Prologo

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Soy Megan, una chica completamente común, tengo catorce años de edad actualmente, al parecer el destino juega a diario conmigo, cada paso que doy siempre es en falso.
Mi físico no es lo más lindo por así decirlo. Me describen como "gordita" y eso nunca me agradó.

Hablar de mis calificaciones no era muy bueno que digamos. Cada vez que las comparo con las de mis amigas y es un horror 89 a comparación de su brillante 90 o 100, es deprimente saber que ellas pueden sacar más que yo.

Todo mi ser es un desastre, mi timbre de voz, mi físico, mi personalidad, etc.
Mis padres siempre fueron excelentes en la escuela, por así decirlo. Como ejemplo: sus palabras siempre están perfectamente pensadas, cada paso que dan, está perfectamente calculado, no los he visto cometer un error.

Quiero ser como ellos, pero siento que el desastre está en mis venas.

Un día me llego a gustar un muchacho, era amigo de una de mis mejores amigas, se me hacía el más lindo del mundo, con éste, yo me sentía diferente. Pero,cuando me llene de valor para decirle que lo sentía, me mandó directamente a la FriendZone con la típica frase que todo hombre utiliza si no le gustas.

-Me gustas como amiga - dijo él.
Mi definición de gustar es diferente, o le gustas ó es solo tú amiga. Después de recitar esas hirientes palabras, mi corazón se partió en mil pedazos.

Tenía ocho mil cosas encima, me presionan para elegir una preparatoria, ya que sólo falta un mes para los trámites. No tengo idea de a cuál inscribirme. Pero, busqué  en Google alguna preparatoria de interés mío y mi cerebro tuvo una cosa clara, me gustaría entrar en una cuatrimestral.

Sacada de mis pensamientos, la maestra de historia, me llamó la atención.

-¡Señorita Megan! ¿podría darme un ejemplo de leyenda colonial? - dijo con confianza la maestra

-Demonios, olvidé que estaba en clase de historia-pensé -y si no respondo rápido, será mi funeral, literalmente - volví a pensar rápidamente.

-Pues... un ejemplo de leyenda colonial... sería algo como... como... -dije un poco alterada, debido a que mis compañeros me voltearon a ver enseguida

-El callejón del beso- susurro mi mejor amiga que se sienta atrás mío

-El callejón del beso - mencione

-Bien, pero para la próxima señorita García, no le sople la respuesta. Y en cuanto a usted señorita Megan, deme su celular, se lo regresaré cuando termine la clase. - afirmó y siguió con su clase de dos horas.

-Fuck, no me acorde que tenía el celular en mi butaca- Pensé,
Después de que me dijera eso, le entregue mi celular.

Pasaron las dos horas, ya eran las nueve de la mañana con diez minutos y por fin, su clase término.

Le pedí mi celular antes de que se fuera. Por fin tenía a mi bebé en mis manos. La siguiente hora era lectura, así que cuando la segunda maestra entró al salón nos puso a leer. Me paré de mi butaca y me puse en el suelo.

Ya, a las once de la mañana (hora de mi país) era hora del almuerzo. Estuve con mi mejor amigo, el cual por cierto era un estúpido. Después de reír a morir sonó el timbre para regresar a clases las demás materias estuvieron muy aburridas y a la hora de salir corrí como si no hubiera mañana, A los cinco minutos me topé con César. El aire era tenso, así que cometí el primer error del día, deje mis cosas fui hasta donde él.

-¿Podemos hablar? - dije a César parada en frente de sus amigos.
Creo que cometí la peor humillación de mi vida al hacer eso.

-¿Qué quieres? - mencionó con frialdad
Ese momento, era perfecto para  que alguien me diera una cachetada y me hiciera reaccionar, pero lamentablemente, nadie me detuvo y seguí hablando, ¿¡Por qué Dios?! ¿¡Por qué?!

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Hola, bueno, está es mi primer historia, me gustaría una opinión constructiva para poder mejorar.
Mi verdadero nombre es Jazmín, espero que les agrade.

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