Cuando termina el día y cae la noche con toda su negrura y llena de misterio...2 hombres caminan en medio del espeso bosque sin saber las alimañas que ahí habitan.
A cada paso que avanzan se internan más en aquel bosque oscuro, de pronto una mujer...
Nos adentramos en el bosque sin saber a dónde ir o que esperar pero al menos ya habíamos progresado un poco.
Mientras más caminábamos más nos adentrábamos en el espeso bosque lleno de maleza crecida, los troncos de los árboles cubiertos de musgo verde y espeso, los gusarajos con sus sonidos guturales y la temperatura descendía cada hora que pasaba y no encontrábamos a la civilización o residentes.
- quizá sea una isla grande desierta- comenté en medio de la caminata, nos habíamos detenido para comer unos mangos silvestres que a decir verdad estaban bastante ácidos, pero era lo único que había para comer.
- no lo creo, hace un rato divisé unas huellas de zapatos, varias, algo me dice de que no está desierta, amigo, en todo caso esperemos que tengan algún avión que nos puedan prestar-respondió Steve comiéndose la cáscara de la fruta.
- ojalá- fue todo lo respondí.
Seguimos la caminata y estábamos a punto de desfallecer cuando por fin el bosque pareció acabar dando entrada a un pueblo muy extraño y escalofriante en todos los sentidos.
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Era como un pueblo del lejano oeste, casas y graneros fabricados de madera, una oficina del alguacil, una casa grande que parecía ser una mansión rodeada de un enrejado de metal, pero a medida que caminábamos en el pueblo, el frío se sentía cada ves más gélido pero había algo mucho más extraño, en ese pueblo parecía no vivir nadie, fuimos a tocar puerta por puerta pero nadie atendía, el único ser vivo que vimos era un gato negro grande con sus ojos amarillos vivaces que maullaba. Pero no era solo la sensación de vacío, se sentía presencias extrañas como si nos estuvieran observando.
- Steve, esto no me gusta nada, hace un frío de los mil demonios- me queje observando con recelo el lugar.
- no hay nadie, sin embargo hay algo no me deja tranquilo- comentó observando el lugar.
Estaba por responder cuando de repente poso mi mirada en una de las ventanas de la casa que se erigía a mi derecha, literalmente me quede helado al ver un bulto blanco translúcido con forma de mujer mirando a través de la ventana.
- !ay carajo¡- fué todo lo que pude decir.
- ¿qué fué?- preguntó Steve.
- ¿víste eso?- pregunté señalando la ventana donde ya no había ninguna presencia.
- no-respondió mirando con curiosidad luego me miraba con incredulidad.
- había una mujer, bueno era el fantasma de una mujer-dije aún señalando el lugar.
- Bruce ahí no hay nada -respondió mirándome raro.
- yo sé lo que vi, no estoy inventando nada- me quejé, pero decidí no darle mucha atención a lo sucedido.
Seguíamos explorando el lugar, a medida que avanzábamos el gato nos seguía mirándonos como si quisiera decirnos algo pero obviamente no hablamos idioma gatuno por lo que no podíamos entenderlo. Estábamos en lo que parecía ser el centro del pequeño pueblo cuando de algún granero o calle, sentimos el sonido de unos pasos y arrastraba algo, quizá ese tridente para mover la paja, pero por más que esperamos ver al dueño de los pasos, nadie se asomaba, junto a Steve fuimos para darle el encuentro y lo que vimos nos dejó espeluznados. En el granero el tridente se movía solo...
- aquí no nos van a poder ayudar, Steve - dije caminando de regreso.
- tienes razón pero tampoco podemos regresar, tenemos que pasar todo este pueblo tenebroso y seguir en el bosque hasta encontrar a las personas, la gente que vivía aquí quizá se han mudado a otro lugar- dijo Steve mientras intentaba detenerme.
- tienes razón, pero en serio Steve, estoy muy cansado, quizá caminemos en vano y no encontremos a nadie- dije retomando la marcha.
- Bruce, este pueblo no se construyó solo, se que en algún lugar de esta tierra hay personas que nos van a poder ayudar- me animó Steve dándome una palmada en la espalda.
Esa noche seguimos caminando un par de horas hasta salir de aquel pueblo, podríamos haber descansado en una de esas casas abandonadas pero los sucesos paranormales que habíamos presenciado hicieron que saliéramos espantados.
