Día 1. Batalla en las calles.

Ya no eran los silbidos de las balas lo único que se escuchaba, sino los alaridos de dolor de los soldados heridos. Habían pasado solo 7 minutos desde que el enfrentamiento comenzó, los tanques doblaban la cuadra y un grupo de civiles armados intentaba con dificultad y torpeza organizar una barricada y preparar una defensa. En la ciudad, ardiendo en llamas y sumergida en completo caos, había una chispa de esperanza entre un grupo de jóvenes, si, eran ellos, los tan oídos mutantes de Fransisco. Movilizados por sus ideales y discursos, jóvenes con habilidades superdotadas se concentraban en un rincón de buenos aires, cerca del micro centro con un número de 50 integrantes. La guerra con los mutantes había comenzado hace ya mucho, y no hablo de armas y disparos, si no del bombardeo mediático, la finalidad de condenar a todo aquél que fuese un espécimen evolucionado del homo-sapiens sapiens. La raza humana había alcanzado su fin, pero no como se había imaginado en tantas películas y libros, si no que había evolucionado hasta convertirse en seres que adquirían capacidades que solo se conocían a través de la imaginación y no en un plano físico. Como si de un brote se tratase, cientos y luego miles comenzaron a aparecer alrededor del mundo, escasos, pero suficientes como para que con el tiempo se reproduzcan más, se convirtieron en una amenaza para los intereses de los poderosos y grandes corporaciones. Al principio no se sabía a qué temían específicamente, pero luego todos nos enteramos, al parecer el pudor que sentían era que grandes genios superdotados pudiesen convencer a la gente común y corriente de cambiar las cosas, o que ahora estos seres de los cuales algunos podrían llegar a ser mucho más inteligentes, terminen acaparando el mercado con sus grandes cálculos y capacidad social. Debido a esto se tomaron medidas y se impidió estrictamente darle educación y trabajo a estas personas, que pasarían de ser seres humanos a ser tratados como escorias, a ser criminalizados y estigmatizados. La gente creyó en lo que se le dijo, y como si de un caldo se tratase, la violencia no tardó en comenzar, y yo estaba precisamente en el punto de ebullición. 4/07/2019