Capítulo Dieciocho

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(Días más tarde)

Ayden

— ¡Feliz navidad! —Escucho gritar y un par de manos comienzan a despertarme muy bruscamente.

La voz de Austin me saca de mi ensoñación y me obligo a abrir los ojos. Al hacerlo, mi mirada se cruza con la de él y puedo notar cuán feliz se encuentra. Está encima de mí con las piernas a cada lado y sonriéndome de oreja a oreja.

Hoy parece todo un niño.

— Feliz navidad —contesto y le devuelvo la sonrisa como puedo, puesto que los músculos de mi cara todavía siguen dormidos.

Se siente un poco extraño que le haga ilusión esta fecha porque él nunca antes había recibido regalos. Nunca lo habían dejado poner la estrella en la punta del arbolito de navidad. Nunca lo habían arropado la noche anterior ni tampoco nunca le habían contado la historia de Santa Claus.

— Tienes que venir a ver los regalos —dice todavía muy exaltado.

— Habíamos quedado en que nada de regalos —le reprocho apuntándolo con el dedo.

De todas formas yo también le he comprado uno.

— Es algo sencillito. Ven —insiste y me toma de las manos para empujarme.

Al entrar al living veo que hay dos cajas medianamente grandes al lado del arbolito y corro a abrirlas mientras él me mira todo orgulloso desde atrás.

Rompo el primer paquete y me encuentro con un par de tenis preciosos que deben haberle costado la mitad del pequeño sueldo que le pagaron en el trabajo.

— ¡Austin, no debías haberlas comprado! —digo, pero no puedo reprimir la sonrisa que se me escapa.

— ¿Te gustan? —Pregunta sentándose a mi lado.

— Me encantan.

— Entonces no me importa el dinero.

Le doy un beso rápido en la mejilla y sigo con la siguiente caja. Siempre me ha hecho mucha ilusión todo este momento de abrir regalos y no puedo esperar para ver el próximo.

— ¡Qué chulada! —Exclamo mientras levanto los dos sweaters de la bolsa y los pongo delante de mis ojos.

Son los típicos sweaters de Disney que las parejas suelen usar en conjunto. Ambos tienen la palabra "His" grabada en la espalda y no dejo pasar ni un segundo para ponérmelo encima del pijama. Acto seguido, cojo el de él y lo ayudo a que se lo ponga también para quedar igualitos.

— Gracias —confieso y le doy un abrazo bien fuerte—. Espérame aquí. Iré por tu regalo.

— Espera —me frena agarrándome de la mano y me impide levantarme—. Quería darte algo más.

Lo miro a los ojos y sigo con mucho detenimiento todos sus movimientos. Mete la mano dentro del bolsillo y saca una hoja toda doblada. Me la extiende y noto que se pone un poco nervioso.

— ¿Me has escrito una carta? —Pregunto sorprendido mientras comienzo a abrirla.

— Pues... —inquiere y se rasca la cabeza—. La última que te escribí no ha sido muy linda que digamos.

Una vez que tengo el papel frente a mis ojos, su característica letra invade todo mi campo visual. Sin haber leído su contenido ya me encanta por el simple hecho de que hasta las arrugas de los costados hablan de su personalidad. Otras personas habrían deseado que sea a computadora y en un sobre con corazones, pero a mí no hay nada que me guste más que su sencillez. Me derrite. Puedo notar borrones detrás de la tinta y eso me hace pensar cuanto tiempo le ha dedicado a lo que ha escrito.

Mi Casualidad Eres TúWhere stories live. Discover now