Único.

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Choi Seungcheol entro en aquel bar e inmediatamente el aroma a tabaco y alcohol lo recibió seguido de un bullicio cotidiano y las charlas amenas entre amantes y solitarios, el iba solo y entro en aquel lugar casi arrastrando los pies, estaba cansado y su excesivo trabajo parecía totalmente justificado para sus jefes, no hace mucho su padre había fallecido, dentro de la Organización Secreta el agente Choi había sido uno de los contribuyentes mas activos y se le había sido considerado un agente valioso debido a todos los mafiosos y delincuentes que había atrapado con los años, sin embargo ya no más, el señor Choi había sido asesinado y aunque se habían hecho muchas investigaciones al respecto no parecía haber algún responsable, o por lo menos, eso creían, Seungcheol tenía la ligera sospecha de un asesino a sueldo que le había dado dolor de cabeza a su padre por años; Lee Jihoon, era un chico reconocido en toda asía y aunque parecía que había estado callado por unos años su nombre volvió a ser mencionado recientemente.


En momentos como ese, donde su mente podía divagar en otra cosa que no era los informes de su trabajo la imagen de su padre se hacía presente, y, aunque su padre nunca había estado muy presente en su vida debido a su riesgoso trabajo aun lamenta la muerte de este, su único reconforte era saber que por lo menos su padre había fallecido haciendo lo que le gustaba y honraba. Seuncheol detiene un momento sus pensamientos, desde que su padre había fallecido tenía ese insoportable dolor de cabeza al recordarlo y dentro de ese dolor parecía asomarse siempre el nombre de Lee Jihoon.


El bar en el que se encontraba tenía un nombre francés que Seungcheol no podía pronunciar y por lo que había escuchado de sus compañeros era bastante famoso ya que se encontraba en una zona donde frecuentaban los jóvenes, justo en ese momento aquel lugar parecía estar en su punto de éxtasis, eran alrededor de la una de la madrugada y el lugar estaba tan animado y con música que le hacía doler los oídos, en el centro donde se encontraba una gran pista de baile podía distinguir personas bailando al compas de la música rondaban alrededor de los veinte y treinta años aunque estaba seguro que también se encontraba uno que otro menor, pero a el no le importaba hacer papel de policía o bailar, el quería una bebida, y si era posible mucho más de una.


Seungcheol se sentó en la barra y pidió un poco de todo, había sabores dulces y embriagantes pero también las había amargas y picantes. En algún punto de la madrugada donde la mayoría de ahí estaban borrachos o semiconscientes había empezado la música en vivo y el pelinegro no había hecho caso a que cantaban hasta que escucho una voz diferente, era ridículo incluso para el definirla como un canto angelical pero con su estado de ebriedad así lo parecía, el joven cantaba una canción no muy conocida y no parecía ser tan famosa sin embargo al seguir escuchando la melodía se rio de si mismo encontrándose identificado con la letra, el chico cantaba acerca de una vida de engaños y mentiras, de una persona cansada siempre de lo mismo y como este parecía incrédulo cuando la verdad se hacía presente.


La canción termino y el grupo toco una canción americana de moda pero el chico de antes no la estaba cantando así que no mucho le importo a Seungcheol.


— Lo de siempre Hansol —, era la voz del chico que minutos atrás había cantado y se estaba acomodando en el taburete a la derecha de Seungcheol, este no tardo en dirigir su mirada al cantante y le sorprendió ver a un joven tal vez dos o tres años menor que el, era bajito, su piel era blanquecina y se ocultaba detrás de su natural rubor, su cabello estaba teñido en un decolorado platinado, sus facciones eran finas y su rostro pequeño lo hacía parecer mucho más menor.


De pronto se olvido que estaba viéndolo y el cantante lo volteo a ver, descubriéndolo en su inspección —. Nunca te había visto por aquí.

¡Bang! [Jicheol] (One shot)  [EDITADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora