D i e c i n u e v e

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Jef ha estado lanzando ramas de pino en dirección a los perros salvajes. Él hijo del espíritu se reía cada vez que lograba darle a uno en la nariz y le gruñía enojado. Continuaba molestando a las bestias enseñándoles la lengua y tarareando una canción de burla.

-Genial... ¡¿Qué le toma tanto a ____?!- exclamó mientras lanzaba otra rama a las criaturas que se encontraban debajo de él.

Su estómago gruñó y el pequeño agarraba éste para tratar de calmar el malestar que sentía.
Miró la rama que sostenía pero la arrojó y murmuró, -No volveré a comer eso...-

Jef recordó cuando Jack le dió una rama e insistió en que la mordiera. Al principio se negó pero como Jack no dejaba de insistir, lo intentó pero después de eso... Lo único que logró hacer era que Jef vomitara y se sintiera enfermo.

-Aún puedo recordar ese sabor- murmuró e hizo una mueca.
Se tocó su estómago y pudo sentir que traía su flauta dentro de su chamarra. Sus labios formaron una sonrisa y tocó una melodía en su plateada flauta. Observó su nombre escrito en ella, como siempre, antes de tocar.

-Espero que... logre escucharme- dijo el pequeño.

Una calmada brisa hizo que las hojas bailaran e hizo que las criaturas que se encontraban debajo de él dejaran de gruñir. Continuó tocando y cerraba sus ojos al concentrarse en su música. La luna brillaba a través del árbol donde se encontraba Jef, dándole una vista increíble.

Su hermosa y relajante música fue interrumpido por un abrupto viento que golpeó su cara. El pequeño tiró accidentalmente su instrumento y trató de tomarla pero ya era muy tarde. Por suerte, alguien alcanzó a tomarla, pero no por las bestias, claro. Si no, por un joven de 18 años.

La cara de Jef se iluminó cuando vió al joven. Estaba muy emocionado pero recordó lo que le habías dicho.
-No le hables cuando lo veas-

"¿Porqué?" Pensó. Jef cerró su boca y trató de no dirigirle la palabra al espíritu.

Quería decirle al guardián lo feliz que estaba de verlo pero no podía hablarle. "¿Porqué no?" Se dijo a si mismo.

El espíritu de invierno tomó el instrumento, se balanceó en el árbol e inspeccionó el objeto que para él resultaba extraño.
Curioso, miró a través de los agujeros de la flauta y los tapaba con la yema de sus dedos. Jef observó al joven con su boca abierta.

El hijo del espíritu de invierno susurró, -Jack Frost...- casi sin voz.

Su hijo se preocupó por la manera en que Jack sujetó el instrumento. Jack estuvo apunto de zafar la boquilla cuando tú hijo gritó, -¡Espera! ¡No hagas eso!-

Jack dejó de hacerlo y se sorprendió por la voz que le habló. Miró a los alrededores y vió a un niño pequeño, con cabello castaño obscuro, ojos color miel y con ropa moderna, mirándolo directo a los ojos.

-¿Es- Estás- Estás viéndome?- Jack dijo con los ojos muy abiertos y apuntando a sí mismo.

-Oh no...- murmuró Jef, -¿Qué acabo de hacer?...- añadió asustado.

-¡Oye! ¡Niño!- gritó el joven guardián moviendo su mano frente a él para llamar su atención. -¿Puedes verme?- añadió.

Jef observó a Jack por unos minutos y de repente, el joven se acercó volando y le sonrió a Jef emocionado.

-Hey niño... acabas de hablarme?- dijo Jack con extrañeza moviendo su mano frente a la cara de Jef nuevamente.

-¡Hey niño! ¡Yoohoo!- añadió y silvó una y otra vez para llamar la atención del niño.

•Padres Guardianes Adolescentes• | Jack FrostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora