Maratón 4/4
La muchacha no esperó mucho más para tirarse a los brazos de Fidel en un exagerado abrazo de reencuentro. La verdad es que nunca le había preguntado cuándo dejaron de frecuentarse definitivamente, había oído que ella se había ido del pueblo y se había casado... hasta alguien dijo que había tenido un hijo, aunque claro que mirándola en este momento ella no parecía cargar con un marido y un pequeño.
–Muchacho hace tanto que no sé de ti –dice separándose de él para observarlo con detenimiento. –Mi hermano me contó lo que había ocurrido pero al parecer sí me recuerdas.
–Hay muchas cosas que han estado volviendo a mi memoria, pero otras tantas no... a ti te conozco hace mucho, sería imposible que no te recordara Darla –sonríe Fidel y de pronto me entran unas ganas incontenibles de romperle una silla en su cabeza ¿Acaso estaba flirteando o sólo estaba siendo amable?
–Sigues siendo igual de dulce cariño –continúa ella con voz melosa acariciando su mejilla. Yo carraspeo de manera mecánica y consigo su atención. –Oh, lo lamento soy Darla.
–Piera ¿No me recuerdas o tú también perdiste la memoria? –consulto de mala gana. Ella me estudia unos largos segundos y luego corre su mirada con incomodidad.
–Lo lamento, pensé que estabas en una cita –dice mirando a Fidel. –Pensé que era tu novia o algo así –ríe y vuelve a verme –pero mírate Piera, estás tan diferente que no te reconocí.
–Tú también ¿estás más gorda?
–Piera –advierte Fidel porque sabe que es verdad, ella ha ganado bastantes kilos, pero insisto que no tienen que ver con algún tipo de embarazo. –¿Estás sola?
–Vine con unas amigas –señala a tres mujeres que nos miran interesadamente. –Llegué hace unos días, me dieron vacaciones en el trabajo pero sinceramente no tenía ganas de ir a otro lugar que no fuera este.
–¿Tu marido y tu hijo? –quiero saber ganándome otra advertencia por parte de Fidel y una mirada dolida de Darla.
–No sé quién te dijo que tenía un hijo, eso no es cierto –responde apáticamente –en cuanto a mi exmarido seguramente está en alguna playa de vacaciones con su nueva novia, no lo sé.
–Oh, no sabía de tu divorcio –digo tratando de sonar apenada, aunque claro que lo había supuesto, ella no estaba allí frente a Fidel por nada. –Me imagino que estás pasando por un momento de duelo, deberías volver con tus amigas para que te consuelen.
–Créeme que la compañía de tu hermano me haría más bien que las de ellas –dice guiñándome un ojo.
–Sólo para que lo sepas, Fidel no es mi hermano –comento devolviéndole el guiño. Ella me mira confundida y luego mira al chico que tenía un gesto indescifrable en su rostro.
–Darla, nosotros estábamos en medio de una charla, lo lamento pero te voy a pedir que te retires –dice amablemente dándole un caluroso saludo. Ella se quedó unos segundos anonadada y luego accedió a retirarse no sin antes obligarlo a prometer que tomarían algo un día esos.
Cuando finalmente se marchó de nuestra mesa yo junté mis cosas y le indiqué a Fidel que quería volver a casa, de más estaba decirle que no continuaríamos hablando con esa muchacha coqueteándole desde la esquina del lugar. Él solamente rió y accedió sin más problemas.
–¿Hace falta que te pida que no te reúnas con ella bajo ninguna circunstancia a menos que ella entre en un coma por algún motivo? –consulto luego de subir al colectivo que nos llevaría de regreso a casa.
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Trilogía Imposible: 3. Pide un deseo
Подростковая литератураPrecuela: 1. Imposible 2. Queda Prohibido Cuando todo parece que está perdido ¿Podrá el deseo cambiar el rumbo del destino de este amor imposible? ¿O quedará prohibido para siempre? Advertencia de contenido. Todos los d...