿Y? ¿Qué tiene de malo?

Me da vergüenza que nos vean juntos. Si mi plan era que nadie se enterara de esto, era una misión imposible. Meredith parecía una revista de chismes andante y se había encargado de que incluso los de la cafetería lo supieran.
Comprendería a todo el que me tenga lastima.

Doy un bufido ante su presencia y me voy dándole la espalda.

No es que no me importaran los sentimientos de Meredith, es solo que no me importan los sentimientos de Meredith, se ha ganado mi desinterés y desprecio a capa y espada.

No puedo creer que aceptara hacer esto, es un suicidio en todos los sentidos. Pero este suicidio era el único del que podría aprender.

A unos cuantos metros puedo ver al clan de mis idiotas favoritos burlándose de mí. Lo han visto todo.

—Que asco Vincent, ni siquiera me toques, podrías pegarme la roña —me dice Jeff entre risas.

Puto.

—Cierra la boca, esto es su culpa, no la tolero, me tiene harto.

—Eso tiene una solución. Dile que la odias y páganos.

—No lo haré, resignate. Puedo aguantar otras tres semanas.

¿Puedo?

Creo que comenzaré a rezar.

—Olviden a la araña —interrumpe Brad —¿Iremos a la fiesta de este viernes?

—La pregunta ofende, querido amigo retrasado —le responde Tom y le muestra el dedo medio.

Mañana hay una fiesta patrocinada por el equipo de fútbol Americano de la universidad después de su partido, de aquí salían muchos jugadores directo a la NFL. Y Esos chicos hacen buenas fiestas.

—Entonces, deberíamos llegar cada uno por su lado. La última vez me dejaron, estúpidos.

Recuerdo esa vez que dejamos a Jeff, tenía a dos chicas en su habitación y la escena no sería agradable.

Seguimos conversando de cualquier otra cosa y nos dirigimos a nuestra próxima clase. Aquella la compartíamos todos, con las amigas de Madelyne y ella misma también.
Vamos avanzando por el pasillo y veo como Evan sale de ese mismo salón, supongo que debió ir a dejar a Madelyne. Esta de perrito faldero, me da lástima.

—Adelantense, ya los alcanzo —todos me miran extraño —Me he olvidado algo en el coche.

Asienten medio convencidos y se adelantan. Puedo verlos entrar al salón. Evan camina por el pasillo y se dirige hacia donde yo estoy, mas no para conmigo.

Acelero mi paso hacia él sin que lo note y golpeó su hombro con el mío.
Se detiene al igual que yo, pero él solo quiere ver quién le ha dado el golpe.

Me mira mal, pero parece recordar algo que lo hace controlarse. No le tengo miedo. Suelta un pesado suspiro y se da la vuela con toda la intención de seguir su camino pero yo sostengo su brazo de manera brusca, me acerco a su oído y le susurro para que nadie escuche:

SUVM (Sólo Una Vez Más) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora