Capítulo 20

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Veía, a través del cristal especial, cómo interrogaban a Carl Emerson desde el pequeño cuarto donde Octavia la había llevado para que fuera presente de todo lo que el sujeto dijera. Lexa estaba atenta a cada palabra, pero cada cosa que el hombre decía, le parecía más y más inútil. Nada servía, ni para ella ni para las detectives. No hablaba sobre la Zona Muerta y, más importante, no hablaba del paradero de Clarke.

Lexa empezaba a impacientarse, entrecerrando los ojos y removiéndose en su mismo sitio a la espera de que Emerson se equivocara solo un poco y soltara alguna pista de dónde estaba Clarke.

Se quitó su chaqueta y la tiró sobre unas sillas que había en ese pequeño espacio, justo al lado de donde Octavia estaba sentada

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Se quitó su chaqueta y la tiró sobre unas sillas que había en ese pequeño espacio, justo al lado de donde Octavia estaba sentada. La única que interrogaba a Emerson era Niylah, según era la más especializada para eso al ya haber desmantelado una gran organización de ese estilo.

Sentía como todo su cuerpo perdía fuerzas y al mismo tiempo se endurecía. Estaba cansada por no haber dormido en un largo tiempo, pero no podía hacerlo sabiendo que Clarke estaba en peligro por culpa suya. No era únicamente porque fuera Clarke, aunque, claro, que fuera ella avivaba más el sentimiento, era el hecho de haber puesto a un inocente en fuego cruzado. Todo era su culpa y se lo recriminaba a cada momento, alentándose de esa manera a encontrarla más rápido.

- Deberíasdormir –Octavia entendía por lo que Lexa pasaba, el extenuante trabajo las consumía siempre.

- No puedo hacerlo sabiendo que ella está en peligro por mi culpa –atinó a decir con voz baja, pero dura.

Octavia lamentaba que el semblante vivaz de Lexa estuviera apagado, esperando en silencio que solo estuviera durmiendo y no muerto, que cuando volviera a ver a Clarke, también volviera su alegría

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Octavia lamentaba que el semblante vivaz de Lexa estuviera apagado, esperando en silencio que solo estuviera durmiendo y no muerto, que cuando volviera a ver a Clarke, también volviera su alegría. La chica se había puesto una armadura que encerraba sus sentimientos, haciendo pensar a cualquier que era una persona dura y sin rastro alguno de emoción. No era que no sonriera, eso podía entenderlo, era que no gritara, no mostrara una fuerte molestia, no llorara o hiciera cualquier gesto para desahogarse más allá de nimiedades. Su mirada siempre se perdía y era obvio en lo que pensaba cuando eso sucedía; en Clarke. Más de treinta horas desde que se la habían llevado y ya se notaba un gran cambio en Lexa. La detective, sin profesarlo en voz alta, rezaba porque todo saliera bien por el bien de Lexa y de su bonito amor hacia Clarke.

Ángel | La amiga de mi hermana (Clexa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora