Capitulo 23

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Maratón 1/4

Descendí sin siquiera tomar mis pertenencias distraída por la cantidad de personas que se encontraban en el patio del lugar. La mayoría estaban borrachos o drogados, había menores y mayores uno en peor estado que el otro.

–No creo que esta fiesta acabe de comenzar... –asegura Dante a mi lado mirando con diversión aquel espantoso escenario. Yo creía lo mismo, esa fiesta había continuado desde la noche anterior.

Comenzamos a avanzar con cuidado entre los vasos y las botellas tiradas, hasta habían dos muchachos durmiendo en los escalones de casa. Me acerqué al primer rostro conocido que me devolvió una mirada divertida y me tendió el cigarrillo de marihuana que estaba fumando.

–Te agradezco Ximena, no creo que sea el momento adecuado para ello –respondí simulando amabilidad ¿En qué demonios estaba pensando esa mujer? Allí habían menores... ¿Dónde demonios estaba Lucy? –¿Dónde están mis hermanos?

–¿Los muchachos? –consultó como una tonta. Asentí respirando profundamente y esperé con paciencia su respuesta la que tardó un poco más de lo esperado. –No lo sé.

Volví a respirar y miré hacia el interior del lugar en donde Dante ya estaba recorriendo con rostro divertido. Yo tenía miedo de ingresar, tenía miedo de lo que podría encontrarme allí dentro, pero dado que no había otra manera de averiguar dónde estaban Fidel y mis hermanos debía tomar coraje y hacerlo.

Cuando crucé el portal del lugar un olor a tabaco, alcohol y marihuana me inundó la nariz de manera exagerada, la música me aturdió un poco y la falta de luz dificultó mi visión. Pude ver a Dante abrazando a una muchacha, estaba casi segura que aquella era Dana, pero no podría decirlo con certeza.

Un poco más allá pude ver a los amigos de Rocco pero no a Tomás lo que seguramente significaba que mi hermano pequeño no estaba en casa. Gracias al cielo no había visto amigas de Lucy porque eso sería un gran problema que incluiría a las autoridades, ellas apenas tenían 12 y 13 años. Continué avanzando hacia la cocina de donde se escapaban risas y charlas subidas de tono, y allí encontré a Fidel, Jaime, Brandon y muchas muchachas, la mayor parte de ellas estudiantes de sus clases.

–¡Piera! –gritó Jaime con emoción acercándose a mi para darme un apretado abrazo. –Muchacha casi te pierdes la fiesta, por suerte ya estás aquí.

Lo ignoré soltándome de él y clavando los ojos en Fidel que me miraba divertido ¿Por qué todos lucían como si aquello fuera algo gracioso?

–¿Dónde están tus hermanos?

–¿Rocco y Lucy?

–Dudo mucho que me interese saber dónde está Roxanne ¿No crees? –insistí y él lo pensó detenidamente antes de negar con su cabeza mientras las manos de aquella estudiante rubia se aferraban a su brazo.

–Rocco aún no regresa a casa... y Lucy –guardó silencio y miró a sus amigos en busca de ayuda. –¿Dónde está Lucy?

Ante la respuesta negativa de los otros dos adultos irresponsables respirar no fue de gran ayuda. Me acerqué echa una furia a la caja de luz y bajé el interruptor consiguiendo que un mar de quejas se desatara en el lugar, incluyendo a los tres idiotas que tenía frente a mí.

–Si la casa no está desocupada en 5 minutos llamaré a la policía y los que resultarán presos serán los tres distinguidos profesores de la secundaria. Así que no sé que van a hacer pero  quiero a toda esta gente fuera de aquí de inmediato.

Trilogía Imposible: 3. Pide un deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora