Roxana es una chica un poco subida de peso; de cabello corto, negro y extremadamente lacio. Tiene ojos de un color verde amarillo que te obliga a mirarlos detenidamente por lo extraño que son, es un color muy raro. Es bastante bajita en comparación a mí y la verdad es que me cae pésimo. No porque sea la ex de Pantera, es por la energía que irradia. Tiene algo que me repele, algo que no me gusta, no quiero estar cerca de ella.
Me siento bastante cómoda entre los hombres, son todos geniales, divertidos. No dejan que mi copa se vacíe nunca y eso me agrada. Perdí la cuenta de la cantidad de cervezas que tomé entre charlas y risas, pero cuando me levanté para ir al baño me percaté de que fueron muchas. Pantera estuvo al lado mío todo el tiempo, en un momento sentí pena por Roxana porque nunca le dirigió ni siquiera una palabra. No hace falta decir que ella me come con la mirada porque evidentemente no le gusta que yo esté acá. ¡No la entiendo en absoluto! Si ella no quiere a Pantera ¿para qué se pone así? Además, no soy amenaza para ella: entre él y yo nunca pasará nada. No me gusta cómo suena eso, pero es la realidad. Salgo del baño y la persona que más lejos quisiera tener en este momento me increpa.
—Dejalo tranquilo porque es mío —me mira de arriba abajo despectivamente lo cual me causa gracia.
—Yo no soy dueña de nada y nadie es mi dueño tampoco así que mejor preocupate por tratar bien a los que te quieren y no lastimarlos más —dicho esto la quito de mi camino de un empujón y voy a hablar con Pantera.
Pienso dos veces si hago bien en decirle que su ex me pidió que lo dejara tranquilo, pero cuando nuestras miradas se cruzan ya no hace falta pensar más. Me asombra la capacidad que tiene de poder adivinar qué me pasa, es realmente extraño que alguien pueda ver tan profundo en mi interior. Camina hacia mí con cara de preocupación y cuando llega, me toma del brazo y suavemente me conduce hasta la cocina.
—¿Qué te dijo? —un suspiro pesado, como de cansancio, sale de él.
—Me dijo: "dejalo tranquilo porque es mío" —imito su voz y postura, Pantera presiona sus labios tratando sin éxito de contener la risa. Me contagia y reímos a carcajadas los dos.
—No le hagas caso. No sé qué hace acá, yo no la invité.
—Obviamente que no le voy a hacer caso porque considero que no sos mío.
Su semblante se vuelve serio y hubiera preferido no haberle dicho eso. Bajo la cabeza y miro el piso totalmente avergonzada. Siento que se acerca y empiezo a caminar hacia atrás hasta que choco contra la encimera, toma de mi barbilla obligándome a mirarlo. Sus ojos están negros, tiene las pupilas dilatadas y su boca entreabierta. Mi traicionero corazón empieza a latir desesperado, golpea mi pecho con fuerza y temo que me dé un paro cardíaco. Con las dos manos agarra mi rostro y presiona sus labios con los míos dejándome sorprendida e indefensa. Abro la boca para buscar aire y aprovecha ese momento para introducir su lengua. Me abraza fuerte y me pega completamente a su cuerpo. Una de sus manos sube y baja por mi espalda mientras que la otra enreda sus dedos en el cabello de mi nuca. Empezó siendo un beso suave, lento, tierno, pero se va tornando cada vez más profundo, más desesperado, más necesitado. No se oye nada más que nuestras respiraciones agitadas y el sonido de nuestras bocas besándose. De pronto agarra mis piernas y me sube en la encimera sin separarse de mis labios, me cuelgo de su cuello y tiro levemente de su cabello provocando que un gemido suyo se ahogue en mi boca.
—¡No puedo creer que lo van a hacer en mis narices! —el grito de Roxana provoca que baje de la encimera de un salto.
Quiero irme, pero Pantera me retiene tomándome del brazo, lo miro, está enojado y sonrojado por el beso.
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Desilusión ©
Romance-¡Te di mi corazón entero, te abrí las puertas de mi alma y me mentiste, Javier! ¡Me usaste, me engañaste hasta el hartazgo y aun así no te alcanzó! No te importó que fuera una chica inocente, ilusa e inexperta. Tomaste todo de mí y ahora que te can...