Fácil

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Fácil.

Algo que se obtiene con el mínimo esfuerzo, una palabra con la cual me han definido infinidad de veces personas cercanas a mí, mis padres, mis amigos, vecinos, profesores e incluso personas que sólo he visto una vez en la vida; a lo largo de los últimos ocho años estas cinco letras se han convertido en el adjetivo calificativo que mejor me define. Me han llamado de tantas formas: Fácil, causa perdida, maraco, podrido... una larga lista de la cual yo, personalmente, prefiero Nicolás.

¿Cómo alguien puede aceptar esto? Probablemente podía ser a causa de mi casi extinta dignidad, mi necesidad de huir a toda costa de la soledad y mi baja autoestima, no siempre fui así, yo era un joven tímido, amante de la racionalidad, del anime y de las asiáticas con buen traste, características y gustos que se fueron junto con mi prometido, Jaime, cuando me dejó porque su mejor amigo le dijo que lo había engañado mientras él se fue de viaje al sur, una total y completa mentira.

Otra teoría que barajo sobre el porqué soy así es que me encanta el placer, casi podría decirse que mi necesidad por el sexo raya en la adicción; si alguien me preguntase si existe algo mejor que el poder ser complacido a la hora que se te dé la gana, sin compromiso ni restricción alguna, yo respondería sin dudar un rotundo NO. Aclaremos algo antes de proseguir con este relato, todo lo dicho anteriormente no me hace un estúpido, siempre con protección.

Si hiciera un cálculo rápido sobre cuántas personas han estado en mi cama, diría que, entre hombres y mujeres, unas diez, pero, siendo sincero, únicamente recuerdo a diez ya que me hicieron tocar el cielo. Bueno, también existieron personas que pasaron por mi sofá, mesa, alfombra

Mientras me arreglaba frente al espejo del baño noté de inmediato los vestigios de la persona que solía ser, si alguien comparaba mi yo actual con el yo de hace un par de años atrás notaría una inmensa diferencia, sobre todo porque unas ojeras adornaban la parte inferior de mis ojos, mi barba estaba tan larga y descuidada (que decidí quitármela por completo) no ayudaban de mucho. Una vez que me encontré más o menos presentable me puse el terno y, luego de ponerme un poco de colonia, salí a la calle.

Esperé alrededor de 15 minutos, recargado junto a la reja de mi casa hasta que mi chofer/acompañante llegó por mí, de no ser porque lo necesitaba para poder entrar, me hubiera ido al tiro; aflojé con molestia el cuello de mi camisa apenas me senté en el asiento del copiloto, el calor de la noche era insoportable, casi creí que llegaría entero sopeao' a nuestro destino, de no ser porque el Bestia, con quien intercambié un par de favores sexuales para que me trajese iba manejando hecho un peo'.

- ¿Qué vay a hacer? –me preguntó al estacionarse, ¿no le parecía que era muy tarde para preguntar aquello?

- ¿A qué te refieres?

- Nicolás no soy weón, sé que no tramas nada bueno, menos porque va a venir el...

- Me ofendes –lo interrumpí con falsa molestia- sí sé que va a venir, no tení que recordármelo, la última vez que nos vimos las cosas no terminaron precisamente bien, me cansé de que la oportunidad de darnos el final que merecemos no llegue, así que hoy haré esa oportunidad.

El Bestia Negra me miró entrecerrando los ojos, estaba seguro de que a pesar de no comprender con exactitud lo que quise decir, fue capaz de ver a través de mis palabras, sea como sea, desistió de preguntar apenas entramos al salón de fiestas y lo arrastre en dirección al baño, chupándosela con empeño, moviendo la lengua en forma de ochos y mordiendo con suavidad la punta, como le gusta, hasta que se vino en mi boca en el último cubículo. Mientras él se recuperaba del orgasmo salí del baño.

El calor que hacía en las calles de Santiago era inmenso, en este lugar, específicamente entre el mar de gente que bailaba dándolo todo, aquel calor aumentó a tal punto que ese salón parecía ser el infierno mismo, resignado comencé a avanzar entre ellos, mirando atentamente los rostros que se imponían ante mí en la búsqueda de él, sin embargo, luego de veinte minutos, cuando la temperatura absurdamente alta me abrumó tuve que encaminarme a la barra, donde pedí un whisky en las rocas con la única esperanza de mitigar el calor, una chela hubiese estado bien, pero había que aprovechar que todo el alcohol que había era gratis.

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⏰ Última actualización: Jan 24, 2017 ⏰

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La venganza es un plato que se sirve bien fríoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora