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Narra Jennifer

¿Qué ocurrió luego de ese beso? Bueno, empezamos una relación. Una relación basada en confianza antes que nada, así que le conté todo sobre las visitas que había recibido antes, ella no se molestó, sólo estaba confundida al igual que yo.

Muchas cosas pasaron, Paula se disculpó por todo y empezó a ser cercana a nosotras, consiguió a alguien a quien amar, Railey —Increíble, ¿no?— y terminó siendo una gran amiga y una excelente novia.

El tiempo pasó, le pedí matrimonio a Gabriela cuando terminé la universidad, escogí estudiar derechos y ser abogada, nos casamos, nos enteramos de muchas cosas sorprendentes. Resulta ser que nuestras madres habían sido novias... Qué loco.

***

Narradora

-Jennifer...- murmuró Gabriela tapando su boca con una mano mientras sostenía la prueba de embarazo con la otra, una lágrima cayó por su rostro.

Jennifer entró en pánico y se acercó de inmediato en silencio, la castaña inclinó el pequeño aparato para que su esposa pudiese ver el resultado. Jennifer sintió como si se hubiesen ganado la lotería. Cargó a Gabriela por el aire dando vueltas y sonriendo mientras decía:

-¡Te amo! ¡Te amo! ¡Te amo!- con toda la emoción que podría contener una persona. Gabriela no podía ni hablar, sólo sonreía mientras lloraba de alegría. Jennifer bajó con cuidado a su esposa del aire y sonrió como nunca.-¡Los amo!- murmuró antes de abrazarla. Estas palabras hicieron que Gabriela aumentara su llanto y le regresara el abrazo como si su vida dependiese de ello.

-Seremos madres.- rió con orgullo Gabriela.

Jennifer la soltó rápidamente y la tomó por la mano arrastrandola al balcón que estaba en su habitación.

-¡TENDREMOS UN BEBÉ!- gritó para que todos la escucharán, Jennifer no sabía que hacer con tanta felicidad. -¡SEREMOS MADRES!- Gabriela sonrió y más lágrimas comenzaron a caer. Finalmente lo lograron. Gabriela envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Jennifer y la miró con una sonrisa, la pelinegro limpió con su pulgar las lágrimas en el rostro de su esposa. -Te amo.- acercó su rostro para robarle un suave beso y ambas sonrieron contra los labios de la otra.

-Te amo más.- rió Gabriela conteniendo las lágrimas de alegría que no parecían querer detenerse. -No lo puedo creer.- murmuró incrédula.

Jennifer la tomó por sorpresa cargandola como a una princesa.

-¡Seremos madres!- gritó antes de comenzar a correr por toda la cada con su esposa entre sus brazos. -¡Tendrás nuestro bebé! ¡En unos meses no podremos dormir ni una noche en paz o sin preocupación por culpa de esa cosa!- exclamó orgullosa haciendo reír fuertemente a Gabriela.

***

Narra Gabriela

Nuestra hija de dos años se sentó en el medio de ambas distraída jugando con mechones de mi cabello. Me pareció muy tierno ver cómo la miraba su otra madre. Por dios, se me derritió el corazón.

Allyson se percató de la mirada de Jennifer y volteó el rostro dirigiendose a su cabello.

-Ni se te ocurra.- dijo ella de inmediato colocando su cabello detrás de su cuello haciendo que Allyson hiciera un puchero. -No va a funcionar.- aseguró ella mientras cargaba a la niña sobre sus piernas.

-Hey, no la acapares.- reprendí. Ella me sacó la lengua y alcé la ceja. -¡Yo la tuve en mi vientre nueve meses!- la pequeña intentó tomar el cabello de su madre pero no lo consiguió haciéndome sonreír, pues parecía centrada en su objetivo.

-Yo soporté tus nueve meses de bipolaridad. Con eso merezco hasta un Oscar.- bromeó ella haciéndome golpearla en el hombro. -Auch.- fingió como si le hubiese hecho daño y Allyson detuvo su tarea, miró su hombro curiosa y le pego. -¡Auch!- exclamó sorprendida haciéndome reír.

-Dame esos cinco.- levanté mi mano frente a mi hija y ella sonrió mientras, con esfuerzo, daba una palmada en mi mano.

-Le estás enseñando malas cosas.- mi esposa colocó a nuestra hija nuevamente en el medio de ambas.

-Le estoy enseñando cosas necesarias.- le saqué la lengua y ella sonrió. Allyson se recostó en el medio de ambas distraída jugando con su propia camisa.

-Es muy inquieta.- Jennifer me miró sonriendo.

-Se parece a ti.- le regresé la sonrisa y ella fingió estar ofendida.

-Me dañas.- no pude evitar reír. La pequeña me miró curiosa y le regalé una sonrisa, me incliné a su rosto y besé su nariz haciéndola reír. -Es demasiado bella, totalmente parecida a ti.- revolvió el cabello de nuestra bebé, quien tomó su mano y la examinó minuciosamente con el dedo índice haciendo cosquillas a Jennifer. -Basta.- retiró su mano entre risas y la bebé se volteó a ver mi cabello.

-No...- negué con la cabeza, pero el movimiento pareció llamar más su atención y se inclinó hacia mí para tratar de tomarlo, pero en cambio sólo cayó sobre mi pecho estirando su mano en busca de algunos mechones para halar. -Ni lo pienses.- la regresé a su lugar en el medio y le tendí el dedo meñique, el cual ella tomó felizmente.

-Nuestra pequeña Ally tiene una obsesión seria con hacernos daño.- murmuró Jennifer sonriendome. Asentí con la cabeza.

-Tal vez porque todo lo que hacemos es golpearnos frente a ella.

-Tal vez.- le echó un vistazo a la pequeña, quien parecía quedarse dormida mientras apretaba mi dedo.

-Pero es adorable.- murmuré para mí misma.

-Mucho.- concordó mi esposa.

-Te amo.- susurré mientras besaba la frente de mi hija con cuidado. -Y a ti también.- reí cuando me encontré con la esmeralda mirada de mi esposa.- Las adoro.- ella sonrió y se inclinó para regalarme un hermoso beso.

-Yo las adoro más.- dijo con aquella mirada repleta de sinceridad.

Pero como la seriedad no puede durar mucho con Jennifer, sacó la lengua haciéndome reír y casi despierto a Allyson. Ella alzó una ceja entretenida y se inclinó nuevamente, supuse que me besaría así que la imité y me acerqué a su boca solo para recibir una mordida en la nariz.

-Estúpida.- murmuré entre risas haciendo que ella riera también, luchamos para no despertar a la pequeña en el medio de ambas.

-¿Ahora quién está diciendo malas palabras frente a la niña?- rió ella.

-¡La vas a despertar, idiota!- reí.

Ella me sonrió y miró la pequeña figura entre nosotras moverse ligeramente y meter su pulgar en la boca mientras no soltaba mi dedo. Ambas nos miramos con los ojos llenos de ternura.

Nos amábamos, y todo el drama del mundo valía la pena si al final terminaríamos como estamos ahora: juntas.

Fin.

Cálida como el sol. (Yuri) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora