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Londres, Inglaterra. Septiembre de 1796

Un hombre le enseñaba a tocar el piano a su pequeño hijo. El niño empezaba a aprender.
Siempre le había gustado escuchar tocar a su padre y eso le dio ganas de aprender.
El niño se frustró al escuchar que las notas no sonaban bien, pues las confundía. El niño puso su cara entre las piernas.
-No puedo- dijo el niño- no puedo hacerlo.
-Rapha- le dijo Alec con dulzura- Hijo, recién estás aprendiendo. Puede que cueste al principio. Pero con práctica, lograrás que te salga.
-Lo prometes?- le preguntó el niño a su padre.
-Lo prometo- le respondió Alec a su hijo.
El pequeño abrazó a su padre. Alec le dijo vaya a descansar y Raphael se fue al cuarto de su hermano a jugar. Alec sonrió. Pensó en las cosas que habían cambiado durante estos cinco años.
Ahora, era un músico famoso en Inglaterra. Incluso había tocado para la realeza.
Mientras, Magnus seguía siendo comerciante. Claro, que no viajaba tan lejos del país. Cuándo tenía que ir a otro continente, mandaba a su socio y amigo: Ragnor Fell.
Ahora, Magnus estaba regresando de España. Alec estaba ansioso, había pasado una semana sin ver a Magnus. Y siempre que regresaba, Alec le tocaba un concierto privado a Magnus.

Recordó el día que encontraron a Max. Magnus había regresado de un largo viaje, ambos estaban en la sala, cuándo escucharon que alguien tocaba la puerta. Cuándo la abrieron, encontraron un pequeño bebé en una cesta. El bebé lloraba, pero cuando Alec lo sostuvo, el bebé había dejado de llorar. Junto a el, había una nota que decía: Quién podría quererlo?
Magnus había cerrado los ojos y arrugo el papel en la palma de su mano cuando hizo un puño.
Ambos habían decidido adoptar al bebé y le pusieron Max.
Al día siguiente, le habían presentado a Raphael su nuevo hermano. El niño había quedado feliz por el nuevo integrante de la familia. Desde entonces, ambos niños se habían echo mejores amigos.

Alec sonrió ante los recuerdos y empezó a tocar el piano. Una hermosa melodía alegre invadió el entorno.
El ojiazul estaba tan abstraído en su música, que no notó que alguien había llegado y rodeó su cintura con los brazos.
Seguidamente, Alec recibió unos besos en su cuello. El joven Lightwood sonrió ante el contacto, se levantó y besó a su marido en los labios.
-Me encanta llegar y escucharte- le dijo Magnus.
-A mi me encanta que llegues y pueda besarte- le respondió Alec.
Ambos volvieron a besarse.
-Estás listo para esta noche?- le preguntó Magnus.
-Sabes que si- le respondió Alec.
Está noche, sus hermanos vendrían con sus hijos a la casa de el y Magnus.
También esperaban a Marie y Luís, quienes cerrarían temprano su exitoso bar para saludar a Magnus.

Alec tomó la mano de Magnus y se puso en posición para bailar un vals.
-Que haces?- le preguntó Magnus a su esposo.
-Bailar- respondió Alec- Como esa noche en Versalles.
-Siento como si ya te conociera de otra vida, Alec. Como si ya estuviéramos estado enamorados del otro antes de conocernos.
-Yo siento lo mismo, Magnus.

Magnus sonrió.
Ambos empezaron a bailar un vals sin música, pero sabían que no la necesitaban.
Ambos se imaginaron que estaban el el palacio y que ambos tenían esas mascaras y trajes iguales. Imaginaban a las personas allí otra vez, pero no duró mucho. Seguían recreando ese momento como lo recordaban.
Ambos se sonrieron y se basaron de nuevo. No necesitaban nada mas que a ellos mismos. Además tenían a sus hijos y a ellos.
-Te amaré por siempre, Alec.
-Y yo te amaré hasta el resto de mi vida, Magnus.

En esta vida y en las otras.

Entre El Amor Y El Frio Acero (Caigo Cautivo #2. Malec AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora