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•Capítulo 41

-¿Preciosa?-La inconfundible y varonil voz de Tom se metió en sus oídos como si una bomba acabase de estallar junto a ella-Cariño, ¿Dónde estás?

-Como se haya ido…-Escuchó murmurar a Leonardo. El miedo entró por la puerta y se apoderó del cuerpo de la pequeña ___.

Los pasos comenzaron a resonar por todo el depa hasta detenerse. Tom y Leonardo miraban a ____, quieta y paralizada como si fuera una estatua. Sus ojos eran los únicos que parecían tener vida, quienes no dejaban de gotear, de ellos escapaba una bella cascada de agua que destrozaba todo el rostro de ____.

-¿Qué…?-Dijo Tom, pero paró cuando se percató de todo lo que había encima de la cama.

La mirada de ____ se encontró de inmediato con la de Leonardo. Dos ojos cargados de fuego que no desprendían otra cosa que no fuera furia y rabia, ganas de destrozar todo lo que encontrara a su paso. ____ sintió el miedo que jamás antes había sentido, sin embargo, cogió las pocas fuerzas que le quedaban y cogió una de las cartas de la cama.

-¿Por qué?-Sollozó, mirando a los ojos de aquellos dos hombres, esperando una respuesta-¿Por qué hicisteis esto?

Sin dar espacio a un silencio Leonardo se acercó a ella y le arrebató la carta, rompiéndola en pedazos. ____ retrocedió dos pasos, asustada. Tom se acercó.

-¿Quién te dio permiso para registrar entre las cosas de Leonardo?

-Tom…-Trató de encontrar compasión o algo que pudiera ayudarla en sus ojos pero entonces comprendió que todas las palabras salidas de su boca alguna vez no fueron más que una farsa-Creí que…

-Eres tan inocente, ____...-Habló Tom-La primera vez que te conocí pensé que sería demasiado fácil manejarte y no me equivocaba, pero entonces me enteré de que tenías novio. Que mantenías una relación a distancia con ese estúpido cantante apellidado Horan y que estabas tan enamorada de él que no harías ni una sola cosa que pudiera romper esa relación. Que no serías capaz de serle infiel, ni siquiera de perder esa hora de tu valioso tiempo que empleabas cada día en escribirle una carta para que él supiera que seguías amándolo y que no dejarías de hacerlo jamás. Así que me vi obligado a recurrir al maestro de mi hermano-Colocó una mano en el hombro de Leonardo y sonrió. Leo no lo hizo-para que me ayudara a terminar con esa estúpida esperanza tuya de que tarde o temprano volveríais a estar juntos. Empezamos a esconder las cartas que llegaban desde Inglaterra y a impedir que las que tú escribías salieran de aquí. En resumen: conseguimos romper la relación, aunque nos costó lo suyo. Tú no te diste por vencida hasta pasados más de nueve meses y él continuó durante casi año y medio enviando cartas. Lo mejor de todo es que tu creíste que él dejó de escribirte cuando apenas llevabas tres meses lejos de él, ¿verdad?-Tom sonrió compasivamente. ____ tragó saliva. Todo aquello le estaba rompiendo el corazón de tal manera que no creía que fuera posible volver a recomponerlo-Y respecto al collar… Bueno, tú fuiste la que me contaste toda la historia que había detrás de esa joya. Llegó el día en que decidiste quitártela del cuello, la guardaste en tu bolso y de un día para otro había desaparecido. ¿Qué crees que le ocurrió?

-…Vosotros…-Su voz era tan débil, tan inaudible. Le dolieron las cuerdas vocales al tratar de hablar.

-¡Exacto!-En aquel momento, Tom parecía un maníaco loco.

-¿Y… por-porque? ¿Por qué hicisteis todo esto? ¿Pa-para que me querías, Tom?

-Oh, no te equivoques pequeña-Esta vez fue Leonardo quien tomó el relevo, pero él no sonreía. Solo se mostraba impasible, rudo. Tal y como era él-Para que te queríamos y para que te queremos es la pregunta. No es solo Tom el que te desea.

Promesas Rotas. (Niall y tu)  T E R M I N A D ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora